Siendo un muchacho enredado en los libros, escudriñando en los primeros textos marxistas, recién sacudido por los errores de la iglesia, ingresé a la Juventud Comunista de Venezuela en Punto Fijo. A las pocas semanas de ser parte activa de la organización del gallito rojo y del martillo y la hoz, me tropecé en las páginas de "Tribuna Popular" una propuesta del PCV: establecer topes de ganancias a las empresas.
Ya estábamos por entrar a lo que podría llamarse una nueva etapa en el capitalismo, en especial en nuestros países, donde los efectos de la socialdemocracia, nacida de los duros debates dentro de la izquierda, había intentado otorgar algunos beneficios sociales al pueblo y mitigar así los peores efectos de la sociedad capitalista.
Para esa época todavía permanecían algunos controles de precios, pero ya la tesis del libre mercado por encima de todo se imponía y nacía la figura del nuevorriquismo, expresada en una clase burguesa que aspiraba a enriquecerse en un dos por tres, a costas del Estado y del pueblo.
Así que la propuesta de establecer topes a las ganancias de las empresas (el tope máximo propuesto por el PCV era de un 30%, ¿coincidencia?), se fue quedando en libros, artículos, documentos; aunque nunca decayó la idea en la dirigencia comunista.
¿Era posible este mecanismo en una sociedad capitalista, dependiente, sometida al control del imperialismo? Nunca logramos saberlo. Al contrario, la realidad del país nos lanzaba al abismo de un capitalismo cruento. Se mandaron los controles al demonio y se decretó la liberación de precios. Lo mejor de la socialdemocracia se fue al traste y se impuso una sociedad mercantilizada, deshumanizada, al servicio sólo del capital; con una tendencia a privatizar hasta nuestro modo de caminar.
Llegó el comandante y mandó a parar, para decirlo al modo de Carlos Puebla, el recordado cantor cubano. Entre dudas, avances y retrocesos, el líder del proceso bolivariano Hugo Chávez Frías se lanzó a una desigual, pero frontal y valiente lucha contra el capitalismo y sus depravaciones. La propuesta del PCV siempre estivo allí, con la paciencia de quien aspira ser escuchado en alguna oportunidad.
Lamentablemente, el fantasma del miedo a los controles sobre la economía llevaba demasiado tiempo a su libre albedrio. Había penetrado hasta los tuétanos en nuestra sociedad, al punto de que economistas de formación marxista veían en el control precios o cualquier otra medida regulatoria un retroceso al tiempo de las cavernas. Sólo el PCV mantenía firme su vieja propuesta.
Hubo un terrible descuido en el proceso bolivariano y la burguesía llegó hasta tocarnos las nalgas con el mayor desparpajo. Casi que abrimos las piernas. Sólo que el abuso, la avaricia y la idea de que podían burlarse de un Presidente obrero, les hizo romper el saco.
La vieja propuesta del PCV resurgió de la mano del Presidente Maduro. Está a punto de ser una realidad. Ojalá el Gabinete Económico y el propio Presidente Maduro atiendan dos propuestas más de nuestros camaradas: una Reforma Fiscal para incrementar la tasa impositiva a quienes más ganan y eliminar el IVA, herencia la política monetarista impuesta por el Fondo Monetario Internacional en tiempos del peor capitalismo salvaje, y que nosotros, en plena construcción del socialismo, todavía implementamos.