He dicho en otra ocasión que la reducción de la jornada laboral tiene gran significado en nuestro proceso revolucionario. En las conversaciones que sostengo a menudo con familiares, amigos, alumnos y hasta en charlas informales que me he permitido ofrecer, a propósito de la Reforma Constitucional, se me hacen muchas preguntas que ilustran la necesidad de que nuestro pueblo y, particularmente, nuestros trabajadores sean orientados ideológicamente, de modo que comprendan mucho mejor los cambios que son necesarios para la construcción de una patria justa y sean ellos mismos voceros y maestros en sus comunidades.
Lo que sigue es un compendio, no exacto, de las preguntas más frecuentes e importantes que me hacen los compatriotas. Igualmente, expongo argumentos respecto a cada una de esas preguntas, también aproximados y, sobre todo, resumidos, que ofrezco como respuestas en las largas conversaciones que sostenemos en nuestras reuniones. El acento recae en la reducción de la jornada laboral, y en torno a esto he organizado las preguntas que presento a continuación.
1. ¿Para qué la reforma?
La reforma constitucional propuesta por el presidente Hugo Chávez a los venezolanos es un paso adelante en la construcción del socialismo en Venezuela y la superación progresiva del capitalismo, modelo que ha dominado la economía venezolana y que es el principal responsable de la pobreza y la desigualdad que observamos en nuestro país y en todo el mundo.
2. ¿Por qué el socialismo? ¿Por qué no el capitalismo?
En Venezuela, como en la mayoría de los países del mundo, tenemos como modelo económico el capitalismo o, dicho más apropiadamente, el modo de producción capitalista. Se llama modo de producción al modelo económico mediante el cual se “producen” los bienes de consumo que requerimos para satisfacer nuestras necesidades. El modo de producción capitalista es un modelo injusto, pues se vale de la explotación del obrero para mantenerse y fortalecerse, lo cual trae como consecuencia el empobrecimiento de la clase trabajadora y el enriquecimiento del empresario. El socialismo es un modo de producción justo, mediante el cual se establecen relaciones sociales igualitarias y armoniosas, sin que exista una clase poseedora que se enriquezca apropiándose del trabajo del obrero y otra clase que viva en la pobreza y que dependa de los caprichos del capitalista.
3. Pero ¿no tenemos una Constitución socialista? ¿No estamos en un socialismo?
La Constitución de 1999, aunque haya representado un avance en cuanto a la participación política del pueblo, consagró el capitalismo como modo de producción. Nuestra Carta Magna, sin embargo, creó los canales necesarios para transformar progresivamente el Estado, como la enmienda y la reforma de la Constitución, la asamblea constituyente, los refrendos, etc.
4. ¿Para qué cambiar? ¿Acaso el mundo no ha sido siempre capitalista? ¿Acaso no ha existido siempre la explotación de los trabajadores?
El trabajador humilde y oprimido siempre ha existido, como también ha existido siempre una clase opresora. El capitalismo es la forma más reciente de opresión, de la cual en la actualidad son víctimas los pueblos del mundo. Otros modos de producción fueron el esclavismo y el feudalismo. Éste último comenzó a debilitarse poco a poco, hasta su desaparición, cuando fue erigiéndose como modo de producción el capitalismo, lo que comenzó a ocurrir en Inglaterra y Europa a finales del siglo XV, fortaleciéndose e imponiéndose definitivamente con la revolución industrial, a mediados del siglo XVIII.
5. ¿Por qué es injusto el capitalismo?
Toda sociedad organizada según el modo de producción capitalista supone la coexistencia de dos clases: por una parte, una clase poseedora del capital, o burguesía, y el proletariado, por la otra, es decir, la clase desposeída que cuenta únicamente con la fuerza de su trabajo para sobrevivir. El capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero como compra cualquier instrumento o materia prima que le sirven para producir los bienes de consumo que fabrica. El trabajador emplea su fuerza de trabajo y recibe a cambio un salario que se traduce en medios de vida (comida, ropa, transporte, etc.).
6. El obrero trabaja y el capitalista paga por su trabajo. ¿Y esto no es lo justo?
El empresario o empleador paga al trabajador sólo una parte de su trabajo. El trabajador produce mucho más de lo que su empleador le paga. El trabajo del cual se apropia injustamente el empresario es lo que se convierte para él en capital. Entendemos por capital como todo medio de producción del cual es dueño el capitalista. El capital -o riqueza- del empresario crece en proporción directa al despojo de que es víctima el trabajador. Mientras más trabaja es mayor el despojo del cual es víctima. La ganancia que obtiene el capitalista por el trabajo del obrero del que se apropia injustamente es lo que se llama plusvalía.
7. Y si el empleador aumenta el salario del obrero, ¿no se resuelve el problema?
El salario es un concepto muy amplio que es manipulado frecuentemente por los empresarios. El salario pagado a un trabajador se calcula según las horas diarias que éste trabaja en la empresa. Según lo dicho anteriormente, el trabajador no recibe pago alguno por la mayor parte del trabajo que produce, lo que le reporta al empleador las ganancias que le permiten aumentar su capital. Un aumento generoso del salario de un obrero significaría una disminución mínima de la plusvalía; además, el empresario buscará siempre la forma de recuperar lo que invierte en un aumento de salarios, como, por ejemplo, subiendo el precio de sus productos, es decir, provocando inflación. Es así como muchas veces un aumento del salario nominal del trabajador reduce su salario real.
8. ¿La reducción de la jornada laboral acaba con la explotación?
La reducción de la jornada de trabajo a seis horas no pondrá fin a la explotación del trabajador. El obrero seguirá siendo un asalariado, pero disminuirá significativamente la plusvalía del empresario, lo que contribuirá positivamente con el debilitamiento del sistema capitalista y con la liberación progresiva de nuestra clase trabajadora, que se verá beneficiada con dos horas menos de esclavitud.
Los teóricos del socialismo, como Marx y Engels, consideran la reducción de la jornada laboral como una premisa necesaria para el triunfo de los trabajadores contra el capitalismo. Dice Marx en uno de sus escritos: “La condición preliminar, sin la que todas las tentativas de mejorar la situación de los obreros y de su emancipación están condenadas al fracaso, es la limitación de la jornada de trabajo”. Y continúa diciendo: “Es necesaria para restaurar la salud y la fuerza física de la clase obrera, que es la armazón básica de toda nación, lo mismo que para asegurar a los obreros las posibilidades de desarrollo intelectual, de mantener relaciones sociales y de dedicarse a actividades sociales y políticas”.
También Engels dice: “Al capitalista le interesa que la jornada de trabajo sea lo más larga posible. Cuanto más larga sea, mayor plusvalía rendirá. Al obrero le dice su certero instinto que cada hora que trabaja, después de reponer el salario, es una hora que se le sustrae ilegítimamente, y sufre en su propia pelleja las consecuencias del exceso de trabajo. El capitalista lucha por su ganancia, el obrero por su salud, por un par de horas de descanso al día, para poder hacer algo más que trabajar, comer y dormir, para poder actuar también en otros aspectos como hombre”.
La reducción de la jornada laboral, el estímulo a las empresas de propiedad social, los medios de participación y protagonismo del pueblo, entre otras cosas, prepararán las bases de una economía socialista en la que definitivamente, más pronto que tarde, no existirá la explotación del hombre por el hombre, ni una clase parásita que viva del trabajo ajeno. Esta es la meta de nuestra Revolución Bolivariana.
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