El Hospital Coromoto y su destino

El hospital Coromoto y el Centro Médico de Occidente en Maracaibo, fueron hospitales fundados por la Creole Petroleum Corporation y por la Shell, respectivamente, por allá en la década de los cuarenta en el siglo pasado. Estos hospitales, creados para atender a la clase trabajadora de esas empresas transnacionales, estaban insertados dentro de lo que se conocía para la época como colonias petroleras.

Una colonia petrolera, era un conjunto urbanístico habitacional que contaba con cinco estructuras básicas a saber:

1. Un área delimitada y adecuadamente urbanizada

2. Viviendas totalmente equipadas con todas sus comodidades destinadas para la nómina ejecutiva de la empresa.

3. Un club, para el disfrute de las familias que en esa colonia residían

4. Un colegio y

5. Un hospital

Ese hospital, contaba con personal médico venezolano y foráneo, empleados de la empresa, formado en distintas especialidades de la ciencia médica; con post grados en universidades extranjeras, especialmente Estado Unidense. La calidad del servicio médico que ahí se prestaban era incuestionable. No recuerdo haber escuchado un escándalo con motivo de una mal praxis médica durante su existencia bajo esa primera etapa.

Cuando en tiempos de CAP se produjo la llamada “nacionalización de la industria petrolera”, estos hospitales, el de la Creole y el de la Shell, como también se le conocían, pasan a ser administrados por la Estatal Petrolera Venezolana por un breve período; hasta que por iniciativa de la misma empresa deciden vender el Centro Médico de Occidente a los médicos que prestaban sus servicios en él, muchos de los cuales también eran sus empleados y en el caso del Hospital Coromoto, a cederlo en comodato o concesión igualmente a los galenos que ahí laboraban para la empresa petrolera.

En 1997, con motivo de la llamada apertura petrolera, el Hospital Coromoto fue cedido en concesión administrativa a una transnacional francesa quien se encargaría de velar por la infraestructura hospitalaria y de la dotación de insumos para garantizar la prestación del servicio médico pero manteniendo, la misma plantilla de médicos a los cuales se fueron sumando nuevas generaciones de galenos en donde el criterio de selección de tales profesionales era decidido sólo por la junta directiva del hospital no sabemos bajo cuál método.

Es de acotar, que los servicios de salud que ahí se prestaban, se hacían bajo una especie de dicotomía, en donde el empleado petrolero contrataba con la aseguradora “SICOPROSA”, una póliza de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM).

SICOPROSA, es una suerte de “aseguradora” creada por PDVSA cuyos fondos son aportados parcialmente por los empleados con las deducciones que se les hace en sus respectivos sobres de pagos; además, de los aportes de la petrolera. Con esos fondos, SICOPROSA cubría y cubre los gastos generados por servicios médicos prestados tanto a la nómina ejecutiva como a los empleados de menor rango sea donde sea que se produzca el siniestro, incluso, internacionalmente.

Para adecuar su operatividad, SICOPROSA, se reasegura a su vez con una aseguradora transnacional para garantizar los reembolsos a la empresa derivados de la prestación del servicio de salud. La dicotomía a la cual hacemos referencia es porque, adicionalmente, en el Hospital Coromoto se permite la práctica privada de la medicina ya que al mismo, podía ingresar cualquier ciudadano beneficiario de una póliza HCM de las que existen en el mercado asegurador que tuviera, dentro de sus clínicas afiliadas, ese centro. De igual manera, cualquier ciudadano, no poseedor de una HCM y que deseara hacer uso de la infraestructura física y humana de la institución, beneficiándose de los servicios médicos de alta calidad que ahí se prestaban, lo podía hacer haciendo la respectiva cancelación de los gastos; en este caso a la administradora transnacional francesa del Hospital quien se encargaba del pago de los honorarios profesionales al médico tratante.

Con la llegada del proceso revolucionario y dentro de la política petrolera que pregona el Estado: “PDVSA, ahora, es de todos los venezolanos”, estos hospitales dependientes de la Estatal petrolera no podían escapar de esa transformación adecuándolos dentro del sistema que no termina por nacer: EL SISTEMA NACIONAL PÚBLICO DE SALUD.

No obstante, dos dudas nos asaltan con respecto al Hospital Coromoto:

1. ¿El nuevo hospital Coromoto es para el pueblo y para los empleados de la Estatal o estos, los empleados petroleros, por el contrario, mantendrán su estatus quo de ser beneficiados con atención médica exclusiva sólo en centros privados?

