Lula ya no es Luis Ignacio

La derecha, no solo da golpes, también da coñazas

La burguesía liberal, y la burguesía neoliberal, están detrás de estos candidatos, y la contienda electoral del 28 de octubre en Brasil. Montado sobre contradicciones insolubles, el capitalismo se inventó lo del PROGRESO, cuyo ismo le permite correr la verruga de las ofertas y engaños, para dilatar las esperanzas de los pueblos. Ofrecimientos para el mañana, que nunca llegan, pero oxigenan al capital. Algunos  logros  contables, son exhibidos como presea para las ilusiones populares. Para nada el progresismo es revolucionario, menos se puede aproximar al socialismo.  Donde el progresismo ha sido poder, las reformas afloran y la revolución recula.

Esta hirviendo la molestia popular en el Brasil (y en toda “La patria Grande”), los resultados electorales, lo dicen todo; el progresismo de Lula y Dilma  aparejado con el capital liberal tienen consecuencias: populismo, reformismo, asistencialismo, burocratismo privatizaciones y  corrupción. Hoy recogen lo que sembraron. El socialismo no es continuación del capitalismo, es ruptura hacia otra modalidad completamente opuesta al capital. Por su lógica y naturaleza, no hay capitalismo humano, ni burguesía nacionalista. Los partidos se vuelven mafias, perdiendo el respaldo popular.

El propio Lula, en buena parte es culpable de lo que allá está pasando. Con su PROGRESISTA partido de los trabajadores (PT), no tuvo problemas en rubricar vasos comunicantes entre trabajo y capital. Ante la ausencia de poder popular, el Brasil de “La teología de la liberación”, el de  los pobres, se volcó hacia los evangélicos. Esto se está repitiendo en Centro América. Recordemos  los dos millones de votos evangélicos en nuestra última elección Presidencial. Los evangélicos son más conservadores, más dogmáticos y fundamentalistas, pasto fácil para la ultra derecha. Consideran que algunas libertades humanas,  son pecados y  Bolsonaro es el mesías enviado por Dios, para limpiarlos de la perdición mundana y sacrílega. Muchos,  muchísimos pobres y pocos muy pocos ricos, así lo quiere diosito. Es el Dios hegeliano que es “Ser pensante”. Para nada aceptan que Dios no creo al hombre, sino éste a Dios. Con el apoyo de los gringos, en los barrios de Brasil, los pastores  desplazan a los curas.  En su favor, cadenas completas de medios de comunicación. El PT, interesado en más mercado y menos socialismo no vio crecer este peligro. El mercado estimuló la corrupción. El burocratismo y la ineficiencia se propagaron.  Hace pocos días, Lula se vio obligado a admitir, que “era preciso hacer un tipo de enfrentamiento más directo, más determinado”, contra sus socios; la burguesía liberal. El capital no tiene ética, tiene intereses. Con Dilma, éste entreguismo fue peor, Su Vice, estrechamente vinculado al capital, ayudó a su caída. Si Haddad pierde, es posible la división del PT y los trapitos saldrán al aire. Con  nuestra  izquierda fragmentada y el respaldo popular en merma, la ultra derecha, no solo nos puede dar un golpe: NOS DARÁN UNA COÑAZA.

Gane o pierda “el progresismo” en Brasil, saldrán a decir que este susto o triunfo del ultra derechista bárbaro y salvaje Bolsonaro, se debió AL IMPERIALISMO. En nada son  culpables los progresistas. Con un dedo señalan a los otros, pero tres dedos propios señalan contra ellos. En todas partes, el progresismo ha sido tolerante y aliado del capital. Quiere estar en el medio: entre el capital y la pobreza. Al primero le trasfiere dólares, al segundo esperanzas. Con el mismísimo discurso del capital, dicen que la inflación se combate con producción, que la producción capitalista, conduce al crecimiento y el crecimiento al desarrollo social. FALSO DE TODA FALSEDAD. ¿En este entramado de mercado, quienes se benefician y quienes son explotados? El desarrollo económico para el capital, no lo es para los trabajadores. Desarrollo económico capitalista, no es desarrollo social. Bien podemos  con detalle y profundidad, examinar el metabolismo y la fisiología del capital, y  nos toparemos con la contradicción: “Capital Vs Trabajo”. ¿De dónde sale la riqueza y de dónde la pobreza? AL MUNDO LO GOBIERNA LA MENTIRA. La alarma está encendida. Como nunca antes, la unidad de la izquierda debe ser pronto. Una agenda mínima de trabajo puede ser punto de partida. Disenso para el consenso.

