Las pandemias son muy peligrosas. Lo mejor que podemos hacer es acatar la cuarentena emanada del Poder Ejecutivo. Si queremos colaborar para evitar el contagio del Coronavirus quedémonos en casa, ordenemos lo que hay que ordenar. Dediquémosle tiempo a nuestros hijos, a nuestros seres amados. Hagamos las llamadas telefónicas a aquellas amistades que tenemos en el olvido. Combinemos el trabajo creador con el ocio liberador ya que juntos enaltecen a los seres humanos tal y como lo dice el economista alemán Ernst Friedrich Schumacher en su libro Lo pequeño es hermoso: "el trabajo y el ocio son partes complementarias de un mismo proceso vital y no pueden ser separados sin destruir el gozo del trabajo y la felicidad del ocio"
Mi recomendación es que hagamos una lista de los libros que no hemos leído, de las obras musicales que no hemos oído, de las obras de arte que no hemos admirado, de las películas que no hemos visto, de las obras de teatro con las que no nos hemos encontrado. ¿Cómo? Haciendo uso pedagógico del Internet o revisando nuestra biblioteca.
¿Qué leer?
Sociedades Americanas en 1828 y Defensa de Bolívar, ambos de Simón Rodríguez, Discurso de Angostura de Simón Bolívar, Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, Silva a la agricultura de la zona tórrida de Andrés Bello, Ifigenia de Teresa de la Parra, Sobre Salvajes de Gustavo Pereira, Piececitos de niño de Gabriela Mistral, Casas Muertas de Miguel Otero Silva, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, El reino de este mundo de Alejo Carpentier, Canto General de Pablo Neruda, Francisco Tamayo: estudio de su vida y aproximación a la vigencia de su obra de Omar Hurtado Rayugsen, El almohadón de plumas de Horacio Quiroga, ¡Bolívar vive! de José Gregorio Linares, Cipriano Castro: soberanía nacional e imperialismo de Manuel Carrero, Siete fechas y un epitafio de Andrés Aguilar Pérez "Papote", Manzanita de Julio Garmendia, Los jacobinos negros de CLR James, Los condenados de la tierra de Frantz Fanon, El llano en llamas de Juan Rulfo, Humor y amor de Aquiles Nazoa, El educador neocolonizado de Luis Antonio Bigott, Odas a la cotidianidad de Gilda Girardi, y La casa de los espíritus de Isabel Allende, son buenas opciones.
¿Qué oír?
Y si de música se trata, oigamos los cinco discos del Quinteto Contrapunto, el disco Mi Canción de Alfredo Sadel, Fiesta en Elorza de Eneas Perdomo, oigamos el triángulo fundamental del tango argentino: Gardel, Pichuco y Piazzola, oigamos la Sonora Matancera, el Cuarteto Caraquita, a Leonel Ruiz, a Badaraco, a Fabiola José, a Cecilia Todd, a Lilia Vera, a Daisy Gutiérrez, a Leonor Fuguet. Oigamos el Popule Meus de José Ángel Lamas, Himno a Bolívar de Teresa Carreño, Réquiem in memoriam Patris Patriae de Vicente Emilio Sojo, Florentino el que cantó con el Diablo de Antonio Estévez, Genocidio de Modesta Bor, Bachianas Brasileñas de Heitor Villalobos, Bolero de Ravel, Suites para chelo de Bach, las Gymnopédies de Erik Satie, Las cuatro estaciones de Vivaldi, el Judas Macabeo de Haendel, La consagración de la primavera de Stravinski, Cuadros de una exposición de Músorgski, 9na. Sinfonía de Beethoven, 4ta. Sinfonía de Brahms, 2da Sinfonía de Sibelius, el Réquiem de Mozart, Carmen de Bizet, Aida de Verdi y La bohéme de Puccini.
