Lo que viene es, para empezar, lo que se vive, desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, en el contexto de un plan desde hoy continuado para dar ingreso en enero, ¡sino antes!, a una propuesta política opositora de envergadura. La idea es hambrear al venezolano en los próximos días, sacrificar los días festivos navideños y generar flujos de molestia que, después de hacer sentir, induzcan también a pensar que con Hugo Chávez en el poder se vive de tal manera, como si las crisis de abril 2.002 fuera su sino existencial.
Es simple. Toda una parafernalia montada con intereses desde el exterior, con ingentes sumas de dinero invertido y conciencias compradas, no irá a quedarse a medio camino sólo porque la oposición cometió el error de comportarse cívicamente durante la votación del día 2D. ¡Nada de eso! La conspiración violenta es un gran tren a vapor que arrastras vientos capitalistas desde el siglo XVIII, y no la paran unos muchachos que le quitaron la batuta a una dirigencia tradicionalmente estúpida, pero que todavía se defiende intentando estupidizar a quien se le junta para que se unan al bando en su totalidad, dado que hay evidencias que desde la cúpula estudiantil participan sus integrantes en sospechosas reuniones con el capital mercenario.
Como ya dije en otro texto, los factores violentos se quedaron con el orgasmo contenido, con el cartucho sin detonar, con los planes sin desarrollar, como usted lo quiera entender pero sabiendo siempre que se quedaron “aguantados”, para no hablar de desilusión. La red completa se cierne sobre el techo de Venezuela como un gigantesco arácnido, esperando para ataque pero madurando todavía, dada la contrariedad del referendo y la navidad, ciertos aspectos para propiciar el momento.
Más simple todavía. Mientras Baduel prepara su discurso almidonado donde le pedirá al Poder Ejecutivo la derogación (o no utilización) de la Ley Habilitante como mecanismo para implementar algunos artículos no aprobados mediante la Reforma Constituyente, los monopolios empresariales dosifican el suministro de los insumos a los venezolanos y pretenden, como dijo el Ministro de Alimentación para el Poder Popular, Rafael Oropeza, crean una situación de ahogamiento progresivo. (Ministro, usted lo ha dicho, póngase las pilas y multiplíquese; ya se le ha criticado por ser tan blando durante el mes pre electoral de noviembre y contribuir oficialmente, reconózcalo o no, con los adversos resultados electorales. Usted no ha sido removido, pero yo diría que es el momento de oro para que usted se reivindique actuando con eficiencia).
Esta progresividad apunta a sembrar en la psique del venezolano una asociación nefasta con un momento que en otras circunstancias es de suyo feliz: los días navideños. Dígase que inicialmente, porque el objetivo central pareciera ser mantener flagrante ese sentimiento de molestia ante la escasez hasta día de algún pronunciamiento importante. La propuesta de inhabilitar al presidente en el uso de la Habilitante, so pena de llamar a una Constituyente y soltar los ovejos bravos, esto es, los estudiantes a la calle. La ola optimista de sus recientes resultados electorales los cegará y los llevará a creer que, cuales ajedrecistas, ya están en capacidad de mover las piezas del pueblo.
El ex Ministro de la Defensa, así como cuando se retiró con un discurso "raro" de la institución, así, otra vez, soltó una perlita antes de irse a descansar después del 2D. Más o menos, dijo que se iría pero que volvería en breve con unas propuestas para el país, y soltó los vocablos "Habilitante" y, si no me traiciona el recuerdo (quizá fue luego), "Constituyente".
Y así estás cosas, el pueblo pasando necesidades víctima de unos miserables operadores políticos. Han desaparecido de los anaqueles hasta el papel toilette, procurando, será -y me perdonan lo grotesco-, que la gente ande siempre "cagada", cual conejillo de Indias en un experimento de laboratorio político. Se comprende que la falta de leche tenga una explicación que la mezquina en el ámbito mundial, pero no se puede explicar por qué continúa, localmente, el problema con otros productos de la cesta alimentaria como la harina, el aceite, huevos, etc. ¿Cómo se puede ser tan miserable en virtud de una pasión o interés político? Sin duda, comportamientos así descubren dónde y sobre quienes no debe recaer el poder, mismo que podría ser utilizado eventualmente para el ejercicio veleidoso de frívolos antojos, para no hablar de perversiones, como en esas oscuras historias de poderosos que asesinaban masas o abrían a humanos en canal nomás para saciar sus bajas pasiones.
Es para reflexionar. El gobierno de Hugo Chávez, en su esencial propuesta socialista de igualdad, autogestión y equilibrada distribución de la riqueza como contención al exceso de la deshumanización capitalista, nuevamente pone en el tapete, después de Allende, las debilidades de la maquinaria revolucionaria pacífica, a saber, el aspecto comunicacional y las necesidades del pueblo, básicamente alimentarias, en manos de consorcios y monopolios que desde un mismo inicio se hace necesario combatir.
