La sociedad en que vivió Simón Bolívar

La fragua de los tiempos insurgentes de la gesta patriótica de Simón Bolívar (III)

La sociedad en que Bolívar se desenvolvió durante su infancia y la juventud y, a la que pertenecía, era una sociedad excluyente, que se construye bajo relaciones de poder económicas, políticas, culturales y sociales de dominación, basadas en la clasificación racial. Es una sociedad que se fue formando desde el mismo momento en que se inicia la conquista de Venezuela, en 1498, cuando comienza la explotación esclavista por parte de los conquistadores, que se inicia con la extracción de las perlas, en las costas orientales, del hoy territorio venezolano, utilizando a los aborígenes como buzos, que eran obligados a sumergirse en el agua durante largas horas, para extraer las perlas, hasta perder la vida. Las perlas era el producto más preciado por los españoles en aquel momento.

Luego de la insuficiencia de mano de obra aborigen, debido a la muerte inminente de estos, por el exceso del trabajo forzado al que eran sometidos, son utilizados seres humanos traídos desde el continente africano, en calidad de mercancía, como ya lo habían hecho con los aborígenes, pero ahora eran secuestrados y desarraigados de su patria África, y traídos como pieza mercantilizada, para ser esclavizados al servicio de los españoles en los predios de lo que más tarde sería, la Provincia de Venezuela.

Luego de la escasez de las perlas, debido al desmedido estractivismo, los conquistadores proceden a robar grandes extensiones de tierra fértil, desde los llanos de Barinas, hasta la tierra oriental de Cumaná, para la explotación del tabaco, utilizando la mano de obra de los africanos esclavizados, convirtiéndose el tabaco en el principal producto de exportación a los países europeos, donde se procesaba y se vendía, proporcionándo grandes ganancias a los señores terracogientes, aprovechándose de la mano de obra esclava, durante largas jornadas de trabajo forzoso, por lo que sólo recibían una precaria rasión alimentaria, sólo para garantizar el mantenimiento físico activo, que les permitiera soportar hasta cierto punto, la inhumana explotación, sometidos al trabajo obligado, aparte de los exagerados castigos, hasta llegar al punto de la muerte.

A los aborígenes que aún resistían, y se mantenían a duras penas con vida, a través de algunas leyes dimanadas desde España, les fue "suspendida" la esclavización; entonces fueron sometidos a otra forma de explotación como fue la "encomienda", que no era más que la misma esclavización, ahora disfrazada, donde el Rey expedía una Cédula Real, concediéndoles tal encomienda a los conquistadores, como premio por su "audacia" y "arrojo", por haber desarrollado la empresa conquistadora, donde se le destinaba una muy considerable extensión de tierra, y una determinada cantidad de aborígenes, como encomendados, que eran destinados por el encomendero, a diversos trabajos, en condiciones de semiesclavitud y servidumbre, como mano de obra gratuita, ya que no devengaban ningún sueldo, salario o estipendio, ni siquiera una ración alimentaria.

El compromiso que debía asumir el encomendero, era proporcionarle a sus encomendados, ropa, comida, a parte de "civilizarlos"; lo que en realidad no fue así, estas necesidades básicas las tenían que resolver los mismos encomendados, a través de la siembra de huertas y conucos, que cultivaban durante los pocos momentos libres, que el encomendero les permitía. El encomendero sí tuvo, el afán de enseñarles, a través del cura doctrinero, asignado por la Iglesia católica, para la asistencia clerical a la encomienda, que se encargaba de instruirlos en el idioma, como método para el desarraigo y olvido de los idiomas nativos, y la religión católica, por supuesto, era el principal instrumento de dominación y opresión, para la supresión de sus tradiciones espirituales ancestrales, haciéndoles creer, a través de la violencia ideológica, en un dios, para ellos desconocido y castigador, con la amenaza de ser condenados a ir eternamente a un lugar que habían inventado los opresores, llamado "el infierno", si no aceptaban al dios que les imponían y, la religión católica.

De esta manera se fue formando esta sociedad excluyente, misógina, de castas; generando importantes manifestaciones que inducen a la lucha de clases, por los estratos explotados, durante los trescientos años después de la llegada de los invasores en 1498, hasta los momentos en que el Joven Simón Bolívar se hace Libertador a inicios del siglo XIX.

