Cuando se ve situaciones como las ocurridas en la escuela de trabajo social, donde la ahora oposición “escuálida” , sin el poder político en sus manos, arremete con violencia y odio contra los que simpatizan con la revolución socialista bolivariana, con el comandante Hugo Chávez, (cuya única culpa es haber utilizado los medios políticos que la oligarquía creo, para devolver la esperanza y la conciencia a los hombres y mujeres del pueblo excluido, oprimido y relegado, aún siendo mayoría, a condiciones de vida infrahumana, más propia de animales salvajes), es imposible dejar de imaginar qué pasaba cuando el poder político estaba en sus manos y la mayoría era oposición subversiva, luchando por su vida, muriendo por la vida en libertad e igualdad.
Claro está que las razones ideológicas para el enfrentamiento existen, la perdida del poder político y económico de los que hasta ahora han sido privilegiados por el capitalismo contra la elevación del de los excluidos. Minoría contra mayoría, lucha ancestral del hombre que aún no ha logrado concientizar para alcanzar la paz y la convivencia.
No es este un momento de definir buenos y malos, eso lo hacemos todos los días, unas veces somos los buenos y otras los malos, es hora de poner en la balanza los beneficios que ha aportado a la humanidad la llamada civilización. Balancear porque es una forma de tomar conciencia donde estamos y hacia donde vamos.
Si se revisa la historia del homo sapiens, se observará que la muerte en la prehistoria era por la subsistencia, la lucha natural entre el humano y los seres vivos de la naturaleza por la vida. Luego la lucha entre los humanos, organizados en tribus, sin idea alguna de igualdad entre tribus, por el espacio, los recursos, un egoísmo propio de la naturaleza, producto de la inconciencia animal.
Pero también se podrá encontrar, siguiendo en la revisión, que el humano anda instintivamente por caminos en búsqueda de la tan necesaria conciencia humana. Pero desde un principio confunde conciencia con conocimiento, que es producto de la mente humana, don de la naturaleza o según la teocracia, del ángel caído del cielo, ahora convertido en demonio, por el cual los humanos fueron despojados del paraíso, al caer en la tentación de poseer tanta sabiduría como el creador y dejar de ser gobernados, aunque con amor y en total satisfacción de sus necesidades biológicas, pero bajo la ignorancia. Al parecer la envidia al creador, al poder que emanaba de él, ocasiona la pérdida del paraíso y su desplazamiento al mundo actual, una especie de zona intermedia entre el infierno y el paraíso perdido.
Lo en apariencia cierto de la historia es que la obtención de sabiduría, ha aportado más desgracia que beneficios, más enfermedades que salud, más destrucción que construcción, más odio que amor, más guerras que convivencia. La ambición de “poder”, de “riqueza”, conceptos inventados por los humanos, pero que en el fondo es la esclavitud de los miembros de unas tribus por otras, es el aprovechar el trabajo de unos por otros, sólo que en el pasado prehistórico o indigenista, la mayoría esclavizaba a la minoría, hoy la minoría “iluminada” o enceguecida por la sabiduría oprime a la mayoría.
La sabiduría, ciencia o filosofía, técnica o teocracia, ha aportado al humano el conocimiento de que existe un cerebro, donde se almacenan ideas, conceptos, imágenes, que luego producto de ciertas sustancias químicas corporales, se convierten en reglas, en conductas, en acciones, que bajo ciertas condiciones de existencia pueden ser manejadas, programadas y lograr que las personas actúen a merced de otros. La fuerza física se desplaza por la ideología, relegando la fuerza para quienes logren desprenderse o liberarse de la prisión ideológica.
Dios, la Naturaleza o la Ciencia del hombre, nos han conducido hasta aquí, donde con más capacidad de destrucción, pero con más basura conceptual en nuestro cerebro, nos matamos en mayor intensidad y ahora con capacidad de destruir el propio lugar donde nos enfrentamos.
Hemos inventado el poder, la política, las religiones, la justicia, los tribunales, las leyes, las divisiones territoriales, los partidos políticos, las escuelas, las industrias, las cárceles, las naciones, los continentes, los límites del océano, del espacio aéreo y pronto del espacio extraterrestre. Pero todo este aparataje conceptual solo oculta la aún vida primitiva del pasado, revela más bien un deterioro en la vida en comparación con la vida primitiva.
