Jean Jacques Rousseau, el ginebrino (Suiza) nacido en 1712, muere en 1778. Autodidacta, conoció los clásicos griegos y romanos tempranamente. Escritor prolijo, que desde 1742 a 1781, logró producir 27 trabajos, de impacto en su tiempo, y que aún son parte de la bibliografía obligada. Algunas de sus obras le valieron el destierro. Calificado de loco, certifica con esto, lo mucho que le debemos a estos locos iluminados, trascendentes, rompedores de modelos instituidos. La lista de locos es abundante, apenas podemos recordar a Simón Bolívar, Simón Rodríguez, a Antonio José de Sucre, Manuelita, Carlos Marx, F Engels, Einsten, Los surrealistas, los poetas malditos, Rimbau, Nietzsche, Picazo, García Lorca, César Vallejo, Rafael Hernández, José Martí, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, A Gramsci, Mariátegui, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Fidel Castro, El Che Guevara, Ludovico Silva y nuestro inmenso Hugo Rafael Chávez. Es una lista, muy mínima de los locos universales que han cambiado el mundo. Los cuerdos, los que se adaptan, los que se callan, los que se arrastran, los intrascendentes, son apenas cosas, que comen por un hueco y excretan por otro.
Rousseau, fue iconoclasta, mantuvo serias diferencias con la fe dogmática de la iglesia católica. Las ciencias al servicio del capital, han pretendido descalificar lo más hermoso del ser humano: la espiritualidad, la subjetividad. Es aquí precisamente donde hay que ir a la raíz, para construir “El hombre y la mujer nueva” del Che. “Cuando se tiene tanto por dentro, se necesita poco de afuera” José Martí. Ernesto Guevara, radiografió a plenitud esta espiritualidad y subjetividad: “El escalón más alto de la humanidad es ser revolucionario”. No es suficiente el desarrollo de las fuerzas productivas, es también necesario el impacto de la conciencia social, que conduce al ser humano a su esencia. ES EN LA CULTURA, DONDE UNA REVOLUCION TRUINFA O FRACASA. “No solo de pan vive el hombre”
El ginebrino, también escribió textos de filosofía, pedagógica, música y literatura, llegó a interesarse en asuntos tan cotidianos como los huertos familiares. En uno de sus conocidos escritos, proponer un “CONTRATO SOCIAL” (1762). Considera que con la puesta en práctica de esté CONTRATO en la sociedad, se pondría poner fin a las insolubles contradicciones del sistema. Pero el capitalismo había venido al mundo, “chorreando sangre por todas partes”, y con la carga del colonialismo a cuesta. Juan Jacobo, vivió en la época de las confrontaciones de la naciente burguesía contra el anciano régimen monárquico. La forma de gobierno no era óbice para Rousseau, la importancia estaba para él, en la gobernabilidad, en la estabilidad social, en los acuerdos entre ciudadanos para hacer posible la convivencia política y social. Fue sin duda un romántico.
La burguesía en ascenso (S XVIII) supo atraerse al naciente proletariado (creado por ella), para conformar fuerzas, y derrotar a las viejas monarquías. En sus inicios, el capitalismo fue revolucionario, en tanto destruyó al aciano régimen. Una vez en el poder, se hace contrarrevolucionaria y se vuelve en contra de la clase trabajadora que le había ayudado a barrer el viejo orden imperial, y ahora quiere ser poder único. Para éste propósito, el capitalismo tiene que crear toda una superestructura socio-económica-política-filosófica, que le permita y garantice el control total de la sociedad. Penetran y se apropian de la cultura y la convierten en instrumento dócil al servicio de su interés. Los dueños de la economía son los dueños de las ideas dominantes. Por esta poderosa razón, la revolución socialista no podrá jamás salir de un Estado liberal burgués. Saldrá enfrentándolo y destruyéndolo. “Con las armas melladas del capitalismo” (El Che), no se puede construir el socialismo. Con el socialismo reformista socialdemócrata tampoco. “El capitalismo creó su propio sepulturero: la clase trabajadora”. Marx.
Un “Contrato Social” entre clases profundamente desiguales y antagónicas, no pasa de ser un deseo romántico. La Ilustración, El Enciclopedismo, La Revolución Industrial Inglesa, La Revolución Francesa, y la Independencia de los Estados Unidos, eran parte de todo este escenario teórico y práctico, construido como superestructura, por la naciente burguesía occidental. Este es el pensamiento de la modernidad. Con este ideario liberal, nos independizaron de España, pero no puede ser hoy, el pensamiento de la revolución. La burguesía suele usar la falacia, que sus intereses son los intereses de todos los colectivos. “Venezuela somos todos”. Es un sonsonete frecuentemente dicho por la derecha reformista. El capitalismo, une para fragmentar y controlar. No puede haber “Contrato Social” igualitario entre intereses opuestos. Lo que el pensador Suizo pretendió unir, ya estaba inevitablemente dividido. La división del trabajo, la plusvalía, el Estado burgués y la clara existencia de clases sociales así lo demuestran.
