La derrota
de la propuesta de reforma constitucional del presidente Chávez nos
da varias lecciones. Muchas veces, la mayor parte diría yo, se aprende
más de las derrotas que de las victorias. Ya lo decían los griegos:
“sólo aquellos que han sufrido tienen la capacidad de entender”.
Venezuela es
una democracia. Aquí “acta no mató voto”. Ni Chávez aprovechó
que la Cantv es del Estado para “quiquiriwiquear” los votos
y que saliesen a su favor ni tampoco desconoció el resultado. ¿Es
eso propio de un dictador? Aquellos que gritan desesperados ¡Libertad,
libertad! ¿Alguna vez tuvieron prohibido el salir a la calle, (o la
televisión) para llamar dictador al presidente democráticamente elegido
por la mayoría?¿Alguien les dijo que no podían utilizar los medios
de comunicación extranjeros para dar una falsa imagen, mentirosa, de
una democracia que busca la justicia social? Alguien les comunicó a
los millones de venezolanos, que gritan libertad, libertad, que con
un discurso verbal violento incitan al odio; que en una dictadura no
se vota. Saben esos opositores cuya “vida corre peligro” ¿que en
una dictadura no se insulta al presidente ni a su familia y mucho menos
los medios de comunicación están en manos de opositores que
mienten y manipulan a la opinión pública?
Tendríamos
que explicarles a todos esos descerebrados, que salieron a defender
al rey de los españoles, que insultar a la familia real es un delito
dentro del Estado español. Que de vez en cuando vale la pena “echarle
bolas” y aprender de la historia. Que fue contra el rey de los españoles
y contra la estirpe de Juan Carlos, los Borbón, que se levantó en
armas América para liberarse de ese yugo que mandaba callar y pagar
(mantenerlo a él y a su familia).
Aquellos que
claman y gritan ¡libertad, libertad! no hallan en que palo encadenarse.
Ayer la invasión gringa a nuestro país para “liberarse” a través
de la esclavitud del poderoso norte que lo único que quiere es el petróleo.
Hoy a través de un rey, un pobre rey por cierto, que no puede decir
dos palabras juntas sin leerlas y lo más concienzudamente que hace
es “echarse palos” y cazar osos borrachos.
El mundo al
revés. Aquí nadie rectificó esas palabras ni los epítetos de dictador.
Aquí insultamos, levantamos falso testimonio (que por cierto para los
cristianos es pecado) y seguimos tan tranquilos.
Tendrán respuesta
para todo. Dirán que el “régimen” (así lo califican ellos) no
pudo con la mayoría de los venezolanos y la “presión” internacional.
Se olvidan que “ganaron” de la misma forma que hubiesen perdido,
porque, de ser aprobada la propuesta constitucional por un tan pequeño
margen de votos carecería de la legitimidad necesaria. Y esto lo digo
con conocimiento de causa, porque de esa victoria pírrica (bírrica
diría yo) nace la Constitución española que puso al rey
a mandar callar. Apenas un 54% del censo electoral español aprobó
una Constitución hace 30 años que parece un libro sagrado y sólo
sirvió para “parapetear” un dictadura de constructores y
banqueros y un “cazador cazado” que aquí los españoles llaman
rey.