Existencia, espiritualidad y ciencia

"Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada ‘superestrella’, cada ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol." Carl Sagan.

Por qué será que existe ese afán depredador y de querer exterminarnos entre los humanos, si el espacio en el mundo que habitamos es inmenso, pese a estar en este minúsculo punto azul pálido en el cosmos de Sagan, y la importancia de la Tierra para la humanidad en el contexto del vasto universo y la importancia que hay para cuidarlo porque es nuestro hogar, donde vivimos y hacemos todo, pese a que no hay equilibrio ni armonía entre los humanos y el resto de los vivos. Es una paradoja intrigante que pese a la vastedad del cosmos y la abundancia de espacio y posibilidades, los seres humanos desde que hay historia ha habido una lucha entre sí que ha impactado sobre el planeta. Con solo contemplar la inmensidad del universo nos podemos percatar que somos una partícula, y escala individual una singularidad, en este vasto espacio desde una perspectiva cósmica; un punto en el océano de estrellas y galaxias, aunque no se haya traducido en una mayor comprensión y empatía para conocernos entre todos nosotros. Y pese a que la Tierra es espaciosa en comparación con cada ser vivo que la habita, los recursos naturales son limitados, debido a la competencia por acceder a ellos de manera compulsiva y sin la ecuanimidad debida, donde el agua, los alimentos, la energía, y la tierra, han generado conflictos y rivalidades. A esto hay que agregarle las fundadas diferencias culturales, sociales, religiosas, políticas y económicas, que no se comparten con equidad en el mismo planeta, y por ello se generan las divisiones que conducen a la violencia por la intolerancia, el miedo y la desconfianza. Hemos desconocido todo esto, lo hemos echado de lado y lo que impulsamos son comportamientos destructivos, la historia está llena de guerras, conflictos y opresión. Acaso esto no es egoísmo, individualismo, y todos los ismos que podemos enumerar, que han venido incrementando la prevalencia del mal en vez del bien al que todos quieren aspirar, decisiones que no dejan de estar impulsadas por los intereses personales, que han traído las terribles consecuencias de la devastación que hoy está ocurriendo a la humanidad.

Entonces falta más educación, más empatía para que podamos entre todos y todas superar estas barreras, que en vez de permitirnos comprender que somos parte de un solo sistema interconectado, donde nuestras acciones individuales afectan a los demás seres vivos y al entero planeta en su conjunto, al que no estamos cuidando, porque la responsabilidad no puede depender de que se decrete el que debemos permanecer en una convivencia pacífica y fructífera, porque este es el único hogar que tenemos y compartimos como especie, y si no la protegemos, si no la preservamos, qué le dejaremos a las generaciones del mañana. Todos apelamos a la conciencia, sobre lo pertinente de cuidar el ambiente, lo que se ha reconocido, pero eso no es suficiente, puesto que las acciones individuales deben impulsar a las colectivas, porque de qué sirve que algunas personas atiendan al llamado y sean conscientes de que no se debe contaminar, cuando otros por el afán de lucro, o de confort, depredan el ambiente, lo socavan, deforestan, y generan drásticos cambios en el clima, afectando la biodiversidad, con las altas pérdidas que esto significa como problemas que desde siempre se ha dicho que requieren de soluciones globales. Si no aprendemos a convivir en armonía con nuestro entorno, donde los seres vivos medramos de forma esencial en la naturaleza, sin sostenibilidad no habrá posibilidad cierta de equidad y salud para que se dé un cambio a nivel cultural y de la educación necesaria para promover el cuidado del ambiental y el respeto y la responsabilidad que nos atañe a cada cual, y eso solo se puede dar cuando alcancemos a cambiar nuestra mentalidad y darle prioridad a la preservación del planeta. En última instancia, la elección está en nuestras manos, la elección es la de cooperar y aunar esfuerzos para la protección del planeta, que es de lo que dependemos para poder vivir como seres humanos.

