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Vuelven los delfines a Chichiriviche, surcan por cientos las toninas el Orinoco, millones de peces bullen en nuestras costas, ¡algarabía de felicidad!, ¡albricias! Regresan las garzas a las lagunas ya los lagos, el aire está puro y la luz diáfana, halos promisorios en el sol y la luna llena en su mayor esplendor; se plena el cielo con aves silvestres, se oyen las guacharacas, a las guacamayas y loros; salen de sus madrigueras los venados, los chigüires, las dantas… animales que comienzan a incorporarse a la población humana sin recelo ni el temor que imponen las bestias del "progreso". Júbilo de la naturaleza, paz soberbia en las grandes urbes, y en todas partes tus enseñanzas, ¡Oh!, grande padre de la patria, Chávez. Todo esto es como un himno de la naturaleza dedicado a ti, gran Comandante, más allá del dolor que a todos nos consterna…
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¡Oh, sí, Chávez!, veo en esta Pandemia el rayo de tu de tú condena contra el degenerado capitalismo, ante tantos horrores que te hicieron sobre todo los poderosos gringos y europeos… aunque yo así lo vea, como una venganza de la naturaleza, debo aclarar que tú, Comandante Chávez jamás en su vida tuviste algo de vengativo.
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Cómo te odiaron esos bestiales gringos y europeos, hasta que con su saña consiguieron asesinarte, Chávez. No te dieron ni un segundo de paz, y toda la poderosa prensa mundial, si pausa ni medida te motejaron de narcotraficante, de ladrón, de sádico, aberrado, tirano, de tantos epítetos que ni siquiera a Bolívar lo llenaron con tanto escarnio.
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Y cómo, esos canallas celebraron tu muerte, como los inmundos gachupines franquistas de diarios españoles como El País, La Razón, El Mundo y ABC, cargaron contra ti con injurias, con inventos monstruosos y abominaciones sin nombre, Gran Comandante. Y entonces llegó la Pandemia, y se asomó en el criminal Reino Unido, en los antros de Francia y Alemania y luego proyectó sus feroces garras contra el imperio gringo. Y comenzó entre estos gandules miserables una guerra atroz, todos los reyes quedaron desnudos mostrando sus apolilladas nalgas, sus rostros viles y envenenados.
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Y cuando veo como esa Pandemia pone de rodillas y humilla a todas esas bestias que nos deseaban tantos males, cómo cae con furia sobre los arrastrados de Colombia, de Chile y Brasil, y desata su aliento fétido contra el imperio gringo, acojonándolos y aterrándolos, vemos en todo ello una venganza de la naturaleza por todo lo que te hicieron Comandante. ¡Dios es Grande! Tanto es así, Comandante, que ahora nos odian más que nunca, porque ellos aún en sus chiqueros de desesperación no nos pueden perdonar que aún resistamos y estemos venciendo no solo al coronavirus sino también el ataque brutal de sus condenas, bloqueos y sanciones.
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Y tú, gran visionario, Comandante, pensando siempre en ayudar a los pobres, hiciste lo imposible por nuestro sistema de salud, creando Barrio Adentro, buscaste preparar a docenas de miles de médicos en Cuba y organizaste a las comunidades para las terribles adversidades que sufrimos y afrontamos. Todo por sostener nuestra soberanía y libertad, Comandante.
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Hoy vemos esa impresionante falta de solidaridad entre los países capitalistas; esa desintegración que se está produciendo hoy en la Unión Europea, y viendo como los medios poderosos persisten en sus faledades: Es totalmente falso tal como ha tratado de difundirlo la BBC que esta Pandemia esté activando un trabajo colectivo, que haya unificado a las personas y a las comunidades. Más bien se han arreciado los ataques contra Venezuela, y el mundo occidental que estalla en mil pedazos lo ve como algo necesario y justo. Hoy el imperio gringo ha movilizado el mayor contingente militar hacia el mar Caribe, frente a Venezuela. Los planes de odio y de invasión, los bloqueos y las malditas sanciones gringas se recrudecen cuando se ellos mismos ven afectados en medio de esta Pandemia, más que nunca.
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Todo seguirá clamando por tu visión y tu grandeza, Comandante, tu grito y tu lucha por evitar que destruyan los bosques y la vida silvestre, y se recuerda aquello que clamabas que no había que cambiar el clima sino el sistema.
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Gracias por dejar en el poder a un hombre como Nicolás Maduro, que ha sabido mantener en medio estas terribles adversidades, tu amor por la patria, por la naturaleza, por nuestra soberanía y lo valores bolivarianos.
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Hoy más que nunca, nuestro corazón está contigo, Comandante, con tus ideales, con tu grandeza y firmeza. Hay que saber los signos de estos tiempos, y que tú estás escribiendo…