Cada venezolano genera de 0,9 a 1,3 kilogramos de basura a diario, por lo que cada 24 horas se producen un aproximado de 21 mil toneladas de desechos sólidos, que termina promediando un total de 8 millones de toneladas de residuos anualmente. De esa trágica cifra, se recicla menos del 10% de los materiales reutilizables que se descargan en los más de 350 vertederos de basura a cielo abierto, los cuales acumulan, queman y contaminan toda la desidia ambiental, ocasionada por la ignorancia de los 30 millones de venezolanos que atiborran las calles de la geografía criolla.
Desayunamos, almorzamos y cenamos, pero ¿Dónde termina el cartón de huevos, la botella de Coca-Cola y la lata de atún? Compramos, vendemos y regalamos, pero ¿Dónde termina la colilla del cigarro, la lámina de anime y los vidrios del embutido? Leemos, jugamos y rezamos, pero ¿Dónde termina el papel periódico, las hojillas de afeitar y los test de embarazo? Lloramos, reímos y soñamos, pero ¿Dónde termina el envase del cloro, el envoltorio de las galletas y las conchas de las frutas? Trabajamos, dormimos y envidiamos, pero ¿Dónde termina el pañal desechable, los discos compactos rayados y la mugre de las uñas? Nacemos, crecemos y morimos, pero ¿Dónde termina el pote de champú, el tetra pack de la leche, las jeringas del hospital, el baúl de los recuerdos y las bujías oxidadas?
La respuesta es muy sencilla. Toda la basura venezolana termina aglutinada en una genérica bolsa negra de plástico, que se deposita en el genérico contenedor de basura frente a nuestro domicilio, esperando que las agujas del reloj marquen la impuntual llegada del genérico camión compactador, que trasladará con gritos industriales todos los desechos sólidos hasta el genérico vertedero a cielo abierto, para que de generación en generación se repita la misma errática historia de abuso ambiental.
¿Por qué somos tan sinvergüenzas? Vivimos destruyendo el entorno biofísico que albergamos, y nos quedamos calladitos ante el gran ecocidio que perpetramos en la oficina, en el hogar, en las plazas, en los parques, en las playas y en las aceras del país. La irracionalidad ecológica de la población venezolana, demuestra la carencia de Educación Ambiental en la formación académica que reciben los niños en sus colegios públicos y privados, la falta de Cultura de Reciclaje que golpea la cabeza hueca de los venezolanos, y la negativa de los gobiernos de turno en aplicar la normativa legal que priorice la práctica del conservacionismo.
Pero, ¿A qué normativa legal nos estamos refiriendo? Será a la fantasmagórica "Ley de Gestión Integral de la Basura", que coexiste con las ratas que habitan debajo de las capas de residuos sólidos en La Ciénaga, en El Rodeo, en la Paragüita, en La Bonanza, en El Tocuyo, en Cerro de Piedra, en Potrerito, en Requena, en San Josecito, en Zaragoza, en El Piache, y en el resto de los laberintos venezolanos de aniquilación ambiental, mejor conocidos como rellenos sanitarios, vertederos o botaderos de basura.
Recordemos que los mencionados laberintos del ecocidio, NO fueron, NO son y NUNCA serán la respuesta ecológica efectiva para alcanzar el desarrollo sostenible y sustentable de los pueblos. ¡No te engañes! Los rellenos sanitarios NO representan un "mecanismo técnico eficaz" para disponer de la basura urbana. Si lo dudas, puedes releer el primer párrafo de nuestro artículo de opinión y sacar tus propias conclusiones. La verdad, es que los rellenos sanitarios son improvisadas áreas naturales demarcadas con estratégicos vocablos políticos, que por desgracia, jamás terminan recolectando, clasificando y llevando la basura hasta los centros autorizados de reciclaje, donde se aprovecharían los materiales orgánicos e inorgánicos de los desechos, en aras de su reutilización como materia prima para la fabricación de nuevos productos de bajo impacto ambiental.