A partir de aquel momento, la población del Territorio de Venezuela se fue estratificando de la manera más excluyente, y bien precisa para el mantenimiento de la dominación, la consolidación de códigos hegemónicos; estableciendo escalas de dominio que garantizan y acrecientan los intereses económicos a las clases dominantes con el predominio de desigualdad, en que se estructuraban las bases sociales del pueblo, manteniendo la mano de obra esclavizada, que les proporcionaba la extraordinaria riqueza a que ostentan los mantuanos a merced de la fuerza humana de aquellos seres, tratados como animales de faena, y así mantener el poder político en el pináculo de la más alta esfera del poderío real español. De tal manera que la sociedad colonial se estructuraba de la siguiente manera:

Los blancos peninsulares, que son el estrato que ocupa el primer lugar en la cúspide de la pirámide de la estratificación de la sociedad colonial venezolana, que gozaban de todos los privilegios políticos en la administración del gobierno en la sociedad colonial. Tenían que ser nacidos en España y designados como funcionarios de la Corona, representaban el poder de España sobre sus posesiones de ultramar, ubicándose en la cúspide de la clase dominante. Los integrantes de este grupo social al igual que los blancos criollos no trabajaban, solo usufructuaban del poder y de las riquezas que generaba la gran masa humana, esclavizada y oprimida, sobre las plantaciones agrícolas asentadas en las tierras usurpadas a los habitantes originarios, como también de las minas.

Los blancos criollos, hijos de padres españoles, nacidos en América, gozaban del privilegio de las riquezas heredadas de los conquistadores, constituyendo una especie de nobleza autóctona que usufructuaba y compartía el poder económico con las instituciones del rey. Aunque orgullosos de su "pureza de sangre", podían tener sin embargo, ocultamente, ancestros mezclados con el africano y el aborigen, como confidencialmente sucede con la genealogía de la familia Bolívar, que no pudo lograr que la corona española le otorgara una titularidad nobiliaria, que había solicitado, por aparecer una tara de impureza en la ascendencia familiar.

Los blancos criollos eran propietarios de la riqueza territorial, según Federico Brito Figueroa, "eran dueños de tierras y africanos y sus descendientes esclavizados, y monopolizaban la mano de obra libre, como el peonaje, estaban asentados en centros urbanos y poseían voz y voto en los Cabildos". Los blancos criollos al igual que los peninsulares, tampoco trabajaban, solo se dedicaba a la explotación de la mano de obra esclavizada y para ellos, las profesiones preferidas eran la militar, para garantizar el estatus represivo que imponía el terror a las clases oprimidas; el derecho, para defender sus privilegios y el sacerdocio, porque desde allí, era que mejor podían mantener la opresión sobre las clases subyugadas. Estos eran llamados mantuanos porque a las mujeres se les permitía usar manto de seda. Consideraban los trabajos de orden manual, indignos; catalogándolos como "oficios viles", incluyendo la profesión de médico.

Los blancos de orilla y canarios o isleños. Estos constituían la mayoría de los blancos que habitaban en la Venezuela colonial. Gozaban del privilegio de no ser abiertamente segregados, como los pardos, los negro o los aborígenes, pero por ser pobres y de origen sospechoso, estaban lejos de poder ser considerados ilustres o insignes. Los "blancos de orilla" era el estrato de las personas que no eran pardos, negros, ni aborígenes. En este estrato se incluían numerosos españoles y canarios pobres, que realizaban trabajos y servicios artesanales, como pequeños comerciantes, panaderos, sastres; oficios que para la clase mantuana significaban oficios indignos; y mano de obra asalariada y mal pagada, (peones) por lo tanto eran separados de toda distinción honorífica, en razón de su origen, negándoles el disfrute de prebendas sociales y políticas. Los blancos pobres, eran provenientes en su mayoría de las Islas Canarias y, ante su situación de pobreza, hubo casos, en que también fueron sometidos a la esclavización.

Los pardos beneméritos. Eran aquellos pardos que gracias a sus habilidades artesanales y oficios, habían logrado alguna posición económica y social, convirtiéndose en pequeños y medianos propietarios, lo cual le admitía exigir mayor igualdad en el goce de los privilegios, destinados a los blancos, como ocupar cargos públicos, ingresar a la universidad, al sacerdocio, o a casarse con personas blancas. Estos se iniciaron realizando pequeños negocios, talleres artesanales, hasta el punto de utilizar esclavos que trabajaran para ellos, adquiriendo pequeñas fortunas que fueron acrecentando, hasta hacerse de cierta figuración económica y social de igualación en la sociedad colonial.

En este orden de indagación nos encontramos en un trabajo de grado del profesor Ramón Chirinos, donde revela que "hubo negros en la zona de la provincia de Coro, hijos de dueños de haciendas, que también esclavizaron a blancos pobres y sometidos a trabajos forzados en las haciendas otorgadas por sus padres". Realmente esta práctica estuvo presente hasta mediados del siglo XX, sobre todo en las haciendas cafetaleras, en diversas regiones de Venezuela donde se desarrollaba una producción en base a la fuerza de trabajo de peones, mal pagados y mal tratados, en situación de casi esclavizados.