Si especulamos un poco con los detalles de la historia, podemos imaginar que los indígenas con sus comunas o tribus, sin todo ese aparataje ideológico moderno, seleccionaban un territorio se instalaban a vivir y convivir entre ellos, producían si eran agricultores o usufructuaban de la naturaleza, una vez agotados los recursos se desplazaban. Si en el desplazamiento se tropezaban con otra tribu, se activaba la guerra por el territorio. Ahora bien, el gasto energético humano y el desgaste de la naturaleza era muy inferior que en la actualidad. Pero lo más interesante, es la falta de necesidad de todas las estructuras productos de las ideas civilizatorias. Es decir, tantos siglos de sabiduría y no logramos alcanzar el bienestar humano de los primitivos.
Dicen que hoy hay mas comunicaciones y transporte, pero el transporte requiere de energía por la cual hoy nos matamos, las comunicaciones existen y hoy mas que nunca vivimos individualizados, con menos contacto entre los habitantes que nunca, la basura conceptual llega hoy con su poder contaminante a más rincones del planeta, eso sí es cierto.
Los anarquistas, ambientalistas y naturistas, llevan años luchando ideológicamente y en la praxis, para mostrarnos que nada de esos inventos conceptuales nos son necesarios. Cada familia en comuna con sus tierras para el cultivo de alimentos, con sus casas de barro, paja y madera, con sus bicicletas o caballos o carretas de transporte, o carros eléctricos, fuente de luz y energía solar o eólica, sus pozos de agua natural, sus baños secos o aprovechando los desechos para producir gas o abono orgánico, los espacios comunes como comedores comunales, agricultura o empresas comunales, alimentación natural e integral extraída directamente de la naturaleza, con políticas de salud basadas en la prevención y las curaciones bajo uso de medicina natural tradicional (plantas y alimentos), aprovechando las tecnologías nobles (que no deterioren para nada el ambiente) y sobre todo, con un cerebro preparado para aceptar la libertad y la igualdad de todos los humanos, la fragilidad de nuestro cuerpo, la destructibilidad de nuestro entorno, convivir en paz, armonía, solidaridad y cooperación, sin límites nacionales, internacionales, ideológicos, religiosos, partidistas.
Pero la realidad presente nos avasalla, no nos deja meditar ni reflexionar, la ideología dominante capitalista o socialista no nos deja espacio a la conciencia, nos atemoriza la vida y nos llena de ansiedad, angustia, ira, frustración, depresión y creamos mecanismos mentales para proteger nuestra tierna, inocente, calurosa, amorosa y divina esencia humana, desarrollando el ego y permitiendo que la personalidad desplace esa esencia.
Nuestros niños desde que cumplen su primer añito de nacido, los ponemos a destruir con salvaje violencia unas hermosas y frágiles piñatas con formas humanas, animales, frutas o formas de vida natural y esto, en convivencia o colaboración con otros que en un principio lloran por hacerlo, pero luego con el tiempo se pelean por golpear, por recoger más “golosinas venenosas” que los otros, no importándoles arrastrarse en el suelo para ello, ni los daños que puedan recibir de tal osada actitud. Al cabo de unos años los colocamos en centros de cuidado o escolaridad temprana, pretendiendo llenarlos de los conceptos civilizatorios, moralistas y programáticos, cercenando su libertad, su creatividad, su desarrollo humano, su desarrollo espiritual.
Día a día degollamos con violencia, pollos, gallinas, cerdos, reses, peces y otros animales para consumir sus cadáveres, su sangre, sus vísceras, creando todo un marco conceptual para justificar tal violencia y matanza, negándonos a ver la realidad de las leyes de la naturaleza, que no somos animales carnívoros y que tal actitud sólo fue desarrollada por el humano en condiciones de sobrevivencia.
La salud y la muerte, luchan con ventaja para la segunda. La medicina más que curar enferma, negocio lucrativo e inhumano, los laboratorios hoy son industrias transnacionales con enorme poder financiero y político, ponen y quitan gobiernos, inventan guerras y se apoderan de naciones soberanas.
La alimentación moderna enferma nuestros niños recién nacidos del corazón, de los pulmones, con deformaciones en su cuerpo. Los “sanos” en poco tiempo sufren de obesidad, caries, asma o alergias. No se aportan los aminoácidos necesarios, las vitaminas, los minerales, el agua, el aire, el éter. Solo almidón, grasas, bacterias putrefactivas, químicos y muchas calorías contienen los menús escolares, populares, comerciales y hasta los del hogar.