Por el contrario, en Venezuela estamos acostumbrados a quemar la basura en horas de la madrugada, desprendiendo un huracán de cenizas tóxicas que maltrata la calidad del aire y provoca enfermedades respiratorias a las personas que las inhalan, pues esas sustancias nocivas para la salud se retienen por largo tiempo en el Medio Ambiente. Imagina que se incinera el mercurio de una bombilla dañada, con el poliestireno expandido de una vieja maqueta escolar, la cual se filtra con la espuma alcoholizada que quedó atrapada en las botellitas de las cervezas, y acabó sulfatándose con las pilas alcalinas usadas por la camarita digital.
Si admitimos que la irresponsable quema de basura a cielo abierto, se efectúa los 365 días del año en diferentes localidades de nuestro país, podemos entender el colosal círculo vicioso en el que nos hallamos inmersos. Además, estamos dañando la capa vegetal de los ecosistemas, propiciando la entrada furtiva de familias que viven en estado de indigencia, y acrecentando la plaga de roedores, aves carroñeras e insectos que llegan hasta los centros urbanizados en los que vivimos, originando una crisis epidemiológica que afecta a todos los estratos sociales.
Seamos sinceros, la solución del escollo socio-ambiental presentado, va más allá de eliminar el vertedero de Cambalache, de La Guásima o de Palo Negro. Lo que enfrentamos desde hace tres décadas en Venezuela, es una asfixiante tendencia consumista en la sociedad venezolana, que no le interesa en absoluto el destino de su fatal consumismo, porque son piltrafas humanas disfrazadas de inteligentes profesores universitarios.
No importa si son niños, adultos o ancianos. Los venezolanos no tienen la suficiente madurez intelectual, para reconocer la importancia del Medio Ambiente y ayudar con el cuido de la hermosa Gaia. Hay mucha terquedad en la sien del pueblo. Así como tenemos la voluntad de pasar horas en la cola de un supermercado para comprar Harina Pan, también podríamos pensar en reciclar el envoltorio después de comer las sabrosas arepas. Así como tenemos la voluntad de insultarnos todos los días por ser escuálidos o revolucionarios, también podríamos pensar en reciclar los componentes electrónicos del televisor obsoleto. Así como tenemos la voluntad de casarnos, procrear hijos por capricho y divorciarnos luego de nueve meses, también podríamos pensar en reciclar la montaña de basura que compartimos en la luna de miel.
Odiamos el reciclaje, porque desde la infancia nos dijeron que la basura no se toca, pero sin darnos cuenta, nos convertimos en basura al no tocar el reciclaje. La gente piensa que la basura desaparece como por arte de magia frente a sus ojos, y no existen razones para sentir un mínimo de remordimiento. Me llama la atención que la mayoría de las personas, siempre lanzan con furia los desperdicios en el pipote de la basura. Lo hacen de mala gana, con mucho enojo y de forma brusca. Nadie quiere sacar la basura a la calle, porque genera fastidio, pena y vergüenza.
Pero, fuimos nosotros quienes compramos todos esos productos que atosigaron al carrito del supermercado, y los pagamos con la tarjeta de débito, de crédito o en efectivo. Fuimos nosotros quienes cocinamos, comimos y usamos esos alimentos adquiridos en la tienda por departamento. Fuimos nosotros quienes saqueamos el empaque de McDonalds con las hamburguesas, los refrescos y las papas fritas. Pese a ello nos preguntamos: ¿Por qué después del festín consumista ya nadie quiere responsabilizarse de la basura producida? ¿Será que pasamos de ángeles a demonios? ¿Será que somos cómplices inconscientes de la barbarie ecológica que ampara al siglo XXI?
