El Presidente Nicolás Maduro, ante la arremetida que han estado llevando a cabo los factores oposicionistas, en la búsqueda de dar al traste con la Revolución Bolivariana, ha convocado a un proceso constituyente que profundice la democracia directa. Este llamado coloca en manos del pueblo venezolano la resolución a la tranca que han colocado los oposicionistas a la salida del conflicto desestabilizador que envuelve al país. Ante la negativa al diálogo, ante los constantes actos terroristas, ante el desacato a las sentencias del Tribunal Superior, ante el desconocimiento a los otros poderes públicos, ante la intención de dar un golpe de estado y la pretensión de lograr que gobiernos de la derecha internacional intervengan y depongan al gobierno revolucionario, Maduro se las jugo a la propuesta de activación del poder originario, el poder popular, mediante la iniciativa de convocar una Asamblea Nacional Constituyente y de esa manera puso en jaque a los factores golpistas oposicionistas.

Es público y notorio que la derecha le teme al poder popular, y, en todo momento, pretende invisibilizar, anular o destruir los movimientos comunitarios que buscan la igualdad colectiva y la democratización de la sociedad, de la toma de decisiones, de los recursos naturales y de los medios de producción. Esto lo podemos observar cuando presenciamos como los grupos oposicionistas agrupados en la MUD se dedican a satanizar los círculos bolivarianos, los consejos comunales, los colectivos y cualquier agrupación sociopolítica que se exprese a favor del socialismo. También podemos darnos cuenta por la constante estimulación e incitación al individualismo sobre lo colectivo, a sus expresiones de la primacía de la propiedad privada sobre la propiedad comunal, a sus declaraciones acerca de que se debe reducir el rol del estado y darle paso a las grandes corporaciones empresariales, y sus discursos en pro del representativismo político por encima de la participación protagónica del pueblo.

Los oposicionistas quedaron en jaque al verse desnudos en sus propuestas y su pataleo por obtener el poder basados solo en el slogan de "Fuera Maduro". Las últimas marchas y concentraciones que han convocado bajo la premisa de sacar al chavismo del gobierno terminan en un vacío al no haber ningún líder que sea propositivo, que muestre un plan alterno al socialismo bolivariano, que exponga cuales son las medidas para superar la crisis económica que ellos mismos han creado, o cuáles son sus propuestas gubernamentales y su visión de país. Nada, estas concentraciones solo sirven como mecanismos para hacer catarsis y luego volver a la misma realidad traumática que le han introyectado a sus seguidores, quienes se sienten frustrados al no lograr derrocar a los "malvados chavistas".

La convocatoria a la activación de una asamblea constituyente nos abre las puertas para profundizar hacia un estado popular socialista, en donde se establezca en la Constitución las distintas organizaciones comunales y sus mecanismos gubernamentales. Lo contrario sería que los factores oposicionistas retrograden los logros sociales obtenidos en estos diecisiete años, e impongan el derrocamiento del proceso bolivariano y su sustitución por un gobierno de derecha neoliberal que tenga un inmenso poder de control en todos los órdenes de la sociedad (económico, político, mediático, religioso, salud, laboral, psicológico, civil, militar).

O nos unimos a la estampida de factores oposicionistas y seudosocialista que solo critican y se dedican a extraer sus perspectivas negativistas de la convocatoria a una asamblea constituyente o nos colocamos en una posición propositiva que asuma el profundizar en la refundación de un país democrático, colectivo, socialista, humanista, bolivariano.

La convocatoria ya está en pleno juego, participamos o se la dejamos a los factores oposicionistas. La decisión está en nuestras manos.