Las regulaciones cambiarias adoptan modalidades varias, una de ellas es a través de la paridad cambiaria frente al dólar. La que está vigente, legalmente adoptada, es de
Bs.F.6,30/$1 para su venta por parte del Bance Central de Venezuela a través Cadivi (Comisión para la administración de divisas), y de esta manera el comprador de mercancías extranjeras puede adquirir dólares a ese precio e incorporarlo como coste parcial de sus importaciones o de su costo de fabricación.
Sería de inferirse que sólo ese precio regulado, según el dólar regulado, debe ser que aparezca en la contabilidad de dichos costos de importación y fabricación, pero, según hemos visto, desde que rige la regulación cambiaria los comerciantes y fabricantes se han acostumbrados a facturar sus mercancías al fulano dólar libre, dólar del mercado paralelo o dólar libremente comprado, todo ello al margen de la ley cambiaria correspondiente.
Para justificar o burlar los controles cambiarios oficiales, los argumentos esgrimidos por importadores y fabricantes han sido la supuesta escasez de divisas y la lentitud en su entrega que hace la citada comisión Cadivi.
Semejante actuación contable protagonizada por importadores y fabricantes -al margen de la regulación cambiaria-, y la tolerancia de dichos costes por parte del gobierno nacional, han tenido como víctima a los compradores finales de todas esas mercancías que no se fabrican en el país, pero que las importamos, y de las producidas en el país con partes importadas.
De esa manera, la sociedad viene sufriendo una escalada permanente de suba de precios que, por tratarse de importadores y fabricantes no afectos al gobierno, es aprovechada para mantener disgustada una buena parte de la población, todo dirigido a la pérdida de popularidad de la presente Administración Pública, máxime durante estos días preelectorales.
Si bien es innegable que el pueblo afecto a la Admón. Pública ha sido tolerante con esta actitud de la oposición o del capital privado, y también ha sido tolerante con la falta del control cambiario por parte de dicha administración, en todo caso, dichos importadores y fabricantes vienen haciendo su agosto[1] al final de cuentas, independientemente de que logren sus objetivos políticos, o que no lo hagan.
Por todo eso, sería aconsejable que el gobierno hiciera valer la regulación cambiaria en todo su alcance. No puede seguirse regulando la venta del dólar a Bs.F.6,30 por dólar, y seguirse permitiendo que sea revendido al precio que mejor les convenga a estos importadores.
Nos parece que todo asiento contable donde figuren costos por concepto de adquisición de dólares o compras al exterior a un precio superior al regulado oficialmente, o sea en esa contabilidad donde priva el dólar regulado por el libre mercado, debe ser intervenido y ajustado al control cambiario para que el alcance de este control cumpla sus objetivos: evitar fugas de capital y subas ilegales en los precios de mercancías comerciadas en el territorio nacional.
[1] Es doble la ganancia obtenida por estos comerciantes: ganan con la reventa del dólar adquirido en Cadivi, y ganan por concepto de capital invertido en sus operaciones de importación y fabricación.