Qué podemos hacer para proteger nuestro planeta y asegurar un futuro sostenible para la humanidad, son muchas y las ideas sobran, empezando por el reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero, usando energías limpias, renovables, la solar, eólica e hidroeléctrica. Mejorar la eficiencia energética en nuestros hogares, transporte y procesos industriales. Reducir, reutilizar y reciclar los desechos de modo que los disminuyamos. Proteger y restaurar los ecosistemas naturales deteniendo la deforestación y promoviendo la reforestación; conservando la biodiversidad y los hábitats de las demás especies. Limpiar y recuperar los cuerpos de agua contaminados, adoptando nuevos estilos de vida más sostenibles, como el consumo de productos locales y de temporada. Reducir el uso de plásticos y otros materiales que tardan demasiado en biodegradarse. Utilizar transporte público, bicicletas, caminar en lugar de usar los vehículos particulares para desplazarnos unas cuadras. Participar y ser protagonistas en la toma de decisiones de las políticas al respecto de ambiente y los recursos no renovables y renovables y apoyar tales iniciativas. Estar más informados en cuanto a ejercer el voto en elecciones con propuestas verdes, y unirse a organizaciones y movimientos que aboguen por la protección del medio ambiente, de manera que se pueda presionar a los gobiernos y las empresas para que adopten medidas más sostenibles. La educación y la concientización son fundamentales en la población, para que se enseñe a las nuevas generaciones sobre la importancia del cuidado del planeta, y que se comparta toda la información y las buenas prácticas en la comunidad. Inspirar a otros a adoptar estilos de vida más respetuosos con el medio ambiente, como una de las claves para los individuos y toda la sociedad involucrados y actuando de manera consciente y responsable, para asegurar un futuro sostenible para nuestro hogar, la Tierra.

Tales planteamientos se inscriben en una relación simbiótica con la propia existencia humana, incluso apelando a la espiritualidad, y también involucrando a la ciencia, la tecnología de punta, como la Inteligencia Artificial, en lograr erradicar el sinsentido y la ignorancia con respecto a qué hacemos aquí y cuál es nuestra misión. Es lo que a lo largo del tiempo que hemos transcurrido en la búsqueda de tales respuestas a preguntas que se han eternizado, y son fundamentales, respecto de lo que significa esta existencia, y el lugar que ocupamos en el vasto cosmos. Un tema que sin duda ha sido abordado desde todas las manifestaciones en ideas y pensamientos, que buscan un sentido, y que a lo largo de la historia lo vemos reflejadas en las culturas, y donde las religiones han jugado un papel preponderante, ante el propio hecho de creer por fe, es decir, sin ver de qué se trata la cuestión sin más, solo acatando lo dicho por el o los creadores del universo. Tal parece que alguna entidad aparte de nosotros como sujetos constituidos por todo lo que hay y existe, pudiera permitir una explicación de los misterios insondables y los fenómenos y fuerzas que se generan para darle algún sentido a esta cosa que llamamos genéricamente vida, y que está como manifestación de que hay más de lo que se pudiera tratar de decir al respecto.

Son creencias, y estas han variado ampliamente desde que los dioses del Olimpo pisaran tierra en la antigua Grecia, o las deidades hindúes y otras más de las muchas que abundan en el mundo, se hayan dedicado a narrarnos sobre lo bien o lo mal que se antepone ante nuestro ser, en la eternizada lucha recurrente, que las mitologías han recreado en cada tradición, sistemas de pensamientos, o desde la filosofía, y que los místicos se han dedicado a darnos pautas de vida y existencia debida a cada singularidad como agentes libres y capaces de elegir entre opciones que se barajan entre la energía, el cuerpo y la mente de lo que estamos hechos. No podemos obviar que hay quienes creen en fuerzas ocultas en el mundo, o que descendientes del cosmos vienen a manifestarse en las cosmogonías y nos influyen como los astros sobre nuestras acciones. Religión y ciencia durante mucho tiempo caminaron separadas, en paralelo, hoy coexisten, aunque sigan enfrentadas al momento de buscar respuestas trascendentales y morales. En tanto que la ciencia se basa en la observación y la experimentación lógica; pese a que en la actualidad se tiende a crear un equilibrio entre ambas posturas y sus perspectivas.

Otro tema al que nos queremos referir es al que se refiere a la cuántica, frente a esa otra realidad empírica, que ha revolucionado la manera de comprender el mundo subatómico, con principios inverosímiles como inauditos, como son la superposición y el entrelazamiento, que desafían toda intuición, incluso la propia percepción, al plantearse cuestiones tan profundas y respuestas que nos dejan aún más sorprendidos, dada la naturaleza con la que desde ella se observa la realidad. Pudiera la cuántica ofrecernos respuestas a las eternas preguntas que nos hemos formulado siempre, y esperan por ser aclaradas. En última instancia, al parecer cada persona al final de cuentas encuentra lo que busca desde su propio camino, que lo acerca cada vez más a la comprensión de cuanto tienen de significado lo real, trascendente como la propia realidad, explorando lo desconocido, con esa presencia ineludible de su propia experiencia de la existencia como humano y divino.



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Franco Orlando


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