Tras mi primer viaje astral a través de los confines galácticos, entendí que el planeta Tierra es un majestuoso orgasmo cósmico y que la vida es el mejor sueño en la historia del Universo. Vayas a donde vayas, te sorprenderás al ver que la Tierra es el único refugio seguro para la existencia humana, ya que reúne las condiciones idóneas para custodiar el transcurrir de nuestra efímera vida. Por eso comprendí que los Seres Humanos estamos en deuda con la Pachamama, y debemos conllevar un modus vivendi que priorice el resguardo de los recursos naturales, y permita una favorable interacción con su sagrada biodiversidad.
Hace un par de semanas, observaba las grandes películas de factura iraní que transmite el canal HispanTV. Dicho canal de televisión, se esfuerza por transmitir filmes inéditos llenos de enseñanzas, moralejas y reflexiones que abren la mente y el corazón de los espectadores. Me gustó mucho la película llamada "El Barrendero", que invita a meditar sobre el desastre ecológico que exterioriza el saturado planeta Tierra, desde un enfoque cómico, irónico y melodramático. Allí se pone de manifiesto los prejuicios sociales que existen alrededor de la recolección de la basura, el doble discurso de los gobernantes que se cargan de demagogia para conseguir más votos del pueblo, y la indiferencia de la ciudadanía que se transforma en los mejores títeres del aberrado show circense.
Hagamos una extrapolación del filme "El Barrendero" con la "Ley de Gestión Integral de la Basura" que ostenta nuestra querida Venezuela desde el año 2010. En su contenido teórico se incluye 18 veces la palabra "Reciclaje", por lo que a continuación emplazaremos el marco conceptual de la referida ley ambiental, con la realidad holística que se ciñe en las venturosas calles del tricolor patrio.
En el artículo 6 concerniente a las Definiciones, se establece que el Reciclaje es un "proceso mediante el cual los materiales aprovechables segregados de los residuos, son reincorporados como materia prima al ciclo productivo". Vale aclarar, que el reciclaje requiere de un trabajo mancomunado entre los organismos públicos, la empresa privada y las ONGs, para cumplir con la sinergia ambiental de la regla de las 3rs (reducir, reutilizar y reciclar).
En el artículo 15 que abarca las Competencias, se afirma que el Consejo Nacional de Gestión Integral de los Residuos y Desechos, tendrá la función de "promover la producción y consumo de bienes y servicios de forma ambientalmente responsable, a fin de procurar su reducción, reutilización, recuperación y reciclaje de residuos sólidos"
Aquí empezamos con el carrusel de la discordia. ¿Usted conoce al supuesto Consejo Nacional de Gestión Integral de la basura? ¿Se ubica en Venezuela o en Uzbekistán? ¿Será un ente gubernamental plagado de zombis de ultratumba o de corruptos burócratas? Más leña al fuego, "promoverá el consumo de bienes ambientalmente responsables". El día que finalmente designen al equipo laboral de ese bendito Consejo, estoy seguro que todos sus esclavos capitalistas tendrán su Blackberry, su Iphone 6, su Galaxy S5 y su Sony Vaio "Made in China".
En el artículo 29 que atañe a la Corresponsabilidad, se señala que "las personas naturales y jurídicas concurrirán dentro de los límites de su responsabilidad, en el manejo adecuado de residuos y desechos sólidos, a los fines de valorizarlos mediante programas que garanticen su recuperación, reutilización, Reciclaje, transformación o cualquier otra acción dirigida a obtener materiales aprovechables o energía".
¡WHAT! Tal vez los señores y las señoras que redactaron la longevidad de la ley, pecaron de ser dulces palomitas blancas incapaces de tener malicia en sus cuerpos. ¿Concurrirán dentro de los límites de su responsabilidad? Ni la gente verde y silvestre ni el sector productivo venezolano, van a comprometerse por voluntad propia con la cadena del reciclaje. Nos duele reconocerlo pero es la purita verdad. Si no son amenazados con el pago de unidades tributarias, con muchísimas horas de servicio comunitario, con la privación de libertad o con cualquier otra artimaña legal, pues jamás van a decidirse a valorizar los materiales que consumen a diario.
