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Ya es común en Mérida, tener cada día, largos cortes de electricidad. Cuando quedamos seis o diez horas sin luz, por las noches, y además encuarentenados, nos entregamos a nuestros recuerdos o pensamientos. Cuando uno tiene vida interior esto resulta reconfortante. Nos olvidamos de celulares, televisores, radios o computadoras. La gente que carece de vida interior comienza a cacerolear y a maldecir por los balcones porque quiere ver telenovelas o películas...
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Anoche, fue una de esas noches largas sin luz, y luego de estar largo rato en silencio, mi esposa y yo nos pusimos a considerar el inesperado mundo en el que nos encontramos: eso que llaman "LA NUEVA NORMALIDAD". El coronavirus nos ha cambiado "LA NORMA". Yo le refería a mi esposa que en Matemáticas se estudian unos espacios abstractos, denominados ESPACIOS NORMADOS. Son espacios con una determinada NORMA y en función de esa norma uno determina cosas como la DISTANCIA, por ejemplo. En nosotros en este momento espacio y tiempo han sido modificados totalmente. Ya la geometría euclideana no nos ayuda para entender el mundo.
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Nos han cambiado LA NORMA, y todo va a ser diferente: hasta el amor. Es probable que lugares, propiedades, hasta cercanos, no los volvamos a ver jamás. Es probable que nunca más volvamos a ver a ciertos familiares y amigos. Que no volvamos a probar nunca más multitud de alimentos, de bebidas, delicias o delicateses que solíamos degustar.
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Muchos científicos y expertos aseguran que lo peor del Covid-19 está por venir. Si existen millones de contaminados, qué pasará cuando el horror comience a tocar a nuestras puertas, a nuestros amigos y familiares. Si alguno de ellos, llega a ser contaminado, algo en lo que hay que pensar es en despedirlo. Al sentirse mal y al hospitalizarlo entender que no lo podremos ver ni visitar, sino pedirle a Dios que lo cuide y lo que salve. Mucha gente en el mundo se ha ido de esta manera.
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Habrá de cambiar tantas cosas, por ejemplo, el turismo. La gente se lo va a pensar bastante hacer aquellos periplos que hacía por el mundo, porque algo que ha diseminado mucho este virus ha sido el degradante y demencial turismo.
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El consumo no podrá ser el mismo. Hemos degradado el ambiente con una producción incesante de bazofia y basura que a la postre a nadie le hace falta, pero se ha creado esa cultura funesta de que consumir hace a la gente feliz.
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La educación también tendrá que cambiar, no se diga los sistemas de salud del mundo, convertidos ambos en monstruosos negocios para destruir la mente y el cuerpo de las personas.
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La filosofía toda de la vida debe cambiar: ¿para qué vivir?, ¿para qué trabajar, estudiar y luchar si todo está en manos de unos pocos desalmados que hacen con nosotros lo que les da la gana?
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¿Para qué las guerras? ¿Para qué esa producción descomunal de armas? ¿Para qué imponer reglas esclavizante, servidumbres a los pueblos pobres? ¿En nombre de qué tanta miseria y hambre en el planeta?
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Revisarlo, revisarlo todo, porque ya la ciencia ficción ha fenecido, nos la tragamos toda…