El Esequibo y los latidos de la historia

Los latidos de la historia pueden escucharse desde la lejanía de los tiempos, donde las voces van construyendo sus verdades y sus mentiras, cuyos ecos trazan las huellas para ir definiendo los caminos de líneas divisorias imborrables que marcan la dirección del destino. En el Esequibo los latidos de la historia laten desde el alma de la Patria venezolana, bañados en las aguas cristalinas del rio Esequibo, donde los primeros rayos del sol nacen todos los días para alumbrar y darle energía a esta vasta tierra de libertadores, de mujeres y hombres dispuestos a defender la soberanía y la integridad de este suelo sagrado.

Como sabemos, el territorio del Esequibo, ubicado al este de Venezuela y al Oeste de Guyana, tiene una extensión aproximadamente de 159.542 kilómetros cuadrados, cuya soberanía ha sido motivo de controversia desde hace más de un siglo. Precisamente, la historia del Esequibo es un claro ejemplo de cómo los latidos de la historia influyen en las decisiones políticas y territoriales de los Estados. En el año 1899, otros países firmaron el Laudo Arbitral de París, donde Venezuela no estuvo presente y ningún representante que hiciera sentir los latidos de la Patria o por lo menos lanzara un estornudo de rechazo a ese Laudo, porque se trataba de un fallo injusto con el cual se violaban los derechos territoriales de nuestra Patria. El Laudo Arbitral de París es irrito y nulo y como tal es rechazado por la República Bolivariana de Venezuela.

A medida que el tiempo fue avanzando, la disputa por el Esequibo también se fue intensificando, y entre latidos y latidos se fueron abriendo los vasos comunicantes a través de negociaciones y acuerdos, pero sin encontrar una solución duradera. Así fuimos avanzando y cuando se descubre que en el territorio en disputa se encuentran importantes yacimientos de petróleo, gas y otros minerales, de gran impacto económico. Es Guyana la que de manera individual y arbitraria ha iniciado a través de grandes trasnacionales, como la ExxonMobil, la explotación de esos recursos y aprovechando las ganancias económicas.

No obstante, a pesar de los esfuerzos por encontrar una solución pacífica y duradera, la disputa por el Esequibo sigue latiendo en la historia de Venezuela. Lo del referéndum a celebrarse este 3 de diciembre no es un pálpito, sino una determinación para avanzar en el ejercicio de la soberanía territorial y blindar la seguridad de la Nación. Tampoco se trata de una elección cualquiera, sino que más allá del latido, es otro grito de independencia, de soberanía y determinación. De allí el gran compromiso que tenemos este 3 de diciembre con nosotros mismos y con nuestra Patria, porque es un orgullo luchar y vivir por la Patria.

Entonces, los latidos de la historia nos muestran la complejidad de las disputas territoriales y como estas pueden afectar las relaciones bilaterales entre países. Por eso es necesario agotar todas las vías, pero siempre en el marco de la paz y la estabilidad de la región, para evitar que los imperios depredadores se aprovechen de esas situaciones difíciles. En prospectiva es necesario identificar posibles alternativas y los escenarios futuros de este conflicto, siempre en el marco de la negociación y resolución pacífica. Hay que evitar que las tensiones sigan escalando y donde la verdad y el derecho se compacten en la decisión definitiva: El Esequibo es de Venezuela. Así que siga latiendo el Esequibo en el cuerpo territorial de nuestra República Bolivariana de Venezuela. ¡Qué así sea!



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Eduardo Marapacuto


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