¿Qué tendría de admirable una campaña de este tipo en nuestros días? Un enfoque comparativo de este acontecimiento, que está cumpliendo 200 años, ilustraría cómo esta importante etapa de la gran jornada independentista continental nos legó tareas resueltas y dejó otras pendientes.
Con la pérdida de la Primera República, Bolívar, junto a otros patriotas, se refugia en la Nueva Granada, gobernada por independientes, en donde organizaría las fuerzas para emprender la Campaña Admirable, la cual sería parte de la larga guerra social, de independencia, venezolana y suramericana. A la cabeza de 500 neogranadinos, en mayo de 1813, Simón Bolívar penetró el territorio venezolano por los Andes. Fue el inicio de una cadena de éxitos militares que convirtieron a Bolívar en el principal líder de la emancipación, por ello, en Mérida, y posteriormente en Caracas, le otorgaron el título de Libertador.
El 15 de junio, al llegar a Trujillo, realizó el Decreto de Guerra a Muerte. Los resultados inmediatos fueron una serie de matanzas y la radicalización de los bandos en pugna. El documento pretendía cambiar la opinión pública mundial para que nuestra rebelión fuese vista como una guerra de liberación nacional. Buscaba el apoyo de los venezolanos, romper la indecisión reinante de apoyar el proceso independentista. Expresó la necesidad de liberarse como país y la urgencia de la unión para lograrlo. Pasó a ser un documento oficial de la II Republica, es decir, que hizo la función de Constitución. Esto sería una referencia de lo que ahora se ha dado a llamar Pueblo legislador.
El Decreto de Guerra a Muerte es escrito en pleno desarrollo de la Campaña Admirable. Es un documento de mucha contundencia por las acciones que generó; pretendía unificar, por las buenas o por las malas, a un pueblo vacilante ante dos opciones. Simbolizó el odio patriótico contra el vasallaje externo. El Libertador lo que hizo fue admitir que existía una guerra a muerte con la fuerza del terrorismo que había desatado Monteverde, para volcarla contra los propios españoles, afirmando el incipiente sentimiento nacional de los venezolanos.
La Campaña Admirable tenía el objetivo de crear conciencia de República. Simón Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, a fines de 1812, hizo un análisis de las razones por las cuales se perdió la Primera República, y entre otras causas indicaba: “Era una etapa donde cada conspiración era perdonada y seguida por otra conspiración que de nuevo era perdonada”. “La fuerza del enemigo se basa en nuestra indulgencia al combatirlo”. Evaluó el espíritu conciliador de las primeras etapas y las tendencias vacilantes que se extendieron en la población, ganadas en un principio para la causa emancipadora. En ese Manifiesto incita a los americanos a la acción para restablecer la República sobre bases más sólidas. En su nueva estrategia revolucionaria afirma las ideas de unidad continental y unidad de mando, bajo la guerra revolucionaria. Independencia, igualdad y soberanía, resumen su legado democrático.
Entre los alcances políticos y las enseñanzas de la Campaña Admirable están la rapidez de los movimientos y la audacia de las acciones militares. El objetivo buscaba la creación de conciencia de la sociedad por nacer, y la preparación del pueblo para la contienda. Sólo el pueblo unido es soberano, afirmaba Bolívar. Vendría después, la verdadera y profunda guerra social y de independencia por objetivos más trascendentes, pulidos por la lucha de clases.
Sucesivos fracasos y el desconocimiento del pueblo, como materia prima y sujeto de cambio, lo llevaron a comprender la necesidad de incorporar a las clases populares a la causa libertaria, teniendo como premisa principal la abolición de la esclavitud y el hispanoamericanismo. Francisco de Miranda, no había podido hacer de los venezolanos un ejército. Al morir, fallece también la vieja dirección. Fueron otros próceres, nacidos del trabajo, que en su actuar autónomo en las periféricas llanuras, los que pudieron formar los embriones de ese gran instrumento necesario. Simón Bolívar supo ganárselos; en su empeño, demostró perseverancia y determinación, generando las condiciones subjetivas que le permitirían iniciar la verdadera etapa de independencia continental. Decidirse a hacerlo y hacerlo bien, fue su premisa.
Simón Bolívar dejó para la humanidad un legado de ideas visionarias, con su pensamiento anticolonialista, su persistencia y sus hazañas de empedernido soñador, las cuales son hoy fuente de inspiración para los nuevos constructos planteados.
¿Qué sería lo admirable que se hiciera hoy?
- Empezar sin dilaciones una cruzada anti corrupción. Caiga quien caiga. Si algo hay que inventar es un Poder Moral implacable, que no permita la duda en nuestro actuar.
- No impunidad. Juicios pendientes de los 40 años de asesinatos de la democracia, en número aproximado de 5000, los 3000 muertos del Caracazo, de 300 campesinos en su lucha por la tierra, los muertos por la oposición a Chávez, incluyendo los 25 últimos del mal de rabia generado por el desconocimiento del triunfo electoral del 14 de abril. Prisión a los culpables, porque este proceso no ha sido nada pacífico.
- Un Estado anti burocrático, una especie de un flaco fuerte que resuelva aspiraciones sentidas apelando al centralismo democrático: Tanta democracia como sea posible, tanta autoridad como sea necesaria.
- Romper con la indecisión y construir ya el socialismo como antítesis del Capitalismo de Estado. Consolidando una línea de no retorno. Es la etapa de vencer y hacer realidad la aspiración libertaria del socialismo nuestroamericano.
- Como en el Manifiesto de Cartagena, iniciar una autocrítica de los errores que obstaculizan el avance para darle direccionalidad estratégica al proceso que se ha tornado ecléctico.
- Así como Bolívar se dio cuenta que el pueblo era un simple espectador y creó un programa inclusivo con sus principales reivindicaciones, ahora el poder popular debe ser una realidad. Ya hay Patria, ahora hay que hacerla nuestramericana y libertaria. Habría que refundar los territorios reales que la constituyan, embriones de la nueva sociedad, creando convicciones innegables, fervor patrio y certeza de lo justo, para superar cualquier desencanto comunal y la involución neofascista por la anomia nihilista. Forjar una estrategia territorial, tal como lo hicieron los mercantes ante el poder feudal, para construir su “nueva sociedad”. Todo esto implicaría ir desarticulando las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana. Ahí sí sería “Otra República”, de democracia revolucionaria, autogobernante y libertaria.
- Unidad sobre bases programáticas de identificación plena con los sujetos que aspiran un cambio radical. Inmersos en tal proposición estaría la diversidad en unidad, junto a la puesta y reconocimiento, no divisionista, de vanguardias múltiples.
- Proyectar haciendo la utopía realizable, con rapidez y audacia. Todo escepticismo es caldo de cultivo para el fascismo. La despolitización, el silencio del enfado ante demandas inaplazables hacen que se mire al contrario, entonces el enorme bloque social sobre el cual se sostiene este proceso, podría preferir el polo reaccionario como amparo a sus propias denuncias y reivindicaciones. Hay imaginarios clasemedieros que hay que desgarrar, un pueblo trabajador que debe despertar y asumir su condición de explotado; esto rompería el tal “empate polarizado”, y develaría la relación antagónica de clases entre explotados y explotadores.
- Una dirección político militar confiable, que tenga la paz como principio, pero que debe estar preparada para cualquier guerra inevitable, entendiendo que en la historia ninguna revolución ha sido pacífica, pues las clases dominantes y el poder externo no permitirán perder sus privilegios sin apelar a la violencia fascista que niega su propia legalidad.