La militancia del PSUV, y en especial quienes asistieron como delegados e invitados al III Congreso, seguramente están satisfechos con los resultados del evento más importante de este importante partido, catalogado como el de más militantes inscritos en Latinoamérica y otros confines del planeta.
Mucho se ha dicho y comentado en estos días acerca de la trascendencia de este evento que reunió durante casi dos semanas a invitados internacionales y centenares de compatriotas, con el objetivo de sintetizar y pulir las miles de propuestas que diseñaron las UBCH, como instancias de base. Precisiones y actualización de las Tesis programáticas, Estructura organizativa y Línea internacional coparon el tiempo de quienes asimismo se pasearon por infinidad de iniciativas que pronto conoceremos de manera detallada.
En fin, si a los objetivos vamos, un III Congreso exitoso en el cual se ratificaron, una vez más, líneas de trabajo interno y externo propias de un partido que tiene el tremendo compromiso de ser gobierno y llevar adelante, nada más y nada menos, que una Revolución, ahora con más raíces.
Concluido este encuentro de debate, alegría y retos, cada quien vuelve a lo suyo. A la cotidianidad. A la realidad del barrio, del pueblo, de la ciudad, del estado y de nuestro país. Cada quien vuelve a sentir a la familia y al vecino de carne y hueso que nos exige acciones concretas ante problemas acuciantes, palpitantes, diarios e impostergables a pesar del comportamiento recurrente.
Nos referimos a los nudos que afectan el día a día de nuestros ciudadanos. Hablamos de lo que la gente siente y piensa, a su manera y sin el excesivo tecnicismo, de la economía, de la inflación, de la escases de una lista de productos alimenticios o no, del acaparamiento que no se castiga, del contrabando con cómplices que no termina, de la lista de corruptos , rateros y ladrones privilegiados, para quienes la aplicación de justicia no llega porque raudos y veloces salen a sus anchas por los aeropuertos.
Quiero decir que bien bueno este, nuestro III Congreso, si compartimos en poco tiempo resultados y avances en esos nudos heredados, reproducidos, consolidados y multiplicados, a pesar de los buenos deseos de buena parte de nuestra dirigencia.
El éxito del PSUV, de este III Congreso y de la Revolución Bolivariana no se medirá con tener el partido más grande del mundo, ni porque inscribamos, sin propaganda, a cien mil nuevos militantes en cuestión de semanas. Nuestro éxito va unido al logro, en breve plazo, de poner en movimiento la maquinaria productiva agropecuaria e industrial y utilizar con puntería los recursos que nos aporta el petróleo. Si es necesario, como urgente, un Congreso exclusivamente económico.
Bienvenido.