La reforma constitucional provoca la radicalización de los electores criollos, que adoptan posiciones en pro o en contra, con un pequeño sector de indiferentes.
Sobre este tema no es fácil ser imparcial, pues cada quien jala la brasa para su sardina.
Aún así, intentaré hacer un análisis no contaminado por mis preferencias políticas.
El Gobierno y sus seguidores tienen una apabullante campaña a favor del SÍ; dicha campaña es apoyada por organismos y funcionarios oficiales, los medios controlados por el Estado y los militantes o aspirantes a serlo, integrantes del Psuv y sus aliados.
De más está decir que es una poderosa maquinaria, con un líder experto en estrategia electoral, con especial penetración en los sectores pobres de la población, que integran la inmensa mayoría.
Todo haría ver una fácil victoria para la tesis gubernamental de reformar 69 artículos de la Constitución, convirtiéndola en la herramienta básica para implantar el socialismo del siglo XXI, que asusta a muchos pues no tiene una definición precisa.
Del otro lado, llevando la contraria, se encuentran sectores poderosos, aunque sin influencia electoral. La Conferencia Episcopal, Fedecámaras, destacados juristas, organizaciones sindicales, estudiantiles y una pléyade de partidos políticos en vías de extinción o, por el contrario, haciendo pininos ante los votantes, como Primero Justicia y UNT.
Llevando la batuta están los poderosos medios de comunicación privados, en especial la televisión, con canales como Globovisión, dedicado 24 horas diarias a despotricar del régimen. Además cuentan con Súmate y otras ONG financiadas por el gobierno gringo ¿Por qué, entonces, se da por descontado el triunfo gubernamental? Se trata de una paradoja criolla que indica que, en Venezuela, mucho más torpes que el Gobierno son los sectores de oposición.
Muchos opositores deshojan la margarita sin saber qué hacer: votar NO o no votar. Los más sectarios juran que la abstención deslegitimará el referendo y el Gobierno caerá solito. De ese modo ayudan al SÍ a obtener una mayoría apabullante, tal como ocurrió con la Asamblea Nacional.
¿Recuerdan a Chacumbele?: él mismito se mató.
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