En el marco del capitalismo, no hay solución real a los problemas estructurales que acorralan a la humanidad. El cambio climático es uno de ellos. El capitalismo no puede vivir si no destruye a la naturaleza, explota a los seres humanos, y los convierte masivamente en estúpidos consumidores compulsivos. El capitalismo es un sistema socio-económico-político concreto, mesurable, palpable, tiene causas y consecuencias, existe, es una realidad verdadera, que se siente y en particular padecemos. El capitalismo se expresa como un poder económico, político, social, militar, mercantil, cultural, tecnológico y científico. Para imponer su hegemonía, los capitalistas saben que tienen primero que controlar la cabeza de los trabajadores, y efectivamente lo han logrado. En el capitalismo, las leyes del mercado, son aplicadas a la sociedad. El trabajador produce bienes que no le corresponden, y reproduce sus condiciones trágicas de vida. Son los trabajadores del campo, aliados con los de las ciudades, quienes deben emprender, con el apoyo de colectivos políticos, largas, duras y difíciles, pero justicieras luchas políticas revolucionarias, para cortarle la garganta a la avaricia capitalista.
El capitalismo ha hecho, que los trabajadores veamos a la naturaleza como nuestra enemiga, y como tal podemos destruirla. Materias primas como el litio, el cobre, la plata, el selenio, el estaño, el níquel, el zinc, el plomo, el antimonio, el oro, la fluorita, el bismuto, el cobalto, el titanio, la grafista, el magnesio, la potasa, el baro, el tungsteno, el petróleo, el gas, el carbón, agua dulce, madera, (e incluso zonas geográficas estratégicas) y tantos otros, son extraídos aceleradamente de la madre tierra, para transformarlos en Capital. El país que no tenga el control sobre sus materias primas fundamentales, no tiene soberanía, no puede tomar decisiones autónomas, y son la mayoría. Las ansias del imperialismo por ponerle sus sucias y ensangrentadas manos a nuestras riquezas, es lo que explica el financiamiento a la oposición apátrida venezolana.
El capitalismo produce y reproduce la pobreza. “No hay países pobres sino empobrecidos”. Estimular el mercado, es estimular la pobreza. Aupar a los capitalistas, es alimentar la dominación, la dependencia, el saqueo de nuestras materias primas, es enajenar y alienar a los consumidores. Es la pérdida de soberanía, de independencia. Es ponerse de lado del DIOS MERCADO. Esto es contrario al socialismo. El mercado no es el camino al socialismo. Como hablar de democracia con profunda y aberrante pobreza. La ambigüedad, las indefiniciones en políticas públicas, la mezcla de asistencialismo, con populismo, con keynesianismo, con “tercera vía”, con “socialismo de mercado” y hasta con neoliberalismo, está afectando seriamente esta posibilidad histórica de marchar al socialismo. Sí hay teoría y práctica revolucionaria acumulada. No podemos caminar hacia la restauración de la IV República.
La mayor parte de las potencias industriales y militares de hoy, no cuentan con abundantes e importantes materias primas. Con insólita ironía, hablan de “guerras preventivas”, que no es más que el apropiamiento de estas materias primas donde estén, y a cualquier precio. Las guerras destruyen materias primas, asesinan a ciudadanos, contaminan brutalmente los espacios. Hoy las guerras son la salvación del sistema capitalista. Para este deleznable propósito neocolonialista, inventan enemigos que satanizan, para justificar su barbarie. ¿Cómo se puede hablar de mercado y socialismo a la vez?
La manipulación mediática, trata de hacer aparecer esta destrucción planetaria como inevitable y necesaria. “explotamos pero damos empleo” afirmó un conocido “empresario” nacional. A los pobres, el capitalismo los acorrale y la naturaleza los golpea. Todas las empresas nacionales e internacionales, por más destructiva y contaminante que sean, apelan a la falacia de que todo lo hacen para servir al consumidor. Cuando hablamos de medio ambiente, hablamos de política, de independencia. Decir defensa del medio ambiente, es decir lucha política, lucha social, lucha de clase. Lucha por el socialismo. En una palabra: SOBERANIA.