En el artículo 35 se especifican los Programas de Retorno de productos de consumo masivo, indicando que "las personas naturales y jurídicas responsables de la importación, fabricación o distribución de mercancías o productos de consumo masivo que generen residuos sólidos, deben contar con programas de retorno para la recuperación de sus residuos, incluyendo los mecanismos de devolución o depósito equivalente, acopio, almacenamiento y transporte, que garantice su reutilización en la cadena productiva o su efectivo Reciclaje".
¡Dios! Todo el mundo sabe que a los supermercados, abastos y demás comercios venezolanos, lo único que les importa es cumplir con la máxima de vender, seguir vendiendo y vender muchísimo más. Nunca piensan en el destino de los potes de la leche en polvo, en los envases del aceite de girasol, ni en el vidrio de las compotas para los niños ¿Programas de retorno para la recuperación de sus residuos? Los dueños de los supermercados sólo quieren recuperar el poder adquisitivo de sus hiperactivos clientes, para que compren las "25" horas del día en un frenesí de consumismo. Lo que hagan con los residuos, es harina de otro costal. Jamás se responsabilizan por el bienestar del Medio Ambiente, siendo bastante iluso creer en los cuentos chinos de la ley.
En el artículo 36 se menciona la Información a los consumidores, precisando que "las personas naturales y jurídicas, responsables de la importación, fabricación o distribución de mercancías o productos de consumo masivo, deben asegurar que los mismos cuenten con la adecuada identificación e información a sus consumidores, que faciliten el tipo de manejo dentro del programa de retorno o Reciclaje". En el artículo 37, se continúa la fantasía legislativa alertándose que "sólo podrá utilizarse símbolos y textos indicativos de reutilizable o reciclable, cuando el programa de Reciclaje respectivo esté disponible al público".
Dígame una cosa ¿Usted conoce algún programa de retorno de materiales que se encuentre activo en su supermercado favorito? Es cierto que muchos productos de consumo masivo, exhiben una imagen que insta a depositar el artículo en un contenedor de basura o a reciclarlo en un centro de acopio. El gran inconveniente, es que esa información gráfica se halla escondida en el empaque del producto. Con alevosía, las transnacionales colocan el símbolo ecológico de forma muy pequeña, casi imperceptible e ilegible para la vista del consumidor tradicional. Ellos saben que nadie va a leer ni a practicar el reciclaje. Los propietarios de los supermercados venezolanos también se lavan las manos, y asumen que todo está explícito en la etiqueta de los productos, por lo que no se sienten aludidos ante el semejante enredo socio-ambiental causado.
En el artículo 38 se delimita el Uso de Material, puntualizando que "los fabricantes de envases y envoltorios, especialmente, los contentivos de productos de consumo masivo inmediato, deben manufacturarse con materiales que faciliten su retorno, reutilización, biodegradabilidad o Reciclaje efectivo".
Por mi experiencia, he visto que los envases de los jugos de naranja Yukery, que la leche descremada con el sello socialista de Lácteos Los Andes, que el Ice Tea de Lipton, que los vasitos del yogurt Mi Gurt y que la malteada de chocolate Centrolac, siempre terminan aglomerándose en las principales calles, avenidas y aceras del país. No sé si esa basura citadina sea parte de las ingeniosas campañas publicitarias de las marcas comerciales, pero puedo asegurar que la Naturaleza tarda de 5 a 100 años en biodegradar todo el plástico y el cartón que se mezcla con tintas, aluminios y pulpa de celulosa.
En el artículo 42 dedicado al Programa de Minimización y Segregación, se cita lo siguiente "los generadores de grandes volúmenes de residuos y desechos sólidos, deberán contar con programas de minimización y segregación en el origen, convenidos con la autoridad municipal competente, para insertarlos en los programas y proyectos de retorno y Reciclaje"
¡WOW! Quienes escribieron la ley estaban un poco obsesionados con los rebuscados programas de retorno y reciclaje, que dicho sea de paso, NO existen en los suelos de Venezuela. Ya se esfumaron cinco años desde la aprobación de la Ley de Gestión Integral de la Basura, y vemos que sólo se atreve a decir "Deben", "Debes" y "Debe". Pero lo triste, es que no hay nada en la ley que se deba estar cumpliendo en la actualidad ¿Convenir con la autoridad municipal competente para reciclar? Ningún alcalde, concejal, diputado o funcionario público de Venezuela, se toma cinco minutos de su vida para reciclar una fracción de lo que consume. Este es uno de los artículos más irrealistas de todo el surrealista reglamento expuesto.