2. ¿Cuál mecanismo de selección está privando para el ingreso del equipo de salud que ahí laborará?

Analicemos la primera interrogante.

Puertas afueras de la empresa y para ello nos situaremos en la vieja PDVSA, el común de los venezolanos veía en los empleados petroleros a una clase laboral privilegiada, no me refiero sólo a la alta nómina gerencial, sino también a la nómina semanal constituida por los obreros, que disfrutaban y disfrutan de unos altos salarios; o al menos, los mejores de Venezuela, que entre otras prebendas contractuales tenían y tienen acceso a servicios médicos de calidad, en hospitales privados o clínicas privadas como se les quiera llamar; así como también, a medicamentos que le eran “regalados” y aún le son, en farmacias privadas. Todo esto ocurría y ocurre, de cara, a un pueblo empobrecido, mayoritariamente sub-pagado, no sólo por la empresa privada, sino también por el Estado Venezolano produciéndole repudio, indignación y “escozor” a ese común de venezolanos que no tenían ni tienen el privilegio de laborar para PDVSA. Esa brecha socio-laboral el propio Estado la propiciaba y la propicia aún entre connacionales de manera injusta y discriminatoria.

Con la llegada de la revolución y con ella el lema de, “PDVSA, ahora, es de todos los venezolanos” esto no ha cambiado substancialmente; es decir, los trabajadores de la empresa petrolera se mantienen privilegiados en cuanto a sus beneficios socio-laborales con respecto a la restante masa trabajadora del país.

Por todo este análisis, es que nos cuesta creer que esa masa laboral de PDVSA privilegiada y en especial la alta nómina gerencial, pueda compartir un recinto hospitalario como el que se plantea el Estado Venezolano con el Hospital Coromoto; mucho menos, un cuarto de hospitalización con cualquier venezolano de a pie, con ese venezolano excluido.

En cuanto a la segunda interrogante; es decir, la selección del personal de salud es necesario aportar lo siguiente.

Al margen de cualquier sentido mercantilista que se pueda endosar en torno a la práctica médica privada, alimentada por cierto por el mismo Estado, no sólo en el Hospital Coromoto, sino también en cualquier clínica privada de Venezuela cuando PDVSA así lo autoriza y fomenta porque sus trabajadores le presionan a través de una contratación colectiva a que así sea, no se puede objetar de la calidad de mis colegas médicos que laboraron hasta hace días en el Hospital Coromoto.

A ellos, nadie les forzó a abandonar el Hospital, simplemente no aceptaron unas nuevas reglas impuestas por la empresa a laborar bajo la figura del trabajo asalariado, mal remunerado como todo profesional que dependa del Estado y en especial, si este es de la salud. Ellos, simplemente, decidieron mudarse con su prestigio, sus conocimientos y con sus pacientes a otra parte; muchos de estos pacientes, por supuesto, trabajadores de la petrolera, les seguirán a donde se instalen para mantener los tratamientos que sostenían con ellos y para continuar recibiendo sus servicios profesionales de indudable buena calidad. Esta demás decir, que en esa lista de pacientes también se anotarán los “mismísimos” directivos de PDVSA.

El gran reto que tiene ahora el Estado y en particular PDVSA, es dotar con un personal de salud altamente calificado como el que hoy se va, al Hospital Coromoto.

Esto no será difícil si las cosas se hacen como deben ser, porque hay buen y suficiente número de profesionales de la salud y en especial médicos venezolanos; de excelente calidad; buena formación académica; con alto sentido de solidaridad humana; dispuestos a laborar con mística y entusiasmo, pero la selección debe hacerse apegándose a los Curriculum que se consignen; a las notas que se presenten; a la trayectoria profesional y a la experiencia que se tenga. pero por las señales que estamos viendo en cuanto a la selección de ese personal que ya se hizo en gran parte, deja mucho que desear.

No adelantaremos todavía nada al respecto porque pudiéramos pecar de apresurados, pero estamos viendo en ese horizonte la figura del amiguismo; ojo, no del partidismo, no, ni siquiera eso; sino del amiguismo y eso, al igual que el partidismo, sí que es delicado en cuanto a salud se refiere.

¡El que tenga oídos, que oiga!


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Eliécer Alvarado

Médico y revolucionario.

 elieceralvarado@hotmail.com

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