La viveza de PODEMOS la caracteriza Didalco Bolivar y lo secundan dos granujas MAS, quienes quieren cosechar en un campo donde no han sembrado ni asumido la necesidad de sembrar. Para colmo, burros como son, ahora se amparan bajo el sobaco de un enfermo incurable, COPEI.
El Partido Comunista de Venezuela decidió extinguirse en un calabozo que tiene las puertas abiertas pero, del que ellos se niegan a salir a absorber un poco de aire fresco.
Por otra parte, el PPT decidió meterse el coraje entre el “bolsillóculo” y esperar “las condiciones objetivas” para meterle el hombro al partido de la revolución.
Es posible que estos mamotretos no tengan otra oportunidad de ser útiles en los próximos cien millones de siglos pero ellos siguen aferrados a la posibilidad de revitalizar la moribunda cultura del factor neutro, al menos antes de que San Juán agache el dedo.
El viejo Miquilena quiso aplicarle a Chávez el efecto Pigmalión pero tuvo que ir a rumiar su bajeza, ante su amo George Bushrro.
Sin unidad ideológica no tiene sentido conformar el nuevo partido de la revolución, porque sólo un mismo espíritu engendra una misma conciencia y tenemos que definir el destino trascendental del individuo y de la sociedad venezolana, no solo ante nosotros mismos sino ante el resto del mundo que nos mira esperanzados.
No es sólo la conciencia de un nuevo hombre sino la conciencia de toda la sociedad, lo que está en juego pero es lamentable que estos burros de la política pretendan hacer lo que los jardineros japoneses, que impiden deliberadamente el crecimiento de algunos árboles, y es por lo que pretenden ponerles trabas al PSUV.
Esperar demasiado para fundar este partido, significa dejar mucho margen para que se incuben conflictos absurdos. Precipitarnos, puede ser contraproducente, entonces, hay que tomar la determinación de ponernos en manos del pueblo porque los principios del pueblo son verdades profundas que emanan de la sabiduría ancestral.
Dice el pueblo: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Quien quiera quedarse atrás, que se quede, al final ganaremos más que lo que perdemos con tales bacalaos.
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