Nadie lo hubiese imaginado unos días antes...El huracán Katrina, un fenómeno natural, para colmo anunciado, mostró, sin posibilidad de objeción, la costura del gobierno del presidente George W. Bush, quien durante su gestión no ha hecho sino hacer derroche de su avasallante poder y arrogancia en el mundo.
Seguramente, los venezolanos que conocen el sur de los EEUU y el gobierno de Bush, como este humilde servidor que escribe para ustedes conoce la zona sur de Maracaibo y la gestión de Chávez, tienen algunas explicaciones y, quizás, justificaciones acerca de la capacidad de respuesta del país más poderoso del planeta ante esta catástrofe.
Pero, de antemano, expongo que resulta increíble no sólo la negligencia y falta de sensibilidad del gobierno de Washington, sino la carencia de planes de contingencia, por ejemplo, en Nueva Orleans (Louisiana), una ciudad de 500 mil habitantes asentada en un terreno húmedo del Río Missisipi que se sabe está 2,4 metros por debajo del nivel del mar y es altamente proclive a este tipo de fenómenos y, sin embargo, no contaba con un programa de salvamento que diera una respuesta contundente en estos casos de emergencia.
Y es que llena de incertidumbre, como un país que repara un cohete en el espacio con la facilidad que uno aprieta los bornes de la batería de su carro, haya sucumbido de manera tan lamentable a ese devastador huracán.
Particularmente opino que eso sólo se fundamente en que ese gobierno concentró todos sus esfuerzos en una absurda guerra con Irak y sencillamente se olvidó de su gente y eso en EEUU u otro país, tarde o temprano, lo cobra la población.
Ya salieron personas que en otras circunstancias jamás se hubiesen referido a un Presidente y mucho menos de la arrogancia de Bush, como lo hizo el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, quien soltó a los cuatro vientos: “Qué alguien ponga su trasero en un avión y venga aquí a sentarse conmigo a arreglar esto”.
Al mismo tiempo se preguntaba “que si las víctimas del tsunami hicieron una petición formal para recibir ayuda e incluso los iraquíes pidieron que les invadieran el país”, y eso pese a que fueron gritos de desespero en medio de la tragedia, no deja de ser una actitud altanera hacia una persona a quien por su alta investidura se le debe respeto y obediencia.
Bush, como se sabe, ha ganado muchas. Con la guerra de Irak y sus consecuencias negativas para EEUU logró su reelección en el 2004. Ultimadamente se debate entre los ataques de los sectores que nunca aprobaron esa invasión y la sentida protestas de madres que se rehusan a que sus hijos regresen a sus casas en ataúdes envueltos en la bandera.
Pero a pesar de los ataques, Bush sino ganaba empataba con su discurso carente de sensibilidad, pero que llegaban a un amplio sector con el argumento de que los soldados estadounidenses tienen que permanecer en Irak por la seguridad del país y del mundo.
Pienso que ahora no tiene alternativas que justifiquen su proceder, su mala gestión, su ineficiencia y la indolencia ante un pueblo que no debió sufrir el castigo de ese mortífero fenómeno.
Pero es que asombra como este Presidente careció de la más mínima malicia que puede caracterizar a cualquier mortal. Sé que muchos somos ignorantes en este tipo de desastres, pero quien sepa que a este fenómeno le iban a bautizar con un nombre de mujer, tengan la plena seguridad de que, por lo menos, hubiese presentido que nada fácil estaba por venir.
Y ¡ojo! no lo digo por las damas; aunque estos fenómenos como ellas, cuando se “enardecen” arrasan con casas, carros, enseres; los nombres de personas radica en que facilitan la comunicación entre los meteorólogos y el público, sobre todo en esos momentos de emergencias...Por cierto, el primero en colocar un nombre de mujer a un huracán fue meteorólogo australiano Clement Wragge, a finales del siglo XIX y principios del XX.