El fascista Bolsonaro, pueda ganar las elecciones del venidero 28 del presente mes, su hijo salió votado a Diputado con altísima votación. Igual pasó con una de las abogadas que atacó fuertemente a Dilma cuando su destitución de la Presidencia. Los fascistas, lograron más de 200 diputados. Dilma quedó lejos, de cuarta aspirante al Senado. Las zonas más pobres, más votaron por Bolsonaro. Les puedo jurar, apostar lo que sea a mis lectores, amigos y camaradas, QUE PARA NADA, ABSOLUTAMENTE PARA NADA, NUESTRO GOBIERNO SE VERÁ EN ESTE ESPEJO. Dirán, Venezuela es otra. “La izquierda solo habla paja”. ¿Quién lo dijo?

Los Bolsonaro en Centro América son abundantes, y para nada han sido advertencias a nuestro gobierno. Los chavistas  venimos perdiendo votos, pero se  inventan subterfugios para jugar con la matemática electoral y aparecemos como ganadores en crecimiento. La hiperinflación incontenible, el gobierno cree que la detiene a punta de dinero inorgánico, que en horas se devalúa. Cualquier bodeguero pone los precios que le da la gana. Las cadenas de supermercados  privados, ni hablar. “Precios acordado” ¿Dónde? Se burlan como quieren del gobierno.   Lo electoral es prioridad para Miraflores. El socialismo no figura ya en la agenda política. No combatir al capital, aliarse con él; PAÍS POTENCIA.

Nuestro país, mayoritariamente es de jóvenes. El impacto de la cultura rentista del petróleo por cien años, nos ha percolado a todos. Tan lejos del socialismo y tan cerca de los gringos. Cien años de consumismo brutal. Todo o casi todo nos venía de allá. Éramos “el ta barato deme dos”. Lo más exquisito del mundo, se conseguía en los mejores centros comerciales del país. 4000 apartamentos en Florida y Miami de venezolanos, para ir una o dos veces al año.  50 millardo de dólares en importaciones anuales. 500 millardos de dólares fuera del país. Cambiamos  petróleo por espejitos inútiles. QUE LOCURA. Aquí está la raíz  de nuestra conducta hoy. Todos somos corresponsables de lo que nos pasa.

Brasil  no peleo su independencia, la burguesía nacional la negoció. Han pasado por brutales dictaduras militares. Tienen una burguesía parasita y apátrida, incondicional de los Estados Unidos. En una oportunidad, el angelito de H Kissinger afirmó, que “Para donde se incline Brasil, se inclinará América Latina”. Trump piensa lo mismo. Cansada de ser engañada, la pobresia brasileña dio un salto en garrocha y voto por su peor enemigo: el fascismo. El voto de la clase media y de religiosos evangélicos, no nos extraña.

Todas las peores plagas nos acechan: Más de treinta bases militares gringas. Peligrosos acuerdos con la OTAN. Poderosos carteles de la droga, vinculados con líderes políticos. Países cuyas tierras en casi un 60% son propiedad de  trasnacionales como Monsanto. Burguesías genuflexas.  Partidos y “dirigentes” absolutamente controlados  por sus burguesías. La corrupción por doquiera. El progresismo apela  al fracasado desarrollismo, y pacta con el capitalismo. Nuestros países son ricos pero empobrecidos.

El pasado domingo vi en la Tv, a un dirigente chavista, defender la opinión de su entrevistador, de que “el mercado sólo no lo puede, el Estado solo tampoco”. Quien lo dijo y quien lo aceptó, prefieren más mercado y menos Estado. Molesta que  un auto nombrado “socialista” o tal vez sociolisto, admita esta falacia. Con dinero del pueblo (préstamos del Estado a “emprendedores”) se explota al pueblo. Estos disque “empresarios” no tiene tradición de riesgo de capital propio, arriesgan el del pueblo.  Se habla de ultra neoliberalismo. ¿Qué nos queda?, ¿la guerra? 

Que un 65% de nuestra población viva en zonas de alto riesgo. Que la pobreza siga en aumento. Que las cárceles estén saturadas de pobres. Que el desempleo aumente. Que la deuda externa de nuestros países sea impagable. Que el burocratismo y la corrupción se fagociten la hacienda pública, QUIEN LO DUDA. El “político” Lula, ya no es el obrero metalúrgico Luis  Ignacio. “El  ser social determina la consciencia”.

(Hasta el próximo sábado)

 



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Jesús M. Vivas P.

Profesor Universitario con 45 años de servicio docente. PhD en Historia, egresado de la Universidad Complutense de Madrid. Más de 700 Artículos publicados a nivel nacional e internacional, mas de 60 años en la lucha revolucionaria, soy Jesus "Chucho" Vivas

 jesusm_vivas@hotmail.com

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