La interpretación existencial de la muerte precede a toda biología y ontología de la vida. Pero ella sirve también de fundamento a toda investigación histórico‐ biográfica y psicológico‐etnológica de la muerte. Una “tipología” del “morir”, como caracterización de los estados y maneras en que se “vive” el dejar de vivir, supone ya el concepto de la muerte. Por otra parte, una psicología del “morir” informa más sobre el “vivir” del “muriente” que sobre el morir mismo.
Heidegger (El Ser y El Tiempo, 1926)

Pasarán muchos años, décadas, tal vez siglos, para que vuelva a emerger un Ser que incrustado por la historia reciente, salido de las propias entrañas de la Patria de Bolívar, del propio llano venezolano, pueda convertirse en más que un Ser envuelto por una muerte física.

Desde el momento de su desaparición como ser vivo, Hugo Chávez ha trascendido cualquier biografía transformada en información, anécdotas, líneas poéticas, mitos, espacios religiosos, esotéricos, y hasta documentales y películas tanto del presente como de aquellos que seguirán el porvenir. Ver ríos humanos tanto dentro como fuera de Venezuela, expresando sentimientos de amor por un líder, combinados con lágrimas y escenas de dolor, son apenas un grano de arena trasladado por el viento, sobre el pensamiento, historias y leyendas, que serán en lo sucesivo, parte de una ideología cuyos matices centrados en la libertad y soberanía de los pueblos, pero sobre todo por rescatar la identidad, los derechos y la esperanza de los pobres, hicieron eco en los sentimientos, en el corazón, en el alma y el espíritu de millones de excluidos y desposeídos.

Para Chávez, no hubo límite ni frontera al cual no llevara sus preceptos por romper las cadenas del capitalismo, asociadas con las grandes trasnacionales del poder político y económico. En ese mensaje abría las heridas que durante más de 500 años se habían apostado sobre la miseria humana, en mayor medida sobre los pueblos indígenas y africanos, explotados por la podredumbre de seres (in)humanos, que cuales Anticristos, marcaban y marcaban lo que incluso llamaron el “Fin de la Historia” . Ante esa “verdad” mancillada en el robo de los recursos naturales, violaciones, muerte y destrucción que yacía inerte en ese fin de la historia, nació un 4 de Febrero de 1992, Hugo Chávez, para que un 6 de Diciembre de 1998, electo como Presidente de Venezuela, se convirtiera en cual voz de los oprimidos, en cual caminante de aquellos “Senderos de Libertad”, que una vez Javier Moro, estampó en la historia de “Chico Mendes”, en cual Libertador de “Los Miserables” que Víctor Hugo en el medio de sus pensamientos, plasmó con profundo estupor, y de la cual Chávez nos recordaba que esas líneas se diseminaba la mitad de la literatura humana.

Por eso Chávez llegó hasta donde iba a llegar. Hasta convertirse en el Ser Metafísico de la política, cuyo mensaje de justicia social e igualdad por nuestros pueblos, no habrá duda que muchos de esos millones de seres que hoy lloran su partida de este mundo, hoy y para siempre lo han convertido en su Dios, en su mensajero de paz y divinidad sublime, por y para la vida. Ver el cómo la muerte de Chávez ha tocado la “sima y la cima” de casi todos los pueblos de la Tierra, es algo que ni siquiera el más acérrimo de sus adversarios podrá negarlo; y de ello, deberían desprenderse máximas reflexivas para que puedan encontrar en el futuro inmediato y mediato, las respuestas a los fracasos que les acompañaron en sus intentos por relevar a Chávez del poder; verbigracia; comprender que el poder de Chávez siempre ha estado en el poder del amor por su pueblo, y los pueblos.

Desde hoy Chávez, embalsamado en cual sarcófago de cristal, no se convierte en un mito, sino en una realidad absoluta. En una forma de pensar y pensamiento que jamás morirá en ninguna historia posible, porque la historia, más allá de sus aciertos y errores, lo ha catapultado al existencialismo eterno del Ser.

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