En el artículo 53 conexo a los Sistemas de Aprovechamiento, se describe que "el aprovechamiento de residuos es el proceso mediante el cual se obtiene un beneficio de los residuos sólidos, como un todo o parte de él. Se consideran sistemas de aprovechamiento de residuos sólidos, el Reciclaje, la recuperación, la reutilización y otros que la ciencia y la tecnología desarrollen". Todos los días se aprende algo nuevo. Hoy aprendimos qué es el aprovechamiento de residuos y cuáles son los sistemas de aprovechamiento de residuos sólidos. ¡Enhorabuena!
En el artículo 57 se detalla el Plazo para el cumplimiento de los objetivos, revelando que "el Ministerio del Poder Popular con competencia en materia ambiental, establecerá los plazos para cumplir con los objetivos de reducción, retorno, reutilización y Reciclaje, sin perjuicio de lo dispuesto en los respectivos planes de gestión y manejo integral de los residuos y desechos sólidos". Se agradece que no hayan invocado textualmente al eclipsado Ministerio del Ambiente (Minamb), pues como muchos saben, desde el 2014 ese ministerio fue "fusionado" en el nuevo y confuso Ministerio del Poder Popular para Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo. De todas formas, en Venezuela no se ha establecido ningún lapso de tiempo ni a corto ni a largo plazo, para cumplir con la práctica de las 3rs (reducir, reutilizar y reciclar).
En el artículo 74 vinculado a las Responsabilidades de Manejadoras Habituales, se acuerda que "las personas naturales o jurídicas que se dediquen a la construcción y demolición de obras civiles, tala y podas de árboles o cría de animales, serán responsables de poner a disposición del público los programas de retorno, acopio, depósito y transporte de los residuos, para que se realice la recuperación, reciclaje o eliminación"
Yo no creo que los guarimberos leyeron el artículo 74 de la Ley de Gestión Integral de la Basura, antes de talar y quemar más de 5000 árboles patrimoniales en el año 2014. Tampoco creo que los miles de escombros que revientan las paredes venezolanas por tanta infraestructura urbanística, se pongan a disposición del público para su posterior recuperación o reciclaje. Aunque realmente los escombros si son eliminados, ya que terminan sedimentando las aguas del Lago de Maracaibo, del río Guaire, del Lago de Valencia, del río Limón o del río Chama.
En el artículo 81 se decretan los deberes de las personas, quienes tienen que "participar en los programas de reducción de residuos y en los programas de reciclaje de envases, empaques y afines. ¿Usted ha participado en esos divertidos programas ecológicos? En el artículo 106 se sitúan los incentivos económicos y fiscales que estarán sujetos a "apoyar los planes y proyectos en materia de reciclaje de residuos, propuestos y desarrollados por los pueblos, comunidades indígenas y comunidades organizadas. Nos preguntamos ¿O a la gente no se le prende el coco o la ley oye pero no escucha a nadie? En el artículo 110, se asevera que "las autoridades competentes podrán apoyar mediante incentivos económicos o fiscales, a las acciones propuestas en la recuperación de materiales y en el reciclaje efectivo, siempre que mejoren los parámetros de calidad ambiental y sanitaria. Nos volvemos a preguntar ¿O a la gente no se le prende el coco o los gobiernos oyen pero no escuchan a nadie?
