Los días aciagos en la vida del Pueblo con la partida de Chávez

Aquella tarde, habíamos entregado las maletas al despachador de la línea aérea que nos llevaría a Cumaná. Nuestra misión estaba clara, acompañar a nuestros camaradas distribuidores de pescado a domicilio, o como simpáticamente se identifican, los Bicicleteros, en la elaboración de un proyecto integral para hacer de sus servicios un emporio de bienestar colectivo. En Cumaná nos esperaban porque había la posibilidad de tramitar recursos para potenciar esa actividad tan digna como necesaria. En ese momento el celular repica con malos augurios, el Comandante ha partido. Los tres compañeros de trabajo, enmudecimos, solicitamos nos devolvieran el equipaje y regresamos a Caracas. En el aeropuerto "Simón Bolívar" todo quedó mudo, poco a poco la gente se retiró, parecía que el mundo se había detenido de repente.

Retronamos a la Universidad Bolivariana de Venezuela, hija predilecta de Chávez, como se le conoce; allí un inmenso silencio también estaba presente en los siempre revoltosos estacionamientos, los pasillos se acompañaban de rostros juveniles entristecidos y la oficina rectoral era un lugar interesante de encuentro. Allí, viejos luchadores revolucionarios perdieron su bravura y sentados en un círculo, como antes lo hicieron en las sierras de Falcón, El Bachiller y otros tantos espacios de lucha; solo que esta vez lo hacían para llorar. Cuando los viejos lloran es porque el dolor de espíritu es muy grande. Frente a la muerte la gente de mayor edad tiende a ser moderada, pero esta vez, las lágrimas ganaron a la fuerza a esos hombres y mujeres que en el pasado lucharon abiertamente contra el oprobio instaurado por esos gobiernos de la conchupancia adeco-copeyana.

A partir de ese momento, escuchamos lo que podía haber sido epitafios tempranos sobre la partida del Comandante; uno de esos consolidados y ejemplares personajes dijo entre el llanto: Huguito, te vas antes de un nuevo ciclo de conspiraciones. Mensaje premonitorio, o digamos que sabio de la gente que sabe toda revolución vive amenazada, especialmente cuando los adversarios se percatan que las transformaciones sociales y económicas van en serio. Y otro contestó: Camaradas, sin disciplina la partida del Comandante sería un caos.

A todas estas, los medios de comunicación comenzaron a evidenciar que el Pueblo estaba sumido en un profundo dolor, que la gran mayoría quería saber cuál sería el protocolo, y si estaba previsto acercarse al féretro a decirle cualquier cosa entre dientes o desde la infinita potencia de la mente. La onda explosiva que fue la muerte física del Comandante Chávez se expandió por el mundo, y nos percatamos que este sencillo hombre llanero, nacido en la humildad y fortalecido en esa humildad, había alcanzado el corazón de pueblos ubicados en lo más remotos espacios de este planeta que tanto defendió. Su nombre y su obra se propagaron por el mundo en vida; ahora en este aciago momento, asume el cuerpo del viento, de la lluvia, del sol radiante, de las nieves eternas, de la poesía, de la música y se presenta en la apacible calma sepulcral como el mejor recuerdo histórico de estos tiempos.

El Pueblo reconoce la obra política de Chávez, lo nombra Comandante Eterno, asume que los logros deben ser irreversibles y los errores de los cuales somos corresponsables, deben ser corregidos.

Todavía me parece ver y vivir aquellos días, las inmensas filas para despedir al Comandante en su viaje a la eternidad; pero, también recuerdo la mezquindad y ruindad de aquellos que desde antes de su partida, mientras su cuerpo se defendía de la terrible enfermedad, mancillaron su esfuerzo e hicieron mofa y fiesta.

En estos momentos cruciales, en que la Patria es asediada por sus enemigos y males de siempre, Chávez es el cemento que nos une, es el florilegio de ideas para seguir avanzando, es el coraje frente a la adversidad que nos agrede. La revolución existirá asida a la memoria del Comandante Eterno. No por esto, la Patria dejará de parir los Chávez que se necesiten para continuar la revolución.

Finalmente:

¿Y después de la vida qué? Serás bandera/serás poesía/serás canto/serás oración/serás ejemplo/ serás gloria patria/sobrarán los agradecimientos/serás pueblo libre y libertador/serás todas las aves sabaneras/serás tesis política…Y vendrá lo mejor/¡La vida eterna!

¿Y después de esta vida qué? Disgustaría que el pueblo/tenga que esperar /otros doscientos años.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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