Algunos científicos, vienen alertando desde hace décadas, sobre los peligros que se ciernen sobre el planeta, por la acción diaria e indiscriminada, de las grandes empresas transnacionales, como es el caso de la Monsanto, la Cangrill, La Nestlé y otras, que viene causando verdadera devastación en varios países. El capitalismo no puede detenerse en su accionar depredadora. Difunden la falaz postura, que más que convivir con la naturaleza, hay que dominarla y someterla, para ponerla al servicio del mercado, que es lo mismo que decir el capital. Los desequilibrios ambientales se hacen cada vez más comunes. Las inversiones en el campo entran en el negocio especulativo hasta de las bolsas de valores. Vivimos los tiempos de profunda crisis estructural del sistema capitalista, y el campo no está ausente de esta realidad. La especulación financiera en el campo, es igual a la de la ciudad. Las deforestaciones, los tóxicos incorporados en la agricultura, o la producción de alimentos para vehículos (parece insólito), tienen efectos semejante a la contaminación múltiple en las ciudades. Los daños al cuerpo humano en el campo y la ciudad son los mismos. Enfermedades inducidas en ambos espacios. Como siempre, los culpables aparecen como buenos ciudadanos, ejemplos de solidaridad humana. Sus empresas son productoras de “empleos”, y a la ciudad llevan “su mortífera” carga, para que los habitantes citadinos aumente su grado de contaminación. No queda espacio donde el capital no meta su pestilente cuerpo. Hasta ahora, todos los gobiernos sumidos en el marco del capitalismo, no han hecho más que darle más y más dinero a estos “empresarios”, y usar la fuerza pública contra los “desadaptados” campesinos, que se niegan a ser expropiados y explotados. En Venezuela se les ha “condonado” la deuda al Estado, y se les conmina a que pidan más. Hasta tenemos “productores” del campo que viven en la ciudad, e inclusive en el exterior. Los controles de toda la cadena alimenticia, para el logro del monopolio de los alimentos es cosa bien sabida. En las ciudades, el humo que aspiramos, las comidas que consumimos, la televisión que vemos, el deporte que degustamos, los espacios que procuramos, todos, absolutamente todos están contaminados. ¿A esto se le puede llamar Progreso, Civilización o Desarrollo? El capitalismo no puede controlar sus propios desmanes, no tiene, ni puede tener frenos y controles, por eso debemos prontamente desaparecerlo de la faz de la tierra. ”Una especie está en peligro, la especie humana” Fidel Castro.
Cada día el efecto invernadero, o el calentamiento del planeta, por la acción del dióxido de carbono o CO2, ponen en peligro la existencia de vida en la tierra. La industrialización se ha convertido en agotamiento acelerado de materias primas y espacios físicos, sin olvidar la explotación de los trabajadores. Progreso, desarrollo, industrialización y civilización son categorias que están sentadas en el banquillo de los acusados, pues responden a los intereses del mercado. Regiones del planeta, son sometidos a contingencias catastróficas, cuyo verdadero origen se suele ocultar. Los dueños de las grandes empresas destructoras del medio ambiente, son dueños de poderosos medios de comunicación. Por estos medios se difunden las mentiras, de que el problema climático es natural e inevitable. Y hasta llegan a culpar a los consumidores de ser los responsables de la hecatombe ambiental. No son pocos los científicos y profesionales, que como mercenarios, operan al servicio de estas empresas del mal.
El uso constante de fertilizantes y químicos, arruinan el ciclo propio de la naturaleza, afectan al producto e inducen enfermedades en los consumidores. Empresas europeas, norteamericanas y canadienses, desde hace décadas vienen comprando considerables territorios, en África, Asía y América Latina, bien sea para asegurar la alimentación para sus ciudadanos, o para controla la alimentación mundial, o las dos cosas al mismo tiempo. Océanos, lagos, ríos, ciudades, selvas, llanuras, reciben diariamente el impacto destructivo del interés privado. Lo privado es contrario a lo público.