En Venezuela, en el plazo más urgente posible, se requiere marco jurídico que falle contra el monopolio en cualquier materia de la vida social como medida para resguardar la seguridad ciudadana, de modo que pueda prevenir situaciones de escasez generalizada por causa del mal humor, capricho, megalomanía o interés político de un potentado cualquiera, de esos con aires trasnacionalitas, que hay muchos en el mundo. Más que de necesaria existencia, es de urgente aplicación (por si acaso existiera y no estuviera bajo el conocimiento de quien escribe). Su propósito es el control de los excesos, como ocurriera hace poco con el magnate del software Bill Gates, que al sentir limitaciones a su expansión y a un probable exceso por ahí cometido con su patente mundial Windows, albergó (amenazó) deseos de mudar su gigantesca corporación hacia Canadá. Independiente de que sea ventajoso o no su consecuencia, lo importante radicaría en el hecho que se sometería al debate y a la reconvención pública.
En esta tónica, digo que de entre los correos que recibo, uno me llegó y me habló de empresas monopolizadoras de alimentos en Venezuela, especialmente de las Empresas Polar, cuyos productos, sensibles al venezolano, listo a continuación, arriesgándome a incurrir en una posible imprecisión como consecuencia de no certificar la información que me envía la fuente amiga. Al referirme aquí a las empresas Polar, lo hago a conciencia de que hay otras "empresitas" por ahí comprometidas con el relajo, como Alfonso Rivas y Compañía. Gente que monta empresas, viven de lo lindo a costilla de las bocas que comen y se dan el tupé del chantaje y de considerarse hasta mejores que el resto de los venezolanos (cual extranjeros, pues), dado el aparente sentimiento de "ajenidad" que despliegan en relación con su propia gente, a quien someten a necesidades. Son otra cosa, pero no venezolanos. El afán de lucro no justifica la barbarie ni el escarnio a la dignidad propia, si se llaman venezolanos.
Aclaro que el texto me llegó en un contexto propagandístico por una de las opciones del referendo, pero ello es secundario si todos los alimentos listados en realidad pertenecen a la empresa mencionada, siempre en el contexto de una reflexión sobre el monopolio empresarial alimentario. Debe tenerse en cuenta que esta empresa, o serie de empresas, ya ha amenazado, cual fundamental Microsoft, llevarse sus instalaciones a Colombia. ¿Qué tal?
EMPRESAS POLAR
- Cervezas y maltas
- 17 marcas de vino
- Harina PAN, Mazeite, Primor, arroz, pastas, margarina, Nelly, Mavesa
- Salsas, mayonesa, vinagre, enlatados
- Refrescos Pepsi Cola, Golden
- Avena, Toddy
- Los alimentos Margarita: Sardinas, pepitonas, atún, pechugas, cazón, marisquería, pulpo, calamares, milanesa
- Helados EFE
- Alimentos para mascotas
- Productos para limpieza: jabón Las Llaves, detergentes, lavaplatos
- Bebidas deportivas: Yukery, agua mineral, soda
Y mucho más que el tiempo me impide
detallar, que sorprendería hasta dónde dependemos y cuán balbuceante
es el concepto de soberanía alimentaria en su expresión final, en
el consumidor en los centros urbanos, virgen incluso en materia legal.
Es claro que se han propinado golpes certeros con la Ley de Tierras,
la producción y la cadena de distribución, es decir, en el campo en
su horno productivo primario, pero también es claro que mientras la
fruta madura a mediano plazo, como está proyectado en el programa político
de la soberanía alimentaria nacional, deficiencias operativas en el
ámbito político hacen estragos sobre el ciudadano final, es decir,
la gente en la ciudad, victima hasta de buhoneros y acaparadores y,
lo que es peor, se utilizan dichas deficiencias para generar situaciones
de desestabilización por empresarios inescrupulosos. Este documento
no obvia que se toman medidas y se invierte en el campo, comprándose
hasta vaquillas de producción especial. Pero los cambios de estructuras
que se vendrán operando desde el campo a partir de la implementación
de la Ley de Tierras, en su fácil talento de despertar enconos en gente
que no cede en su egoísmo lucrativo, deben prever planes de contingencia,
la aplicación de la ley, la importación sucedánea si es posible o
lo que sea con tal de quitarle al golpista la herramienta de arrechar
a la gente para sus velados propósitos, y ya una de estas penúltimas
palabras la pronuncio no con descortesía sino por necesaria expresión.
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