Hacer una revolución popular respetando el derecho burgués, es verdaderamente difícil, casi imposible. El derecho burgués responde a sus intereses, y el derecho del pueblo a los suyos. ¿Cómo unir, lo que es profundamente opuesto? Acusado de romántico, Rousseau, olvido “la carga del tiempo histórico”, y hasta la propia realidad. El Leviatán de Hobbes, que muestra un horrible monstruo rodeado de pequeñísimas figuras, que giran a su alrededor, y que procuran una ética para darle orden a la sociedad, admite que la competencia lleva a la desconfianza, y la desconfianza a la guerra. Si Rousseau, planteo la búsqueda del paraíso perdido, Hobbes ve en ese pasado la barbarie, lo más próximo a la vida animal, donde la fuerza domina. Para Hobbes el miedo entre los hombres, puede conducir al orden. Para lograr este orden de ser necesario, se usará la Ley con la Espada. “La ley sin la espada no funciona”, se requiere el Estado, al frente del cual debe haber un gobernante. Los súbditos acuerdan admitir un orden, dirigido por un soberano. Mientras que en Rousseau, el soberano es el pueblo, cuya soberanía nace allí y no es representable, sino que es intrínseca a la soberanía popular. En Hobbes El soberano es alguien en particular, de carne y hueso. Marx es contundente: El Estado burgués sirve a los intereses burgueses.
Rousseau, cuestionó la separación de los hombres de la naturaleza, mejor es la convivencia entre ambos. Prefería el campo a la ciudad. Tenía muchas reservas sobre el sistema parlamentario. Fue cuestionador de las falsas democracias. Puso en su sitio a los parlamentarios, quienes suelen extralimitarse en sus funciones. Ha sido sin duda, un escritor de obligada lectura universal. Fidel Castro afirma “haber combatido a Batista con el “Contrato Social” en el bolsillo”. Carlos Marx conoció y estudio su obra superándolo. En los escritos de Simón Bolívar, y su maestro Simón Rodríguez, están presentes las huellas de Rousseau. Napoleón Bonaparte, lo leyó con detenimiento. Hugo Chávez también conoció sus prolijos aportes. En todas las universidades aún se estudia su pensamiento. Fue odiado, y respetado en su época.
El ginebrino, señaló, que el hombre nace libre, pero por doquiera encontraba cadenas. Consideró que los hombres necesitaban de un pacto que permita CONCILIAR sus diferencias. Según él, la voluntad general debe nacer de la comunidad. La ley debe venir de LA VOLUNTAD GENERAL, que es expresión de la moral ciudadana, con la autoridad que le da la razón. Válido es cualquier gobierno, siempre que cumpla con el mandato de ésta Voluntad General. Esta Voluntad General, debe responde al interés común. Cada persona es sujeto de la soberanía, pero objeto por ser parte de un todo social, esto es: la soberanía está en el pueblo. “Toda ley que el pueblo no ratifique, es nula y no es ley”. En verdad, en sociedades de clases, la voluntad no es general, es de clase. Se requieren, acuerdos comunes entre los individuos. En algunas propuestas tiene razón, pero entre desiguales no puede haber leyes iguales. Conciliar a los opuestos es una tarea imposible, a no ser que este por el medio la traición. De esta labor de zapa, se encargan los socialdemócratas.
La sociedad, es un todo orgánico que tiene profundos vínculos entre sus partes. Donde se impongan los intereses de la minoría, no hay, no puede haber comunidad. Las clases sociales no es un invento, ellas existen, y responde a intereses distintos y opuestos. Quien lo dude vea las asimetrías que hay en nuestras ciudades. Las diferencias, forzosamente dividen. Se trata de relaciones de dominio de una clase sobre otra. En este pacto, propuesto por Juan Jacobo, el hombre pierde su libertad natural, pero gana la libertad civil, (estimación que es discutible). El interés común (¿entre desiguales?) es la clave de su “Contrato”. De esta manera, la sociedad puede ser el resultado de la libertad (cuál) humana. La soberanía es para él, expresión palmaria y vital del colectivo, (¿colectivo entre opuestos?) y el sujeto de la soberanía debe ser el pueblo (¿Cómo si los intereses que se imponen no son los del pueblo?). No compartió con Montesquiou la separación de los poderes públicos, pues el Soberano es indivisible. Lenin habló de “todo el poder para el pueblo”. “Todo el poder para los soviets”. Hoy en Venezuela, hablamos del Poder Popular, que está por construirse. Pueblo manipulado, pueblo enseñado a ser limosnero, pueblo que depende del favor del funcionario, pueblo que no hará revolución. EL PODER POPULAR SE CONSTRUYE, NO SE RECIBE POR DELEGACIÓN.
