En las elecciones no hay triunfo revolucionario sin conciencia y práctica revolucionaria

Las elecciones del PSUV fueron un hermoso triunfo de la democracia burguesa, con todo lo que esto significa: en métodos electorales, tipo de conciencia movilizada, uso del recurso mediático, etc.; sin dudas, triunfó la democracia burguesa. Ahora bien, debemos preguntarnos: ¿triunfó el Socialismo?, ¿tiene ahora más base social consciente revolucionaria que ayer, y sobre esa base podrá dar el giro que requiere la situación?

En definitiva lo que importa para un proceso revolucionario son las relaciones sociales, cómo la gente actúa, cómo se gana la vida, cómo se relaciona y sobre todo ¡qué las moviliza!, cuáles son los intereses que la mueven: las elecciones serán, más allá de los números, reflejos inocultables de esta realidad. La dirección, la gente debe sacar las cuentas numéricas, muy importantes, y las cuentas políticas, ideológicas, de conciencia, más importantes aún. Preguntarse como lo haría el Comandante: ¿dónde está el Socialismo, cómo salió el Socialismo de este evento, más allá de las declaraciones?

Las elecciones son terreno donde se expresan la intuición y la conciencia, el nivel político de una sociedad. La abstención es índice de la intuición, del sentimiento; el voto denota la conciencia en sus variadas formas, desde mercenaria, sumisa, ingenua, hasta revolucionaria. Intuición y conciencia indican el nivel político. Entonces, estudiar lo que las elecciones nos dicen, más allá de los números votantes, es imprescindible ver los números de novotantes, pulsar el momento. Veamos.

Los más perspicaces voceros del gobierno, en ocasión de las elecciones, desempolvaron los llamados a la conciencia revolucionaria, recordaron el deber espiritual revolucionario de la gente, llamaron a votar por Chávez, a ser leales, dijeron: necesitamos votos y conciencia. El apremio de los voceros más lúcidos llamando a la conciencia revolucionaria es muy importante, se reconoce que a la hora de las decisiones, en las encrucijadas, es decisivo el nivel de conciencia revolucionaria de la masa.

El llamado de estos voceros (en franca minoría) denota una intensa lucha ideológica en el gobierno, una hegemonía de la socialdemocracia, de la visión clientelar, mercenaria, que manipula cifras, que se mide en la mejor tradición burguesa por los números del adversario cuando debía medirse en relación con sus propias posibilidades: cuántos votaron de cuántos posibles. Esta visión socialdemócrata, en última instancia, obstaculiza el triunfo de la Revolución (léase bien: de la Revolución, no de la socialdemocracia). Nos están diciendo que se puede ganar en los números pero perder en Revolución, en conciencia revolucionaria, que de las elecciones podemos salir con menos posibilidades revolucionarias. Se impone estudiar de dónde surge la conciencia revolucionaria, cómo elevarla, corregir errores, rectificar, dotar a la Revolución de una sólida base teórica.

Lo primero es entender que la conciencia no está aislada de la realidad, aquella surge, se entrelaza, con ésta, con la forma como vive la sociedad, con la manera como se gana la vida. En un sistema capitalista cuya esencia es la competencia, el robo del trabajo ajeno, la búsqueda patológica del lucro y el ocultamiento de esta realidad simulando otro mundo, en un sistema así la conciencia predominante será la conciencia egoísta, simuladora, mercenaria.

La Revolución es (debería ser) el milagro de sustituir esta relación vida-conciencia egoísta, por una relación amorosa. Se comprende que para sustituirla se debe "cambiar todo lo que debe ser cambiado", como dijo Fidel. Es decir, cambiar la relación entre los hombres, ahora amorosa; la manera como se ganan la vida, ahora de acuerdo al principio "a cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad"; el destino del fruto de su trabajo ahora es la sociedad y no la apropiación por un segmento de la misma; y la conciencia, ahora firmemente "conciencia del deber social".

Ya estamos en condiciones de comprender que el resultado de las elecciones, dependerá en gran medida de cómo se haya modificado la conciencia de la sociedad, y esta modificación depende de la acción del gobierno revolucionario.

Los voceros que hoy convocan a la conciencia deben tener en cuenta que cuando llamamos a los capitalistas, cuando decimos que los necesitamos para la construcción del Socialismo, estamos confundiendo a la masa y elevando la conciencia egoísta, en la práctica trabajamos contra el Socialismo y contra el pensamiento de Chávez. Y este error se refleja en las elecciones, en las que sólo puede tener éxito la Revolución con medidas mercenarias, clientelares, nunca con conciencia revolucionaria; y así ocurre la paradoja de ganar en votos pero perder en conciencia, lo que en realidad es perderse la posibilidad socialista.

Si educamos a la masa en los valores capitalistas, en los métodos socialdemócratas, sólo podremos hacer un gobierno socialdemócrata, que dicho sea de paso ganaron en el pasado elecciones durante medio siglo. Pero sobre esa conciencia nunca podremos ir al Socialismo. Entonces, paradójicamente, embriagados con los triunfos circunstanciales estaremos creando las bases para la derrota del proyecto socialista.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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