Fueron las palabras que salpicaron de una persona con quien establezco lazos de amistad desde hace algún tiempo para acá, en el intervalo de una conversación. Después de lanzar su perlita, continuó vociferando argumentos que él sustentaba entre la realidad y la ignorancia, entre el elogio y el desprecio. Ciertamente, cuando se refería al contexto económico, ocupaba gran parte de la justificación de su razonamiento; mientras que, por el otro lado, cuando pretendía injustificar la educación y el estudio -como acto transformador - empezaba a trastabillar en su falacia interpretativa; se hallaba como corredor entre la primera y la segunda base; demostrando infortunio en su propia torpeza. Existe un pensamiento del Libertador que me gusta mucho: ¨Siempre verás al ignorante y necio, darse de talentoso y vivo¨; y fue en realidad ésa, mi apreciación en relación a mi interlocutor.
En consecuencia, si una persona se dedica en concreto a la mercantilización de cualquier rubro, está en su pleno derecho: nadie se lo prohíbe; siempre y cuando no vaya en contra de la moral y las buenas costumbres. Cada cual puede dedicarse a la actividad negocial de su preferencia; y hacer de ese acto cotidiano y lucrativo una buena manera de subsistencia y la de sus familiares con el propósito de satisfacer sus necesidades primarias y secundarias. Ni que el pecho fuera de hierro ni el lomo de algarrobo -como solía decir mi difunto padre- para no entenderlo de esa forma. Un alma que se dedique a obtener un título universitario con sacrificio; y posteriormente sus emolumentos no se adaptan a sus requerimientos de subsistir, lo más probable es que ese sujeto tenga que ingeniarse ingresos propios. Con este fundamento coincidía con mi colocutor, viéndolo desde el contexto de la economía.
Sin embargo, el paisano con quien hablaba, bochaba, pero no arrimaba una bola al mingo, todo lo que escuchaba con respecto a la educación, ignominiosamente lo descartaba, propinando opiniones compulsivas de displicencia hacia el estudio y el crecimiento personal del individuo como sujeto social, donde la interacción educativa mejora la convivencia ciudadana. Sin el estudio no hay progreso ni avance en los pueblos, es una actitud de conocerse y de conocer el entorno que nos rodea. Cuando el hombre primitivo desconocía la rueda, su existencia se hacía más complicada -trataba de explicarle a mi oyente-, no obstante, llegó un momento que alguien se dedicó solitariamente a cuestionarse, del conocimiento empírico al razonamiento lógico, pensando y analizando la utilidad que ofrecía la rueda. De ahí, el conocimiento científico, como se conoce hoy día. El estudio es evolución.
Para finalizar, con mucho tino y prudencia, -ya que el compañero casi se ponía verde- le increpé algunos elementos sobre el estudio y la educación en estos términos: el estudio se circunscribe en un campo muy diversificado, es sin duda, importante en cuanto propone lineamientos, contenidos y significados que son indispensables en la búsqueda de respuestas para el progreso de la sociedad, articulado con el trabajo y la industria. Además de todo lo anterior, todo ello se fundamenta en los diversos métodos de investigación científica, como esa actividad humana en procura por entender y desentrañar el mundo que nos rodea; utilizando las diferentes formas del conocimiento que va desde lo inductivo a lo deductivo. Los objetivos del estudio son de importancia inapreciable en nuestra práctica cotidiana; sin subestimar que pueda también instalarse un kiosco de vender chupetas.
¡Muchas gracias!