El monopolio de la tierra y de la producción de alimentos, induce al control de lo que comemos. En el planeta hay miles de variedades de proteínas animales de consumo humano, y apenas consumimos unos cientos. Miles de proteínas vegetales, y solo disfrutamos de un porcentaje minúsculo de ellas. Hoy conocemos la relación que hay entre consumo y enfermedades. La medicina se ha convertido en un lucrativo mercado. Doce laboratorios, controlan el 65% de los medicamentos mundiales. Son enemigas de los medicamentos genéricos. Cada diez segundo muere un niño de hambre. Hay más de mil millones de hambrientos. Millones de desempleados, millones de personas que día a día pierden sus viviendas. Las fábricas de armas trabajan noche y día para crear instrumentos mortales más terribles. La guerra es un estabilizador social para quien la promueve. El capitalista es insaciable; por dinero hacen hasta lo insólito.
Nuestro país no cesa en la importación de cachivaches, obsolesencias, estupideces y frivolidades. Más de 40 mil millones de dólares anuales para importaciones. Las generaciones venideras no nos perdonaran esta locura. El poder capitalista, controla a los gobiernos, para asaltar los bienes públicos e imponerle a la sociedad las leyes del mercado. Hay gobernantes que repiten la mentira de que “aquí cabemos todos”, que es como decir, que no hay propiedad privada, ni clases sociales, por lo tanto no hay contradicciones. Usted y yo amigos lectores, somos iguales a Zuloaga, Volmer, Salvatierra, Cisneros y otros millonarios más. ¿Cómo le parece este igualitarismo? Fin de mundo diría mi abuela. Si esto no es conciliación de clases, ¿cómo se llama? El Comandante Chávez denunció y enfrentó a esta burguesía apátrida, usurera, parasitaria. Hoy tenemos altos funcionarios, que insisten en vendernos la idea de la igualdad de clases. ¿Será acaso, para justificar la entrega de muchos logros del Comandante eterno? Cría cuervos y te sacaran los ojos. Sólo el pueblo (sirios y troyanos le tienen miedo, por eso no permiten la creación y el fortalecimiento del Poder Popular) organizado, puede detener y destruir la barbarie de estos saqueadores. “Ley de Precios Justos” y otros esfuerzos del gobierno están condenados a fracasar, si el Poder Popular verdaderamente organizado, no es el protagonista principal. Necesitamos un auténtico partido revolucionario que sea vanguardia, no una máquina electoral. Este agotamiento, puede tener desenlaces indeseables.
El capitalismo es despilfarro y destrucción. “Vivimos cambio de época, no época de cambios” afirmó el Presidente Correa del Ecuador. Con paños tibios, con ambigüedades, con indefiniciones, no se puede enfrentar al enemigo de la humanidad que es el capitalismo. Chávez no se cansó de decir: Socialismo o nada. ¿Para dónde vamos?
SÍ EXISTE UNA TEORIA Y UNA PRÁCTICA REVOLUCIONARIA, DE LA QUE MUCHO PODEMOS APRENDER, PERO DEBEMOS PERFECCIONARLA. EL EMPIRISMO, EL TAREISMO, EL AVENTURERISMO, EL BUROCRATISMO, EL UTILITARISMO, LA AUSENCIA DE “SALDO ORGÁNICO” Y LA CORRUPCIÓN, PRETENDEN OCULTAR LA TEORÍA Y LA PRACTICA LEGADA POR GENERACIONES Y GENERACIONES DE REVOLUCIONARIOS. “Sin teoría revolucionaria no hay revolución”.
Historiador y Profesor Universitario.
jesusm_vivas@hotmail.com.