La Comuna: ¿acaba con el ser humano?

En estos días un grupo de camaradas estábamos comentando sobre la Comuna de París de 1871, y alguien leyó un artículo publicado por una analista política que sostiene que la Comuna acaba con el ser humano. En verdad, ni siquiera el general Thiers –verdugo de los comuneros de París- ni el juez que con comprobado metabolismo de locura juzgó a los comuneros, fueron capaces de manifestar un criterio tan apartado de la verdad. No se tenga duda que ambos –como también el 99,9% de la burguesía francesa- odiaban a la Comuna, porque ésta era una expresión de poder organizado del proletariado. Sin embargo, Besley –un millonario francés- se puso él y su fortuna al servicio de los comuneros contra el capitalismo. 

 El diccionario define el término “Comuna” como una forma de autoorganización de los habitantes de una localidad; igualmente como una célula básica de convivencia, alternativa a la organización familiar; en algunos lugares de América, por ejemplo, con ella se denomina un municipio, ayuntamiento; y en China se entiende por ella un organismo que agrupa varias aldeas con el objeto de mejorar la agricultura y coordinar los trabajos de interés personal. En Francia y en otros países, la Comuna es una unidad territorial-administrativa y en la Europa Occidental del Medioevo fue una forma de autogobierno urbano. Los que defienden actualmente el capitalismo y que tienen el concepto de que la Comuna acaba con el ser humano, tendrían que opinar o responder, primero, la interrogante de ¿por qué la Comuna en vez de acabar con el ser humano en Francia –tenido como centro de las luces del conocimiento humano- sirvió de base fundamental para el triunfo de la Revolución Burguesa de 1789? Además, tendrían que declarar su rechazo al pensamiento y obra de don Víctor Hugo –autor de “Los miserables”- por haber brindado su apoyo a los comuneros del París de 1781.

 Téngase por bien conocido que los comuneros de París fueron extraordinarios luchadores para que triunfara la Revolución Burguesa en Francia y la defendieron con un sacrificio sublime durante el período de 1789-1994. Una vez victoriosa la contrarrevolución, fueron los comuneros los que pagaron el precio más elevado, siendo la mayoría de sus militantes ejecutados por las armas de los enemigos del pueblo, de la justicia y de la libertad. En verdad es precisamente ahora, cuando Chávez habla de Comuna, en que salen a flote ideas como esa de que la Comuna acaba con el ser humano. Para expresar una idea tan falsa como esa, es necesario sujetarse a la concepción individualista de la historia, porque en la concepción cristiana de la historia –y mucho menos en la marxista- no se encuentra una idea semejante a la de la burguesía negando la organización comunal para que ésta no pueda ejercer poder en beneficio del colectivo y de esa manera, triunfe exclusivamente el individualismo que ostenta riqueza y disfruta de privilegios.

 Mientras las organizaciones populares –como la Comuna- sean arrastradas por la burguesía para perpetuar el capitalismo, a ningún ideólogo burgués se le ocurre acusarlas de querer acabar con el ser humano, pero si aquellas dejan de comportarse obedientes y sumisas a los intereses del capitalismo y luchan por la emancipación social del mundo, entonces se transforman en una organización que quiere acabar con el ser humano. Nadie quiere acabar con el ser humano como la burguesía y sus instituciones rindiéndole pleitesía al individualismo, para que el hombre piense y luche exclusivamente por sus intereses particulares sin prestarle la menor atención a las necesidades de la aplastante mayoría de la sociedad. ¿Es o no es así?

 Nosotros, me refiero al grupo de camaradas que conocimos de ese artículo, llegamos a la siguiente conclusión: se puede aceptar la idea de que la Comuna, al propagar y desarrollar el espíritu del colectivismo social, contribuye a ir acabando con el ser humano individualista que sólo se interesa por su propio beneficio, con el egoísta que sólo desea incrementar sus bienes personales, y con el indiferente que nada le importa la miseria y el sufrimiento de los demás.

 También en la opinión de la analista política se dice que el comunismo le quita la personalidad al ser humano. Habría que responder: ¿cuál personalidad?, ¿la del esclavo que le hace resignar a la esclavitud y se haga de una nueva personalidad que se pone de manifiesto tan pronto se rebela por hacerse libre?

 El diccionario define la Personalidad como el conjunto de características que marcan la forma de ser de una persona, individualizándola de los demás; o como la energía y fuerza que marcan la forma de ser de una persona. Pero una Personalidad no lo es en abstracto, sino que es el fruto de una específica formación económico-social, siendo ésta la que le conforma los rasgos y cualidades personales circunstanciales, como: intelectual, emocional, volitivo. Por eso la Personalidad recoge la experiencia histórica precedente y los valores culturales del pasado. De allí que Marx decía que la Personalidad es el conjunto de las relaciones sociales, por lo cual no puede existir aquella al margen de la sociedad.

 Téngase a bien conocer que la Personalidad en el régimen de explotación del hombre por el hombre es sometida a las relaciones de propiedad privada, y ésta inhibe y degenera el desarrollo de la Personalidad, porque lo que siembra y cultiva el capitalismo es el individualismo, el egoísmo y la indiferencia como rasgos característicos de la Personalidad ‘humana’.

 ¿Sabemos qué pasará con la Personalidad en un régimen comunista donde reine la libertad sobre la necesidad y cada uno, trabaje según su capacidad y cada uno, reciba según su necesidad? Nada más y nada menos que esto: el ser humano, siendo culto, satisfaciendo todas sus necesidades y disfrutando de la economía de tiempo, conjugará la riqueza espiritual, la pureza de la solidaridad y la perfección física. Un naguará.

 Nosotros, me refiero al grupo de camaradas que conocimos de ese artículo, llegamos también a otra conclusión: en verdad sólo el comunismo quitará al ser humano esa Personalidad caracterizada por el egoísmo, el individualismo y la indiferencia, porque al crear condiciones de una vida tan justa y tan digna, el ser humano se guiará siempre por la luz del amor al prójimo como a sí mismo y el imperio de la solidaridad.

 Y en relación de conjunto sobre la Comuna y la Personalidad, porque no es concebible la una sin la otra, igualmente llegamos a una conclusión: es imprescindible que el concepto de familia, tal como lo concibe y lo aplica la burguesía (sobre la base del individualismo, el egoísmo y la indiferencia) tiene que ser transformado por el socialismo y perfeccionado por el comunismo, para que su fundamento sean la solidaridad, el amor y la ternura entre todos los seres humanos viéndose y tratándose los unos con los otros como hermanos y no simplemente como vecinos esporádicos o circunstanciales.

 



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Freddy Yépez


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