Es curioso que tantos escribamos, expresemos tantas opiniones (especialmente pensando que tenemos la razón) y que sin embargo se vean tan pocos resultados en la calle surgidos de la iniciativa popular. Eso obliga a pensar que proyectamos mucho pero hacemos poco. Chávez, a quien ya le esculpieron los gringos el nombre en alguna bala, ha hecho mucho y proyectado mucho. Emulémosle. Bolívar, como Chávez, pensó y construyó. Lo mismo hizo Miranda. Ellos, y algunos pocos más, son ejemplos de escritores, pensadores, que supieron pasar del mero pensamiento a la acción y supieron pagar con altísima dignidad el también altísimo precio que ello supone: soledad, traición, muerte.
No digo que somos flojos y que no estamos haciendo nada; digo que podríamos invertir, o al menos equiparar, la relación entre lo que decimos y lo que hacemos.
Hablo desde La Dolorita, donde muy pocas, poquísimas de las personas que escriben en Aporrea han estado alguna vez, y menos han estado alguna vez haciendo algo. Supongo que algo andarán haciendo en otros sitios. Propongo que hablemos menos y hagamos más, a ver si Aporrea, de esa forma, puede publicarnos a todos y nos es posible leer lo que decimos. Yo por mi parte, estoy ejercitándome en eso de hacer uno y hablar uno, o hacer dos y hablar uno.
No sé hasta qué punto será útil seguir invirtiendo tiempo en hablar sobre la Reforma. Hagamos revolución, forcemos el cambio. La injusticia, la violencia sorda bajo la que estamos obligados a vivir millones de venezolanos por los designios de quienes se burlan de nosotros con nuestras habladeras ¿estériles? es tal, que provoca hacer lo que dijo e hizo el Che: Utilizar medios extraordinarios para alcanzar lo extraordinario.
¡Viva la Revolución! ¡Patria para los Indios y los Negros! ¡Tierra y hombres libres!, ¡Ana Kariná Roté!
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