Las Antillas menores y mayores de nuestro Mar Caribe en América vienen siendo azotadas por tormentas y huracanes que dejan huellas dolorosas a su paso, al tiempo que, en tierra firme, pequeños temblores y terremotos cobran lo suyo no solo en pueblos latinoamericanos, sino también en diferentes territorios del globo terráqueo. Aunque la madre tierra se reacomoda a su tiempo y por ciclos, en estos tiempos recientes, es bien sabido que el cambio climático acelerado juega un papel de reclamo por el efecto invernadero de los irracionales modos de consumos energéticos contaminantes del planeta y muy particularmente por los llamados países desarrollados.
Hay que decir también, que algunos proyectos científicos reservados por estos mismos países pudieran estar siendo manipulados o impulsados a través de mal usadas tecnologías. Podríamos referenciar ejemplos donde armas nucleares en pruebas, crean sismos de magnitudes importantes o citar casos como el proyecto científico "Haarp" instalado en Alaska (EE.UU.) donde se desarrollan armas climáticas desde 1.999. Es muy curioso que nuestra zona americana del sur, centro y el Caribe en Latinoamérica haya sido fuertemente sentida y golpeada con sismos de magnitudes destructibles que cada vez ciclo de apariciones más cortos y con aumentos de magnitudes en su escala.
El modelo de vida consumista de los neo imperios direccionan su mirada a los tesoros benditos que Dios regaló a naciones como Venezuela y, en una especie de huracanes malévolos, apuntan su ojo sobre nuestras riquezas "so pretexto" de paz, ayuda, desarrollo, modelo democrático y cientos de bla, bla blá coreados por piratas que le mueven la cola y venden con traición a sus propios pueblos. Los nombres de estos huracanes y piratas se los asignan ellos mismos pues en el mundo al revés de hoy día, manejan un discurso de guerra mediatizado ante escenarios creados para la paz.
Es bien sabido en el mundo entero los tesoros que posee Venezuela en su territorio, es un país rico con oros de varios colores como el petróleo y gas, minerales (oro, diamantes, hierro, bauxita, coltán, entre otros tantos), agua abundantes en ríos, lagos y mares, vegetación envidiable y reservorio milenario como parte del pulmón en el planeta, una mágica flora y fauna única en especies diversas, tierras aptas para la siembra en una variedad que juega con el clima tropical, ubicación ideal para lanzamientos de investigación al espacio exterior y sobre todo, el oro de un gen libertario que corre por las venas en la gran mayoría de sus hijos.
Como no todo es perfecto, hay excepciones y Venezuela tiene también sus malos hijos, una especie de marcianos de Venus, y son esos que la venden como lo harían con su propia madre. Claro, esta imperfección tiene mucho que ver con los nuevos y viejos tiempos reencontrados en sionistas, supremacistas, racistas o arrogantes mercantilistas. La política pasa a ser una excusa perfecta para comerciar la guerra y penetrar naciones ricas. El ejemplo actual contra Venezuela se nota en la alianza de un copetudo gringo magnate que pretende a través del lacayismo local y regional de grupos tipo "tradición, familia y propiedad" para penetrar nuestras riquezas justificado en titulares de una prensa mundial que maquilla la verdad y la disfraza con mentiras en el juego manipulador subliminal y la técnica de la semiótica que secuestra masas.
Estas élites oligarcas se han unido en una componenda para montar el ojo del huracán sobre Venezuela como guerra en territorio de paz jugando las cartas de desespero y, en esas amenazas recurrentes y traiciones presentes, hacen que al mismo tiempo reviva en los buenos hijos el nacionalismo de espíritu libertario de nuestro padre Bolívar. Frente al tiburón con cola de perro meneada por cazones, nos ponemos las botas para defender nuestros tesoros que en el tiempo cercano quemarán hasta el propio disfraz del dólar sin sustento que se rendirá a la realidad de una verdadera economía mundial.