En medio de las contradicciones propias de algo que debía sepultarse, como era el modelo monárquico y, así dar paso a lo que tenía que surgir, la República, añorada por el genio Bolívar: La Colombia, propuesta en Angostura y consagrada por el Congreso Constituyente de Cúcuta, ya en sus primeros años dejaba ver inconformidades dimensionadas, al surgir el movimiento La Cosiata y, que en un principio el poder central de Bogotá, creyó mantener bajo control, pero en enero 1830 se hizo irreversible y los adversarios del Libertador, desbarataron el núcleo de la gran nación del sur; al concretarse la proclama de la República de Venezuela.
Al margen de estos acontecimientos igualmente se presentaron otros hechos que la propia historiografía muy poco o casi nada nos ha informado, como los actos de rebeldía de los Cantones Neogranadinos de Casanare y Arauca que en 1830/1831, declararon querer ser parte del territorio de aquella Venezuela convulsa que igualmente había luchado por independizarse de la autoridad centralizada en Bogotá.
Es así como en el 4 de abril de 1830, La Provincia Neogranadina del Casanare, levanta y aprueba Acta en Secesión en Cabildo, anunciando que territorial y políticamente pasaban a ser parte de la recién declarada República de Venezuela; designando a tenor al General Juan Nepomuceno Moreno, jefe político administrativo provisorio hasta tanto la autoridad nacional de Venezuela decidiera al respecto, acto del mismo tenor fue realizado en el Cantón de Arauca días posteriores.
Sendas actas que recogían aquellos hechos revolucionarios a todas luces, fueron remitidos al jefe político y militar de Venezuela General José Antonio Páez y al General Rafael Urdaneta en Bogotá, imponiéndoles de su irreductible decisión de separación del gobierno colombiano y su anexión al territorio y gobierno de Venezuela.
En este punto, el Presidente José Antonio Páez, remite el asunto con carácter de urgencia ante el seno del Congreso Constituyente, que se hallaba deliberando en Valencia, con el objeto de crear parámetros constitucionales de la Cuarta República que prácticamente estaba en pañales; por ello, el tema de la proclama de separación de los cantones de Casanare y Arauca que históricamente habían sido del Virreinato de la Nueva Granada, fue remitido a una comisión especial de diputados, quienes elaboraron informen avalando la aspiración de los habitantes de La Provincia de Casanare de ser parte de Venezuela.
Sin embargo, en las plenarias del Congreso, la discusión dividió en dos bloques las opiniones sobre el hecho de aceptar o no, que los lleneros del Casanare y Arauca, junto con el territorio de esa Provincia, fueran asumidos como parte de la República de Venezuela.
Quienes estaban de acuerdo con aceptar el paso dado por los casaneros y araucanos, argumentaban que ello le daba a Venezuela mayor defensa, respecto a las controversias que se mantenían con las autoridades bogotanas, ya que en cualquier momento podría tomar a Casanare como cabeza de playa para incursionar a territorio venezolano.
Pero por el otro lado, el bloque de diputados que no vieron con buenos ojos acobijar como venezolana esa provincia y sus habitantes, apelaron al hecho histórico y la legalidad, demostrando que esa situación era un problema de Colombia y que debían ser ellos quienes resolvieran las desavenencias surgidas por el descuido y maltratos que alegaban los separatistas casaneros; de manera que en el debate se recordó que en los hechos del 19 de abril de 1810 y, del 5 de julio , así como de la Constitución de 1811, siempre se habló y se invocó la figura del Utis Posidetis Iures, para sostener que la República naciente de esos hechos, era y seguiría siendo lo que fue conocido como Capitanía General de Venezuela y, que a todas luces, la Provincia de Casanare nunca estuvo dentro de sus límites y el asumir como un hecho la petitoria de éstos, sería tanto como ir en contra vía del Derecho de Gentes.
Finalmente, El Congreso Constituyente votó en contra del deseo de Casanare, de anexarse a la naciente República de Venezuela; con lo que se evitó ir a la guerra entre dos hijas del Padre Bolívar (Sesión del 21 de junio de 1830); por Decreto Ejecutivo Nacional del 14 de octubre del mismo año y, previo aval del Congreso Constituyente, se determinó auxiliar a los llaneros secesionista quienes presumían represalias ordenadas desde Bogotá. De la documentación existente se deduce que el auxilio no establecía penetración a territorio de Casanare, sin embargo, la fuerza militar estuvo ahí hasta diciembre de 1831, que los casanareños, se reintegraron al Estado Colombiano de donde eran y siguen siendo.
(*) Basado en la tesis de grado de ARROYO, Gladys. La Soberanía de Casanare en El Siglo XIX venezolano. 27 temas Sobre Venezuela. Ediciones del Congreso de La República. Caracas/1988.