¿Noviembre negro?

Las cuatro semanas que nos quedan por delante serán decisivas para el futuro del país. Conocedores de su segura derrota, las fuerzas de la oposición se están aglutinando para jugarse la última carta antes de que la población se vuelque a las urnas a ratificar una reforma constitucional que consolidaría el piso político de Hugo Chávez.

Como los guiones se repiten y ofenden con ello la memoria de todos aquellos que tenemos un mínimo de conciencia política, voy a transcribir a continuación algunos párrafos del relato que hace Isabel Allende, en su libro Paula, acerca de lo que sucedió en su Chile natal hace ya 34 años: "A comienzos de 1973 Chile parecía un país en guerra, el odio gestado en la sombra día a día se había desatado en huelgas, sabotaje, actos de terrorismo, de los cuales se acusaban mutuamente los extremistas de izquierda y derecha... Los enemigos de Allende perfeccionaron sus métodos agravando los problemas económicos hasta convertirlos en ciencia, circulaban rumores de espanto incitando a la guerra, a retirar el dinero de los bancos, quemaban cosechas y mataban ganado, hacían desaparecer del mercado artículos fundamentales, desde cauchos para camiones hasta minúsculas piezas de los más sofisticados aparatos electrónicos. Sin agujas ni algodón, los hospitales se paralizaban, sin repuestos para las máquinas, no funcionaban las fábricas. Bastaba eliminar una sola pieza y se detenía una industria completa, así quedaron miles de obreros en la calle".

Más adelante dice la escritora: "En los campos donde se había aplicado la reforma agraria, los patrones planeaban la revancha provistos de armas que introducían de contrabando por la larga frontera de la Cordillera Andina.

Miles de cabezas de ganado fueron llevadas a Argentina por los pasos del sur y otras fueron sacrificadas para evitar su distribución en los mercados. A veces los ríos se teñían de sangre y la corriente arrastraba cadáveres hinchados de vacas lecheras y cerdos de engorde".

En su largo relato, la novelista es prolija en los detalles: "los camioneros se declararon en huelga y no hubo manera de trasladar carga a lo largo del país, algunas ciudades quedaron sin alimento mientras que en otras se pudrían hortalizas y productos del mar. Salvador Allende se quedó sin voz de tanto denunciar el sabotaje pero nadie le hizo caso y no dispuso de gente ni poder suficientes para arremeter contra sus enemigos por la fuerza".

Salvando las distancias entre aquel Chile indefenso y esta Venezuela, no está de más mencionar algunas reflexiones finales que Isabel le hace a Paula: "El abastecimiento se convirtió en una pesadilla, pero nadie pasaba hambre porque los que podían hacerlo pagaban el mercado negro y los pobres se organizaban por barrios para conseguir lo esencial... A pesar de las graves dificultades de ese tiempo, el pueblo seguía celebrando su victoria y cuando en marzo se llevaron a cabo las elecciones parlamentarias, la Unidad Popular subió su porcentaje de votos. La derecha comprendió entonces que la presencia de un montón de clavos torcidos en las carreteras y la ausencia de pollos en los mercados no sería suficiente para derrotar al gobierno socialista y decidió entrar en la última fase de la conspiración. Desde ese momento comenzaron los rumores de un golpe militar". El resto es historia.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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