Los pardos artesanos y en oficios. Eran los pardos especializados en los oficios más diversos, ofreciendo esenciales bienes y servicios a la población. Constituían una de las clases trabajadoras del momento, que poblaban los centros urbanos. Este estrato se dedicó a profesiones que eran despreciables por las clases dominantes, pero de las que se servían los dominadores, como eran los sastres, que les confeccionaban sus trajes, los panaderos y panaderas que les garantizaban el pan, a la mesa de los ricos criollos y peninsulares; carpinteros, ebanistas, albañiles, que eran los constructores de las solariegas y lujosas casonas donde vivían los españoles criollos y peninsulares, entre otros oficios realizados por los pardos y pardas artesanos y artesanas. Esto les permitió convertirse en una clase media emergente con fuertes aspiraciones sociales y políticas en la sociedad colonial aunque seguían siendo relegados por los blancos criollos y peninsulares.

Los pardos agricultores o labradores. Representaban la mayoría de los pardos y se concentraban en regiones rurales, trabajando en las labores agrícolas como jornaleros, campesinos o peones, muchas veces bajo condiciones de explotación muy próximas a la esclavitud, los cuales vivían sometidos a la más profunda marginalidad.

Los descendientes africanos. La excluyente sociedad colonial, respecto a la estratificación en castas, también inventa subdivisiones racistas en el estrato de los hombres y mujeres de color, que no son más que el producto del mestizaje, ya que todos son mestizos, pero en aras de mantener dividido al pueblo, y denigrar de los africanos y sus descendientes y demás sectores marginales; para garantía del mantenimiento y control del poder político y económico, mediante la dominación, revela la diferenciación de la población de descendencia africana, en base al principio étnico, en las siguientes "categorías": Zambos prietos, tercerones, cuarterones, quinterones, salto atrás, Tente en el aire; todo como una manía a capricho de los opresores, de llevar a las clases oprimidas a la más simple y marginal categorización.

Los africanos y/o sus descendientes libres. En cuanto al estrato de africanos o descendientes de estos, existieron dos clasificaciones según su estatus: los libres, llamados negros libres, que gozaban jurídicamente de la libertad, por haber sido liberados o manumisos y se confundían con los pardos, empleándose en las labores que implicaban el mayor esfuerzo físico, pero también en las actividades de artesanía. Algunos llegaron a alcanzar propiedades urbanas y pequeñas haciendas.

Los africanos y/o sus descendientes, esclavizados. Constituían el grupo social desprovisto de derechos en la sociedad colonial. En su condición de esclavizados eran tratados "cosa"; propiedad del cruel amo y funcionaban como una mercancía de libre compra y venta, alquiler según la malvada voluntad de su amo. Pero también existían en territorio venezolano, africanos y/o sus descendientes, llamados cimarrones que constituía un gran número de personas de color; mulatos y hasta algunos aborígenes, que solían resistir al yugo de la servidumbre, en las encomiendas, escapando a regiones alejadas del dominio colonial, donde podían conformar comunidades clandestinas en son de rebeldía, conocidas como cimarroneras, cumbes, quilombos, rochelas y palenques, donde se organizaban y resistían ante el acoso y persecución de los amos.

Los aborígenes tributarios y en misiones. Los aborígenes sometidos al sistema colonial eran obligados al pago de tributo periódico. Bajo la tutela de un "corregidor" o bajo la autoridad de un cura doctrinero, al igual que los que estaban concentrados en misiones, en tierras que estaban en poder de la Iglesia; las tierras que habían sido usurpadas a los aborígenes, y estaban a cargo de diversas órdenes religiosas. Los aborígenes entre 18 y 60 años estaban obligados a pagar tributo

Aborígenes rebeldes. Muchas comunidades aborígenes que lograron sobrevivir, gracias a la voluntad de resistencia a ser reducidas en los pueblos tributarios o en misiones, llevaban su vida dentro de sus costumbres, alejadas de los centros coloniales y en guerra contra los que los invasores.}, llegando a organizarse y arremeter en múltiples momentos contra las autoridades reales.

Aborígenes ocultos. Durante el periodo de la sociedad colonial, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, alrededor de un treinta por ciento de los aborígenes que habitaban el territorio venezolano ocupaban zonas selváticas muy apartadas, fuera de la influencia de los colonizadores, en Guayana, la Amazonía y en la Guajira, que venían permaneciendo en resistencia, desde la colonia hasta nuestros días en el Sur de nuestro País y en la Guajira, donde aún siguen siendo víctimas de la opresión, marginalidad ante la desidia oficial.

De esta forma se fue fraguando nuestra venezolanidad, con el establecimiento de las castas, y clases sociales que han generado nuestra particular característica idiosincrática funcional, como lo apreciara Nuestro Libertador Simón Bolívar En la carta de Jamaica (1815): "Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otros tiempos; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles". Pero a este principio del razonamiento de Simón Bolívar, hoy tendríamos que agregarle: que también, por nuestras venas, corre sangre de descendencia africana, como componente fundamental de nuestro mestizaje auténtico, para no olvidar, que la cuna de la humanidad radica en La Madre África. chirinosreinaldo04@gmail.com




 



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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