Es natural que con el inicio de un nuevo año, los seres humanos, tendamos a hacer un balance del año que fenece y a proponernos metas para el que adviene, independientemente, de que, luego, la rutina, por lo general haga que tales propósitos de enmienda sean dejados a un lado.
Esta tendencia se manifiesta no sólo a título individual sino también en el plano colectivo, siendo el caso, por ejemplo de las agrupaciones políticas que haciendo votos de fe se plantean ciertos objetivos que, al poco tiempo, abandonan bien porque las realidades a las que tienen que hacerle caras se le tornan adversas o, sencillamente, porque los soportes sobre los cuales se formulan tales objetivos se sustentan en lo que el poeta denominaba vapores de la fantasía.
Autocritica incompleta
Este es el caso de la MUD, que, con motivo del triunfo obtenido en las elecciones parlamentarias de 2015, en un éxtasis eufórico, se planteó la inminencia del derrocamiento del gobierno presidido por Nicolás Maduro, señalando, incluso, plazo fijo para que tal objetivo se materializara.
Objetivo que fue desbordado por la realidad, en parte, a consecuencia de las diferencias tácticas y a las ambiciones grupales presentes en su seno, y, en mayor medida, por la vaporosa apreciación de que el pueblo venezolano, sometido a la despiadada agresión de la escasez de productos y la inducida inflación, sería fácil presa de la desesperación que lo conduciría, vanguardiado por los supuestos sectores preclaros opositores, a volcarse a las calles a forzar la salida del gobierno bolivariano.
Tan adversos les son los resultados, a la oposición mudista venezolana, que ahora, en sus propósitos de enmienda, para el 2017, aparece su secretario ejecutivo, el Chúo Torrealba, declarando, íngrimo y sólo, que "Nosotros reconocemos que no presentamos una perspectiva clara de hacia dónde iban los cambios luego de las elecciones", es decir, que las contradicciones se hicieron presentes en su interior haciendo aguas las predicciones que se planteaban en el inicio del 2016.
Pero, la autocrítica es a todas luces incompleta, pues, en sus declaraciones, el vocero de la MUD, no destaca la causa principal que incidió para que no concretaran las metas planteadas, como es el hecho de que no lograron incorporar a la gran masa popular a las disparatadas acciones con las cuales los sectores ultra radicales, que le marcaron la pauta a la MUD, pretendieron derrocar al gobierno bolivariano.
Simplemente, despilfarraron el capital político evidenciado en las parlamentarias del 2015, al no conformarlo en una fuerza social y política capaz de ser movilizada en función de retomar el control del país para colocarlo, nuevamente, según su pensamiento neocolonizado, bajo la tutela imperialista estadounidense.
Huestes moralizadas
En cambio, es dable observar que las fuerzas bolivarianas que para inicios del 2016 se presentaban disminuidas por la derrota electoral parlamentaria sufrida, al cabo del año transcurrido, se pusieron de pie, moralizando a sus huestes.
En el terreno económico, se ha logrado concretar un acuerdo con los países productores de petróleo que hace factible el alza progresiva de los precios del barril petrolero que ya está rondando los 50 dólares, hecho este que mejorará ostensiblemente la capacidad económica del Estado; por otra parte, es notorio, también, el aumento de su recaudación tributaria, condición esta que permite ampliar la facultad de redistribución de la riqueza nacional.
Pero, tal vez, sea, más significativo aún, en lo económico, el hecho de que los 15 motores económicos creados por el gobierno nacional ya para este año comienzan a generar los resultados que motivaron su instrumentación, en los esperados índices de productividad, producción nacional, generación de empleos e innovación tecnológica, dentro de la orientación estratégica de impulsar el quiebre del modelo rentista dependiente y la instauración de un modelo de desarrollo nacional productivo y autosustentable.
En este sentido, hay que resaltar, la recuperación que se viene dando en las industrias básicas estratégicas y las empresas socialistas que ya comienzan a mostrar resultados tangibles que indican que se está operando un salto cualitativo en un sector muy importante de las fuerzas productivas del país, tanto a nivel gerencial como laboral.
En lo social, a pesar de las dificultades presentes, se mantiene el esfuerzo sostenido con las Misiones Sociales que indiscutiblemente han devenido en mecanismos ciertos para elevar las condiciones de vida del pueblo venezolano, los indicadores son muy elocuentes al respecto; como también lo es, pero en sentido inverso, la declaratoria de la MUD, en la que su vocero Torrealba, impúdicamente, intenta enrostrar al chavismo la existencia de un 73% de pobreza, pretendiendo hacer abstracción de los efectos regresivos que la criminal guerra económica desatada por la coyunda imperialismo-burguesía parasitaria (sus mandantes en la alianza que adversa al Proyecto chavista), genera en los sectores medios y populares del país, con la evidente finalidad de sacarle provecho político a tan deleznable proceder.
Por encima de las dificultades
Y en lo político, en este año de tantos avatares, el chavismo supo empinarse por encima de las dificultades; en lo internacional enhebrar una amplia red de relaciones gubernamentales y con diversos pueblos del mundo destinada a romper el cerco que pretendió establecer el imperialismo en torno al país; y en lo interno, se mantuvo en la calle, expectante frente a cualquier situación comprometida y fortaleciendo la unidad cívico-militar, clave estratégica para la preservación del proyecto socialista de transformación de la sociedad y, por encima de todo, se logró mantener la paz de los venezolanos.
Por estas razones, y muchas otras que se quedan en el tintero, presagiamos que este nuevo año será promisor para la recuperación y fortalecimiento del chavismo; más no así para la confundida oposición que, a pesar de los decires de sus voceros, se mantiene enmarañada en sus insondables contradicciones.