Algo insólito de la reptil doctrina militar de Rómulo Betancourt

La recluta llegó como una tromba de agua y nos capturó a todos; uno al que por algo llamaban "mosquito", además de dizque fastidioso —valga también el verbo ique— no tenía porqué ser enjaulado pero de nada valía reclamo alguno, era época de arbitrariedades.

Todos cuasi pernoctamos en "el rastrillo" donde estaban los borrachitos y las putas además de los locos y uno que otro colombiano sin documentos de identidad, de esos que tendían un mantelito en la acera para vender baratijas tales peines, cortejos, llaveritos, cigarros, yesqueros y pare usted de suponer cuanta ropita, cuchufletas y cuanto oropel podía existir entonces al alcance de los pobres; y ya serían aproximadamente las diez de la noche cuando vimos aparecer a través de la larga reja a un tipo vestido de civil, con todo su postín, y llamar de a dos a los reclutas empezando por "ese revoltoso" y aquél "cabeza´everga"; nos dieron un sermón y nos soltaron no sin amenazarnos con que "¡no se dejen ver más por aquí!"

Esa noche nosotros ibamos al gran "Cine Caroní", serían como las 7 horas, no recuerdo de que película se trataba pero de seguro era una mejicana. Si recuerdo que yo no llegaba a los 14 años porque justo cuando cumplía yo los 14, poco después, volví a caer preso pero por presunto terrorista: pintar RR en una pared.

Claro si usted se arriesgaba a hacer una pinta con eso de ¡Rómulo, Renuncia! Eso tardaba mucho y la policía andaba mosca para dispararte; por lo que los niños rebeldes eramos furtivos.

Mas, volviendo al hueso del asunto, uno al que sí se llevaron para el cuartel, se apareció una semana después con el cuento de que lo habían rechazado por su estatura, que si bien era par de años mayor que yo no tenía la talla suficiente; 1,70 mt. algo absurdo si tomamos en cuenta la estatura física de Simón Bolivar; 1,67 mt.

Para entonces la doctrina militar gringa imponía sus pareceres en cuanto a nuestro ejército y Betancourt, arrastrado, los seguía al pie de la letra.

Y eso no ocurrió sólo una vez, entonces, sino múltiples veces. Y si usted no sabía ni la "O" por lo redondo entonces era mejor para Betancourt porque los jóvenes soldados eran servicios particulares en las casas y haciendas de los coroneles y más generales.

La consigna de que "de coronel para arriba es un mundo y de coronel para abajo es otro" corría de boca en boca dentro de las entonces Fuerzas Armadas, en plural porque los gringos, que tenían su comando dentro de Fuerte Tiuna, habían recomendado a Betancourt dividir a nuestro ejército para debilitarlo y así evitar que unidos, tumbasen a Betancourt. Por una parte la Guardia Nacional y por otra la Armada; la Aviación por un lado y por otro el Ejército, propiamente dicho, por otro. Cada cual, cada pedazo con su propio mando independientes unos de otros.

Betancourt se ufanaba diciendo que él a las Fuerzas Armadas (fijaos, en plural y eso tuvo una connotación) las amarraba con "las tres C": casa, comida y "mujer".

Las listas de ascensos militares pasaban primero por el CEN-comité ejecutivo nacional de Acción Democrática e idem de COPEI y de ahí al Congreso ya cocinado todo para su aprobación; mientras que de coroneles en adelante correspondía a la barragana del Presidente de turno decidir los ascensos, especialmente cuando el Presidente andaba borracho.

Así se manejó todo durante la IV República. Tuvimos unas FAN divididas y desmoralizadas, tanto que los militares no podían votar siquiera, y sin Bolivar.

Ah, pero si andaban con su manual gringo bajo el sobaco y en el cual se les instruía como maltratar al pueblo, qué hacer en los llamados TO, algo espantoso.

Todo ese oprobio existió hasta cuando el pueblo venezolano eligió Presidente al Comandante Chávez y los militares lo saben. Por tanto, que que a nadie le pique la determinación de la hoy Fuerza Armada Nacional Bolivariana (eh, en singular, una sola fuerza y además aunada con el pueblo que es decir, con el Padre Simón Bolivar) y respaldando a Maduro.

Venezuela cuenta hoy con el Ejército más democrático del mundo, la FANB.

Para complementar estos comentarios sin abundar os invito a escarbar "Hombres de la revolución (parte II de III): Alias El enamorado del Sol, Ismael Hernández"; está en red.



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Guillermo Guzmán


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