Los domicilios o casas, son espacios enclaustrados unos arriba de otros, alejados de la naturaleza, del aire fresco y puro, de elevados costos, en centros superpoblados, condensados de basura, contaminación, ruido, violencia, etc. En su interior nos encontramos con inmensa cantidad de objetos innecesarios, provenientes de Norteamérica, China, u otros países del mundo, chatarra reciclada, en su mayoría artefactos que requieren el uso de fuentes de energía, elevadores del consumo energético, todos con el fin de garantizar el individual y conceptual modo de vida capitalista.
Las ciudades llenas de vehículos, uno por cada habitante productivo, todos contaminando visual, sonora u olfativamente los cuerpos humanos y de los seres vivos que los rodean. Industrias de objetos y aparatos innecesarios, contaminantes y destructivos.
Es el panorama de una peligrosa realidad, de la cual pareciera imposible sortear. Desde la selva o zonas cercanas, los pueblos originarios sobrevivientes, ven y esperan con esperanza que los civilizados tomen conciencia, vean y oigan a la naturaleza que los llama y abre sus brazos para cobijarlos como siempre, como hijos suyos, como hermanos.
Mientras tanto la lucha vida o muerte continúa, hoy los adultos oligarcas con baja o ninguna credibilidad, han optado por dejar que sean sus hijos los que den la pelea, los que muestren lo que han aprendido de sus padres, pero garantes de entregar el poder si lo conquistan a sus progenitores. Que triste eso de enviar a los hijos a la muerte para luego disfrutar de sus conquistas, que cobarde y desnaturalizado amor.
Por el lado oficialista, estar en el poder a nombre de los excluidos es una enorme carga de responsabilidad y cuchillo afilado para las gargantas de quienes lo ejercen. Deben poseer una conciencia bastante desarrollada, para ejercer con humanismo el poder y no caer bajo las redes mentales e ideológicas que su uso acarrea. La reforma constitucional tiene lagunas, eso no se debe negar, necesario es reconocerlas y aclararlas a las mentes de los excluidos del pasado y del presente, a riesgo de no estar creando una nueva prisión mental para los humanos socialistas.
Es necesario Comandante aclarar el porqué se propone que sea el Poder Ejecutivo quien decrete la nueva geometría del poder, asigne y revoque sus autoridades, apruebe las nuevas formas o instancias de poder popular, creadas por agregación del poder comunal. Aclarar el porqué la Asamblea Nacional modifica la propuesta del Comandante, que somete a referendo aprobatorio la creación de la nueva geometría del poder y las instancias del poder popular y lo delega al Consejo de Ministros disminuyendo la participación del pueblo en esta decisión.
La razón de la reforma por parte de la Asamblea Nacional y no una nueva constitución por una Asamblea Constituyente, parecía razonable con 33 Artículos y no con 69, digo parecía porque con estos 33 el impacto político y económico es el mismo que con 69, los cambios en lo político y económico son profundos si lo vemos desde el punto de vista del poder y su propietario. Es decir, la minoría capitalista jamás, siendo por naturaleza una minoría, podrá acceder por la vía democrática al poder político y económico, si el poder popular hace un uso adecuado y conciente del poder que le es restituido, eso está concebido en la reforma y no en el actual texto constitucional.
El por qué de una reforma, se puede entender desde dos puntos de vista, válidos los dos. El primero, entendiendo que la oligarquía maneja cerca de tres millones de votantes programados ideológicamente, aún siendo excluidos de ayer y hoy, su peso en una asamblea constituyente podría bloquear muchos de los logros socialistas plasmados en la reforma. El segundo, desde el punto de vista de un verdadero socialismo bolivariano, se puede concebir la reforma como un maquillaje al sistema capitalista de estado centralista, porque no elimina la propiedad privada, ni el mercado como forma de distribución de los bienes y de la riqueza, ni la partidocracia como forma de acceder al poder político, es decir, no instaura definitivamente el dominio del poder popular, el cual es incluso relegado al poder municipal, regional y nacional.
Esta es una realidad, vista por los ojos de este servidor e interpretada por una mente tal vez contentiva aún de conceptos e ideas capitalistas, aún sin descubrir, en lucha diaria por su libertad e independencia, es decir, en proceso de revolución interior.
(*)Vocero Suplente
Batallón “Paraíso Unido”
Circunscripción 1-El Paraíso.
bielostj@gmail.com