Cuánta miseria humana pueden generar las reglas de juego del capitalismo, una visita a un mercado popular nos puede mostrar algunas de ellas. Cuantos alimentos básicos, regulados ó subsidiados por el estado, convertidos por unos pocos en costosas mercancías. Subordinadas a las abominables y aborrecibles condiciones de mercado de una economía capitalista medieval y primitiva: ley de la oferta y la demanda, y por condiciones especulativas cambiarias impuestas por el neoliberalismo, el cual crea artificialmente un dólar paralelo, controlado por agentes extraños a nuestra economía y desde países lejanos.
Cuándo y porqué se da rienda suelta a esta miseria: tarea difícil de explicar, luego de 14 años de ejercicio de gobierno. Hoy día, la revolución enfrenta muchas debilidades en materia de producción de bienes y servicios, en especial la de alimentos. Esta debilidad, solamente se ha podido superar activando mecanismos de importación con los dólares baratos que nos brinda la renta petrolera. Pero una vez colocados estos productos al alcance de la población, se crearon al mismo tiempo y en forma paralela, mecanismos perversos y miserables propios del capitalismo. Es decir, compras adicionales de alimentos por parte de un pequeño sector de la población, para ser revendidos y saciar la voracidad de una avaricia desbordada y la ganancia fácil, sin ningún esfuerzo productivo, y como consecuencia el sacrificio del pueblo, parientes y sus semejantes.
Enfrentar esto, no resultará nada fácil. Son mecanismos y valores propios de un capitalismo exacerbado por el desenfrenado consumismo. Que no está asociado a satisfacer necesidades básicas, sino banalidades y necesidades superfluas. Estos antivalores, han echado raíces en la mente de algunos sectores populares de nuestra población, estableciéndose en mercados populares, bodegas, establecimientos de distribución de alimentos privadas y para nuestro pesar, también públicas. Es decir, en todos los niveles de la sociedad, a los cuales no se les puede llamar a la conciencia, porque no la tienen. Están generando un gran daño a nuestra economía, que hoy todos padecemos. Cómo único motivo, el enriquecimiento súbito.
Nos enfrentamos pues, a un monstruo que envenena el alma y el corazón del hombre, y una vez desatado no respeta reglas morales, éticas, ni principio alguno. Todo esto ocurre en pleno proceso de construcción del socialismo, las fuerzas del capitalismo intentarán por todos los medios visibles y no visibles de entorpecer su avance. El Presidente Maduro está tomando medidas para contrarrestar estas fuerzas contra-revolucionarias, en el marco de una legalidad burguesa. Pero todo revolucionario tiene grabado en el inconsciente la máxima del Che Guevara “No se puede hacer revolución con las armas melladas del capitalismo”. Aún así, en contra corriente del pensamiento del Che, acompañaremos al Presidente Maduro desde cualquiera de nuestros puestos de lucha.
Debemos estar claros, que la aplicación de estas medidas dependerá de un aparato burocrático que hasta el momento ha sido muy ineficiente y de lenta reacción. Sus actuaciones normalmente van por el canal lento mientras que la realidad se mueve por el canal rápido. Toma medidas efectistas hoy y mañana son olvidadas ó incumplidas. Eso genera incredulidad en la población que vive el día a día, esperamos pues con la ley de precios y costos justos, no se repita la historia.
Finalmente, y siendo más optimista, no debemos olvidar que la guerra final de esta confrontación la dará el pueblo en el campo de la producción. Es decir, si nos atrevemos a tomar y controlar los medios de producción, única salida para incrementar la producción y productividad de bienes y servicios. Formamos parte de todo el sector productivo nacional, y estamos llamados a dar la estocada final a esta guerra económica declarada por fuerzas imperiales. Esperamos el llamado.