En el artículo 120 se plantean las infracciones graves, que serán sancionadas con multas de entre 101 y 199 Unidades Tributarias, para las personas que "no se ajusten a los cronogramas de adecuación para minimizar la generación de residuos, no utilicen los programas de retorno y reciclaje efectivo, o usen los símbolos de los programas de reciclaje sin pertenecer a ellos" Creo que más de 30 millones de venezolanos quedaron en el limbo con esas bizarras cláusulas.
Y en el artículo 121 se explican las infracciones gravísimas que serán sancionadas con multas de entre 200 y 300 Unidades Tributarias, para las personas que "coloquen en el mercado nacional envases con una concentración de sustancias, materiales o compuestos que excedan las características de peligrosidad esperadas, impidiendo los procesos de reciclaje". A su vez, se penará a quienes "importen, produzcan, distribuyan o comercialicen productos de consumo masivo, en recipientes que no estén acogidos a un programa de acopio para su reciclaje". Pero, ¿Quién puede asegurarnos que esas sustancias peligrosas y esos recipientes ilegales no están llegando hasta la mesa de los venezolanos?
Como vimos a lo largo y ancho del informe, la "Ley de Gestión Integral de la Basura", es una auténtica letra muerta digna de ser la carroña de los cuervos del diván. Es un inacabable bla bla bla que no genera un cambio de timón positivo a favor del Medio Ambiente. Es apenas un numerito resplandeciente en la gaceta oficial, que se escapa por la puerta de atrás debido a la terrible realidad ambiental que sufre Venezuela.
El 90% de los hogares venezolanos, no separa la basura doméstica desde la fuente, ya sea por desconocimiento, conformismo o porque saben que el camión compactador del aseo urbano, se encargará de mezclar todos los residuos y estropeará la tarea del reciclaje. Los estados venezolanos con mayor grado de contaminación por Residuos Sólidos Urbanos (RSU) engloban a Distrito Capital, Miranda, Carabobo, Zulia, Bolívar, Anzoátegui, Falcón, Aragua y Nueva Esparta. Hoy por hoy, Venezuela se ubica entre los 5 países de Latinoamérica con mayor generación de basura per capita, junto a México, Brasil, Argentina y Chile.
La tendencia negativa en Venezuela se agudizará en los próximos 10 años, a causa de la acumulación de basura electrónica generada por dispositivos móviles, por la expansión de la chatarra de automóviles y cauchos en terrenos baldíos, por el desaprovechamiento de la minería urbana para frenar la tasa de desempleo, por la no masificación de centros de reciclaje que sean fácilmente localizables por el pueblo, por la no comercialización de productos fabricados 100% con materiales reciclados, y por la falta de diversificación de la matriz energética, que castigará con fuerza al horizonte ecológico del país, incrementando los niveles de polución por dióxido de carbono, metano y azufre.
Nuestra única recomendación a la Revolución Ecosocialista, es que se olvide de los infructuosos planes pilotos del pasado, y ataque el problema de la basura con la práctica obligatoria del reciclaje por medio de ordenanzas municipales. En esta oportunidad, NO será suficiente con el altruismo de las Brigadas Ambientales, con las esporádicas jornadas sabatinas de recolección de residuos que organizan las ONGs, ni con las trilladas charlas conservacionistas que llegan a los centros educativos bolivarianos.
¡Es muy fácil resolver el conflicto! El día que a los venezolanos se les quite un centavito de sus alcancías, por no clasificar los residuos que consumen a diario en sus casas, ya verán como se pondrán las pilas y empezarán a ejercitar la Cultura de Reciclaje por voluntad propia, para recuperar ese sagrado centavito que perdieron de sus alcancías.
Desde nuestro cibermedio Ekologia.com.ve, te pedimos que NO seas cómplice del delito ecológico perpetrado, y recapacites sobre tu responsabilidad socio-ambiental con el futuro del planeta Tierra. Aprendamos de los pueblos originarios, que viven felices sin los billetes del egoísmo. Ojalá y el reciclaje ya no sea un tema tabú en Venezuela, y se convierta en el sendero de luz por recorrer.