Máscaras y caras de la Guerra Económica

Los Aló Presidente se convirtieron en escenarios para palpar la realidad de cada momento y espacio en el cual se escenificaban. La coyuntura, semana tras semana, y con la presencia de destacados invitados de todo el mundo convertían el programa en verdadera cátedra, tan vigente hoy en día que con toda certeza basta tomar alguna una parte de cualquier discurso y de fecha al azar, para saber que estábamos en presencia de un líder indiscutible. Realista y visionario.

Lo ocurrido en nuestro país en el periodo de los presidentes Chávez y Maduro ha sido una feroz campaña de desestabilización continuada, en la cual la guerra mediática con sus diversas facetas ha pretendido corroer las bases que sustentan la Revolución Bolivariana. Apoyo económico descarado ha sido la variable permanente durante estos 15 años de resistencia, como mecanismo para lograr objetivos que han sido inalcanzables hasta ahora por la vía electoral.

Ahora, lo del Aló Presidente viene a colación precisamente por la cercanía que se estableció entre el equipo presidencial y la gente. Muchas veces oímos a Chávez preguntarle a algún ministro que lo acompañaba por el precio de determinado producto de consumo diario y el emplazado usualmente quedaba en la nebuloso. Motivo por el cual les recomendaba ir de compras al abasto o mercado para saber a ciencia cierta lo que allí sucedía.

Este es el mejor momento para recordar a Chávez. Percatarse y vivir en carne viva la llamada guerra económica y como se manifiesta en la vivencia diaria de nuestros compatriotas. Curiosamente nos damos cuenta que si el señor aquel escondía carros para luego venderlos a precios especulativos, éste parece un flagelo, germen o bacteria que tomó cuerpo en el pulpero, informal o buhonero, ciudadano común y corriente, que en esencia y guardando la distancia en gula y ceros de bolívares o dólares, hace lo mismo que el millonario que ahora vive en Estados Unidos. Con la deferencia, también, que este hermano que perjudica a su otro hermano seguirá con el mismo cuadro social a cuesta.

De manera que esta misma guerra mediática, con su ferocidad ha logrado invertir valores fundamentales como la solidaridad, al punto que la cadena acaparadora y especulativa no distingue clase social, a sabiendas que los golpeados son y seguirán siendo los sectores populares. En consecuencia, cuando hablamos del gobierno de calle hay que hacerlo con propiedad, con todas las de la ley. Metiéndonos en el corazón del pueblo y echarle pierna a la calle, para saber cómo se bate el cobre.

Valdría preguntarse si en este juego de divisas, acaparamiento, especulación, viveza y participación de las autoridades, será que estamos en presencia de las mil caras y mascaradas.


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Juan Azocar


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