En tiempos de cambio, y más específicamente en tiempos de “revolución”; son muchas las cosas que pasan, son muchos los factores y condiciones que tienen que tenerse presente para estar en capacidad de entender, pero además comprender lo que pasa y lo más importante, estar en capacidad de adaptarnos psicológica, racional y emocionalmente a su dinámica evolutiva; máxime en todas aquellas personas que han sido formadas y por ende prisioneras de esquemas mentales y paradigmas vinculados inexorablemente a un “pasado” que se deshace frente a nosotros.
Imagínese amigo lector que Ud. esta viviendo en una casa, en la cual ya la misma no satisface, para nada, su forma de vida, sean cuales sean los motivos de ello. Ante tales circunstancias, se decide remodelar la casa de una manera drástica, o mejor dicho re-construir la casa; construir una nueva casa, sobre el terreno y la casa que ya se tiene. ¿Qué implica esto? Tumbar las viejas estructuras y comenzar a construir una casa “nueva”.
De hecho, se tumban todas las paredes y se empieza a edificar una nueva casa. pero, hay una restricción: Ud. no tiene a donde mudarse por lo tanto, tendrá que ir tumbando y reconstruyendo secciones o áreas de la casa en forma progresiva, ya que no lo puede hacer todo a la vez, porque tendrá que salir de su casa y Ud. no tiene donde vivir.
Es obvio, pero además evidente, que durante el proceso de reconstrucción para la “nueva” vivienda que lo albergará a usted y a sus hijos, tendrán que TRANSITAR por un periodo de mucha incomodidad: polvo, desorden, ruido, molestias, escombros que hay que remover, dudas en como re-edificar o rediseñar los nuevos espacios, etc. Estimados señores, eso es lo que estamos viviendo.
Tenemos un país, este tiene que seguir funcionando, trabajando, operando en todas sus formas y sistemas de vida; pero necesitamos reconstruirlo, refundarlo, para poder tener un país fundamentado en principios y valores de solidaridad, cooperación, justicia, verdadera libertad e inclusión; privilegiar a lo social sobre lo económico, lo colectivo sobre lo individual, el trabajo sobre el capital, en fin, un NUEVO MODELO DE SOCIEDAD.
En otras palabras, es necesario dar un SALTO CUANTICO, de una orbita (por decirlo así), signada por un SISTEMA CAPITALISTA, guiado por las teorías y valores del neoliberalismo y con ello un sistema caracterizado por la exclusión de las grandes mayorías, la inclinación y pleitesías al imperialismo norteamericano, el crecimiento sistemático de la pobreza y de las asimetrías en la sociedad; el dominio de grupos oligárquicos con mentalidad explotadora para el resto de la sociedad; el desmontaje progresivo de lo que es Estado-Nación para llevarnos a un mundo globalizado, pero en la modalidad del colonialismo neoliberal, convirtiéndose el imperio en el gendarme o policía único del mundo, sobre la base de los intereses de grupos económicos y de familias que detentan el poder en la sociedad occidental; para con ello desaparecer de la faz de la tierra todo modo de vida, cultura y valores que no sea compatible con sus intereses.
Este SALTO CUANTICO consiste en llevar al país como dijimos, a una nueva orbita, un nuevo modelo de sociedad, un nuevo sistema económico, político y social; el cual permita: la inclusión en contraposición a la exclusión; la justicia en contraposición a la injusticia; la solidaridad en contraposición al egoísmo; la hermandad en contraposición a la segregación y desprecio entre unos y otros; en fin, una sociedad en justicia, paz y verdadera libertad; no una libertad “nominal” para unos pocos y una esclavitud “real” para las grandes mayorías. Se trata de transitar a lo que se ha denominado EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, para universalizarlo como alternativa, vida y esperanza para toda la humanidad.
Dentro de este contexto, la reforma de nuestra constitución es fundamental para impulsar y darle sustento jurídico al SALTO CUANTICO que se requiere para hacer posible la construcción de una nueva sociedad, un nuevo modelo de país. Las constituciones son el marco jurídico – normativo de toda sociedad; en ellas se expresan los principios, ideas y fundamentos que deberán traducirse en normas más concretas y especificas, a través de las leyes y sus respectivos reglamentos.
En esta reforma constitucional se dan incluso, a diferencia de lo tradicional en materia constitucional, lineamientos y directrices para el diseño de políticas y estrategias por parte del estado, para con ello hacer realidad el transito hacia la nueva sociedad, el nuevo modelo de país que necesitamos construir. Es necesario comprender, que las constituciones tienen que ir “ajustándose y adaptándose” a la dinámica evolutiva del proceso de transformación que impulsa nuestra revolución; máxime en una revolución en democracia y ajustada a derecho; “inédito” en la historia de la humanidad.
Dos factores ó condiciones que debemos tener presente, en este momento histórico que vive nuestro país: En primer lugar, hay que entender que toda revolución independientemente de la celeridad que se le quiera dar a sus cambios, tiene que hacerse POR ETAPAS, es decir, en forme gradual. De allí, la razón de haberse establecido en una primera etapa la constitución -BASE- de este proceso en el año 1999.
En el marco del respeto al estado de derecho; se requiere de ajustes y modificaciones, nó a sus elementos fundamentales ni de principios, pero sí a conceptos y valores que todavía permanecían apegados a la vieja cultura neoliberal – capitalista y a una organización del país, contrapuesta a las nuevas realidades.
Es imperativo estar conscientes, que como todo, los procesos revolucionarios tienen su CURVA DE APRENDIZAJE porque son hecho por personas, por seres humanos sujetos a errar. Por ello, en sus primeras fases, estamos sujetos a cometer errores u omisiones. No obstante, es indispensable no dar marcha atrás; ya que de lo contrario la CONTRAREVOLUCION y sobre todo EL REFORMISMO pueden dar al traste con el proceso. Sin embargo, hay que tener la inteligencia, pero sobre todo LA SABIDURIA, para corregir aceleradamente todo error u omisión que se esté cometiendo.
En segundo lugar, es necesario entender que la revolución implica un CAMBIO CULTURAL, así como de CREENCIAS, PRINCIPIOS Y VALORES en la población. Estos cambios, NO SE DECRETAN, no se hacen de la noche a la mañana: ello amerita: 1º tiempo; y 2º una estrategia para la gerencia de este cambio, en un marco metodológico y, a la vez racional. En la segunda parte de este artículo haré un análisis de varios de los aspectos neurálgicos de la reforma tales como LA PROPIEDAD, la reelección presidencial indefinida y el poder comunal.
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