Para muchos arrancó la campaña, para otros ya ganaron o todo está decido; pues bien estamos en el momento de que hay que amarrarse los cordones, porque aun la marcha del combate así lo amerita. Hemos llegado sin darnos cuenta al entronque de las definiciones, y para ello debemos revisar lo ejecutado y el futuro plan a ejecutar; porque el tiempo es nuestro principal enemigo y paradójicamente nuestro mejor aliado.
1. PSUV: fuerza y obstáculo. Es evidente que en la primera etapa de la campaña, era necesario convencer al militante rojo rojito de la necesidad de acompañar nuestros candidatos, y eso ha sido acertado y materializado con la estrategia inicial, donde se vincula al candidato con el PSUV; pero es una gran verdad que estamos en presencia de otra realidad, y de allí la urgencia de que se imponga una revisión de lo que hasta ahora ha sido esta estrategia; porque solo con el PSUV, no se garantiza la victoria y sin el PSUV tampoco es posible tomar los palacios de gobierno en cada uno de los estados.
2. Aliados políticos y el rojo rojito. Como hemos dicho, hasta ahora la campaña ha sido monocolor, ella en si misma es contradictoria con la personalidad y la visión que posee la gente de los candidatos. Ahora bien, casi todas las candidaturas están acompañada por los azules del PPT, los moraos del MEP, los rojos del PCV y por los multicolores y matices que representan el resto de organizaciones políticas, que de seguro al lado izquierdo del tarjetón electoral, plasmaran su universo policromático. A pesar de esta realidad, los candidatos solo visten de rojo y al pueblo se le brinda la idea de que no tienen aliados políticos y mucho menos otras organizaciones partidistas que los acompañen y les defiendan su contienda. Las otras categorías de aliados están presente en el hecho social. Hasta ahora las candidaturas ha dado muestra muy pobres del gran pacto social, que debe conformarse en torno la propuesta de cambio implícita. Es urgente la necesidad de diseñar un agresivo plan de incorporación de los sectores productivo, culturales, religioso, deportivos, trabajadores, campesinos y la mismísima clase media; participación que para nada debe estar signada por las conductas rígidas y sectarias que se han puesto de manifiesto en estos días de campaña.3. Los inamovibles y las posibilidades reales de victoria. En este escenario de fortalezas y debilidades existe una realidad que no podemos seguir ocultando: La división de las fuerzas del chavismo en la mayoría de las regiones del país. Aquí en el Zulia estamos reviviendo los viejos fantasma del proceso electoral pasado, cuando el general Gutiérrez le levantaba la mano a sus candidatos y dejaba por fuera a los otros candidatos, quienes también lo apoyaban. El parte oficial según fuentes del CNE, nos señalan que el partido del candidato mantiene alianzas perfectas en materia de candidaturas de Alcaldes, sólo en siete (7) Municipio de la región. Esto significa que el PPT, PCV, MEP, NCR y diversos Grupos de Electores Municipales, han presentado en doce (12) Municipios, candidaturas distintas a las del PSUV. En cuanto a las aspiraciones de garantizarle al futuro Gobernador de las fuerzas del cambio, un parlamento regional aliado a su gobierno, no puede ser más desolador. El primer partido del candidato, sólo pudo otorgarle un quinto puesto en la lista al PCV; mientras que el MEP presentó formula propia y el PPT; NCR y los candidatos independientes van en alianza perfecta; una vez que la “amplitud y visión estratégica” de los dirigentes del PSUV, hizo imposible la unidad tan requerida para esta difícil región del país. Ahora bien, ante este cuadro para nada halagador que se da en el Zulia; pero que se repite con sus particularidades en cada uno de los estados del país, surgen las preguntas de rigor: ¿y no será posible enderezar estos entuertos unitarios?, ¿porque, si desde las fuerzas de la opocisión todavía se buscan acuerdos unitarios, nosotros no lo hacemos? Y por último, ¿de verdad, verdad, todavía seguimos creyendo que con estos candidatos inamovibles; que de paso muchos de ellos se han transformado en un peso muerto en esta corta pero significativa batalla, podremos vislumbran posibilidades reales de victorias?
Así las cosas, consideramos que estamos a tiempo de revisar, rectificar
y reimpulsar la campaña; y esto no debe quedarse en el mero formalismo
de una consigna, de no hacerlo estaríamos corriendo el riesgo de provocar
resultados nada favorables. Una sala situacional no sólo debe conformarse
con garantizar cuantos batallones existen y quienes deben garantizar
la movilización. Aún los ejércitos más poderosos tienen que tomar
en cuenta y ser orientados por el hecho político; porque en definitiva
son las grandes multitudes las que deciden el combate, hacia ellas van
dirigidas las propuestas, y esta fundamentalmente es una guerra de ingenio
y de ideas.