La política (participación del colectivo en los asuntos públicos) para Rousseau, ocupa el centro del interés social. “Considerando a los hombres como son y a las leyes como pueden ser…intentaré siempre unir lo que permite el derecho con lo que prescribe el interés, para que no se encuentre escindida la justicia y la utilidad”. ¿Cuál derecho?, con “cuál interés? Para este propósito, “las convenciones son la base de toda autoridad legítima entre los hombres”. “La naturaleza no produce derecho alguno”. Donde hay un Estado burgués, el Derecho será burgués y defenderá al capital. Donde haya verdadero socialismo, el Derecho tiene que ser construido por y para el pueblo. Los reformistas socialdemócratas, agazapados y traidores, pretenden unir a los opuestos, para que al final gane la pelea la burguesía. Son agentes del enemigo.
Para organizar a la sociedad, el hombre no puede renunciar a su libertad, es decir a la participación en lo público (la política), pues “renunciar a su libertad es renunciar a la cualidad del hombre en sociedad”. Nos recuerda el coraje de Sócrates, en preferir la cicuta, antes que ostracismo, o el indigno silencio. Sólo “los imbéciles” no participan en la política, afirmó Aristóteles. “El hombre es el colectivo mismo: El amor al colectivo no tiene precio…no hay compensación posible para quien renuncia a todo” (Bolívar y Chávez). La igualdad social, es más que la igualdad de las leyes. Rousseau, superó algunos códigos políticos de su tiempo, pero no fue al fondo del problema: la propiedad privada. Apenas advirtió, que la propiedad privada genera en las personas deseo de posesión. Los economistas burgueses hablan de economía política, pero no explican su origen. Rousseau, buscó la igualdad, en la necesidad de un CONTRATO SOCIAL que amainara los conflictos. No fue por lo tanto, a la etiología del sistema capitalista. ¿Cómo hacer un Contrato entre ciudadanos que tienen intereses profundamente opuestos? ¿Cómo hacer coincidir la voluntad general, sin tocar las contradicciones de clase? ¿Cómo reciprocar lo público con lo privado? ¿Cómo lograr que “el deber y el interés obliguen por igual a las dos partes”? El Estado burgués, no es pues representación del interés público, sino del interés privado. El Estado burgués administra lo público, con prevalencia de lo privado.
Poco amigo del sistema parlamentario representativo, Rosseaou, afirma que: “la soberanía…el ejercicio de la voluntad general, no puede nunca enajenarse, y que el soberano, que no es más que un ser colectivo, NO PUEDE SER REPRESENTADO (léase bien: EL SOBERANO….ES COLECTIVO… POR LO TANTO NO PUEDE SER REPRESENTADO.), más que por sí mismo”, pues, “UNA VOLUNTAD PARTICULAR NO PUEDE REPRESENTAR LA VOLUNTAD GENERAL”. En verdad, así ocurre en el capitalismo. Rousseau acotó, que los elegidos por la comunidad, MAS QUE REPRESENTANTES, debería ser COMISIONADOS O DELEGADOS, esto es, sólo puede CUMPLIR EXACTAMENTE LO QUE EL PUEBLO LE ENCOMIENDA. En cada momento o circunstancia, sus facultades estarían completamente establecidas, limitadas por el soberano, que es el pueblo. Como lo dice hoy nuestra Constitución: “LA SOBERANIA ES INTRASFERIBLE.”
¿Cuánto daño nos ha hecho la representatividad política? ¿Cuánto puede afectar a este proceso, las falsas prácticas participativas? En nombre de la estabilidad política, de la paz social y de la unidad, ¿cuántas concesiones se le están haciendo al enemigo natural del pueblo? Cada concesión al enemigo histórico de clase, es un retroceso en el camino hacia el socialismo, y una restauración del pasado. La lealtad más que a hombres, debe ser a principios revolucionarios.
En el Estado están presentes las contradicciones de los opuestos: “Nada hay más peligroso que la influencia de los intereses particulares en los asuntos públicos”, pues esto favorece la corrupción, el burocratismo y la desviación del proyecto popular. Pero, peor es “la corrupción del legislador, consecuencia inevitable de que prevalezcan puntos de vista particulares”. (El Contrato Social). Rousseau, no confió en lo que hoy llamamos democracia. Aristóteles, consideró que la democracia conduce a la anarquía. Es preferible “que los sabios gobiernen a la multitud”; las élites en Aristóteles. Ya no será gobierno del pueblo, sino de las aristocracias. ¿Cómo unir a los desiguales, si representan intereses opuestos? La tesis de Rousseau sobre la soberanía es clara: “La soberanía no puede ser representada por la misma razón de que no puede ser enajenada…la voluntad no se representa…Los diputados del pueblo no son ni pueden ser sus representantes, no son más que sus delegados”. Son “COMISIONADOS” de la voluntad general del soberano. EL UNICO CONTRATO QUE EL PUEBLO PUEDE HACER ES CONSIGO MISMO, LOS DEMAS SON TACTICOS Y DE MUCHO CUIDADO.