Veamos cine
No dejes de ver cuatro cortometrajes esenciales: El cuatro de hojalata de Alberto Monteagudo (1978) y ¡Al paredón! de Mario Mitrotti (1970), ambos venezolanos; El agujero negro, film inglés de Phil Sampson y Olly Williams (2008) y el film egipcio El otro par de Sarah Rozik (2015). Y los siguientes largometrajes: El pez que fuma de Román Chalbaud, Reverón de Margot Benacerraf, Oriana de Fina Torres, Domingo de resurrección de César Bolívar, Ladrón de bicicleta de Vittorio de Sica, El acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein, Luces de la ciudad de Charles Chaplin, Mi tío de Jacques Tati, El discreto encanto de la burguesía de Luis Buñuel, Amarcord de Federico Fellini, Fresas salvajes de Ingmar Bergman, Rashomon de Akira Kurosawa, María Candelaria de Emilio "El Indio" Fernández, La fiesta inolvidable de Blake Edwards, Amélie de Jean-Pierre Jeunet, El piano de Jane Campion, Hugo de Martin Scorsese, Canción de las sombras de Roque Zambrano, la saga de El Padrino de Francis Ford Coppola y La última cena de Tomás Gutiérrez Alea.
Veamos teatro
Es posible que en Youtube logres ver algún montaje de obras de teatro como Esperando a Godot de Samuel Beckett, Casa de Muñecas de Henryk Ibsen, El rompimiento de Rafael Guinand, Apacuana y Cuaricurián de César Rengifo, Baño de damas de Rodolfo Santana, Ratón de ferretería de Román Chalbaud, Simón de Isaac Chocrón, Hamlet de Shakespeare, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, Don Juan Tenorio de José de Zorrilla, La vida es sueño de Calderón de la Barca, y La Divina Comedia de Dante Alighieri. Ojalá puedas ver El fabricante de máscaras de Marcel Marceau.
Vayamos al museo en casa
Si de obras de arte se trata, puedes comenzar con el mural de Amalivaca de César Rengifo, la exposición escultórica Sin cordero de dios de Eduardo Azuaje, El Carnaval de Arlequín de Joan Miró, el Guernica de Pablo Picasso, Cocotero de Armando Reverón, Los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya, Ternura de Oswaldo Guayasamín, Retreta en Petare de Bárbaro Rivas, y el lienzo Gloriosa Victoria de Diego Rivera.
El ocio liberador
Es posible que después de la cuarentena muchos de nosotros seamos personas repotenciadas porque entendimos que necesitamos el ocio para desarrollarnos integralmente. En esta encerrona estamos obligados a disponer de nuestro tiempo para hacer lo que nos venga en gana: cantar, meditar, jugar, leer, escribir, hacer ejercicios físicos, ver películas, óperas, obras de teatro, compartir con la familia, estar solos, ordenar la biblioteca, cultivar nuestros pasatiempos, mirar el techo, hacer silencio, aprender nuevas cosas, desaprender otras; en fin, crear, cocrear, crecer. Este es un momento para revalorizar el ocio ya que, explica el teórico marxista venezolano Ludovico Silva: "toda la sociedad deberá disponer de un tiempo libre o de ocio lo suficientemente grande como para que cada individuo pueda realizar lo que antes era privilegio de un sólo sector, a saber, la adquisición de conocimientos, tanto humanísticos como científicos".
José Gregorio Linares, en La utopía posible nos explica que: "en la sociedad socialista se deben crear condiciones objetivas para que cada persona pueda elegir libremente las actividades a las que desea consagrar su tiempo libre, sin necesidad de sentirse atado a la obligación de producir y consumir. Porque sólo durante el tiempo que voluntariamente dedica a lo que desea hacer, el ser humano es capaz de explorar su mundo íntimo, infinitamente más grande y sugestivo que el que encuentra afuera. En esos momentos es capaz de soñar plenamente".
Seamos felices
La vida es distinta cuando vemos las fotografías de Orlando Ugueto o las de Juancho Domínguez o las de Juan Carlos Incoronato o las de Félix Gerardi. Ellas nos invitan a explorar nuestra esencia, nuestro mundo interior; seamos, pues, los protagonistas de nuestras vidas; encendamos nuestra llama interior; establezcamos un abrazo protector dentro de nosotros; seamos sin juicios, ni prejuicios, ni perjuicios; reivindiquemos el derecho al ocio como una conquista; restituyamos el enorme poder liberador del tiempo libre para que desencadene una diversidad de formas de pleno disfrute de la vida; abramos nuestros espacios para que todo aquello que nos nutra nos eleve en esta cuarentena y fortalezcamos nuestra máxima: "una revolución para que sea irreversible debe ser cultural".