Gracias al trabajo innoble y persistente sobre la psiquis del pueblo venezolano, la derecha apátrida logró su objetivo de obtener más diputados en la Asamblea Nacional que las fuerzas revolucionarias del chavismo. Lo que es lo mismo, fuimos derrotados en el parlamento y pasamos a ser oposición.
Ese hecho que nos acaba de pasar podemos tomarlos de dos maneras. Primera, como una lección que nos ha dado el pueblo por no haber llenado sus expectativas y considerarnos que merecemos ser castigados por haber abandonado el legado del Comandante Eterno. O sea un voto castigo para que enderecemos el rumbo. O segunda: Que la derecha apátrida, antinacionalista y apoyada por los imperios mundiales, es el verdadero poder planetario y que quien no se someta a su voluntad está condenado a perecer, independientemente del apoyo popular que pueda tener en un momento determinado, pues tienen la capacidad de manipularlo psíquicamente para que vayan en contra de sí mismo.
En el primer escenario lo que nos dijo el pueblo con su voto adverso al proceso revolucionario que decimos encarnar, es que estamos equivocados en nuestras percepciones de la verdadera situación existencial del venezolano y que nuestras acciones no son las adecuadas para construir el socialismo y poder hacer realidad el cumplimiento del legado que nos dejó nuestro comandante. De esto se deduce que debemos redireccionar la nave y dar el “golpe de timón” que nos ordenó antes de partir. O profundizamos esta revolución o perecemos en el intento. No hay otro camino. Cualquier desvió hacia la derecha nos conducirá al precipicio de la historia
En el segundo escenario la situación y las acciones a tomar son totalmente diferentes. Nos corresponde prepararnos para la lucha larga, en las catacumbas y en las barricadas. Aprovechar las fuerzas y recursos que tenemos y aun todavía podemos manejar, para apertrecharnos y enfrentar al más poderoso enemigo, con poder de fuego, que ha conocido el hombre sobre el planeta tierra. Irak, Afganistán, Siria y Libia, entre los últimos países atacados por las fuerzas imperiales solamente habrían recibidos rasguños, en comparación con lo que a nosotros nos va a tocar. Tener las más grandes reservas petroleras del mundo es el mayor pecado que hemos cometido y eso no nos lo perdonaran jamás. Vienen por nosotros con todos los hierros.
No es tiempo de lamentaciones por los errores cometidos, pues si el segundo escenario es el verdadero, hayamos hecho lo que hubiéramos debido hacer, también estábamos condenados tarde o temprano a la derrota. El sueño de nuestros libertadores ha recibido un descalabro más. Bolivar y Chávez se revuelven en sus sarcófagos por no poder salir y colocarse al frente de los batallones que enfrentaran a las fuerzas imperiales y no permitir “que pisen con sus botas asesinas el sagrado suelo patrio”.
En cualquiera de los dos escenarios, en la cual se pudo haber producido esta derrota electoral, solo tenemos un camino los revolucionarios verdaderos: seguir luchando por construir los sueños de hacer realidad una mejor existencia humana, en una sociedad de convivencia, donde todos podamos vivir sin excluirnos y explotarnos los unos a los otros. Si por esas ideas merecemos la muerte, entonces que comiencen por mí.