¿Por qué y cómo defender a los CLAP?

Desde el año 2013 se emprendió una nueva estrategia por parte de la oposición venezolana para asfixiar la base popular del gobierno de Nicolás Maduro, heredero en la conducción revolucionaria de Hugo Chávez. La “nueva” fórmula aplicada fue la de boicotear con una fuerza mayor a la de 2002 y 2003 la economía nacional. Los esfuerzos, los intentos de diálogo con los sectores empresariales y otras iniciativas para dar empuje al aparato productivo han sido infructuosos. En los anaqueles siguen ausentes los rubros más importantes de la mesa criolla.

Diferentes flancos han sido atacados por los “buitres económicos”, lo que hace que la crisis actual sea multicausal y el Estado no responda con eficacia y eficiencia al problema. Las cadenas que nos hacen dependientes de las importaciones y empresas transnacionales, aunado a errores y rémoras como la corrupción, nos hacen vulnerables. Pero también existen otros fenómenos como el “bachaquerismo” ó el contrabando de extracción.

Recientemente, el Presidente Maduro ha lanzado una idea, que poco a poco va tomando forma: los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Estos han recibido desde ya enconados ataques mediáticos y políticos. ¿Cuál es la razón? Veamos…

El pensamiento marxista nos habla de la estructura y las superestructuras del sistema capitalista, ello se refiere a un conjunto de elementos que poseen “relaciones de fuerza”, que interactúan y cimentan el status quo. De este modo tenemos que existe una estructura económico-social, caracterizada por la monoproducción y el rentismo petrolero, una superestructura jurídico-política que favorece la organización y, hasta cierto grado la impunidad, de la clase pudiente, y unas formas ideológicas de la conciencia social. En este punto nos detendremos y pasaremos a detallar.

La organización económico-política está dada, como hemos dicho ya, como un traje a la medida de los capitalistas y sus expresiones partidistas, lo cual explica, por cierto, el por qué Chávez hizo el llamado a la constituyente tan pronto como accedió al gobierno. Esta organicidad tiene una incidencia o relación en las llamadas formas ideológicas de la conciencia, las cuales son reforzadas por el sistema educativo, la religión y los medios de comunicación privados.

Pongamos ejemplos. Al empresario local, generalmente socio menor de grandes transnacionales, le favorece la no intervención y regulación de la economía por parte del Estado, en ese sentido, busca organizarse por medio de la política, ya sea promoviendo partidos y candidaturas proclives a sus intereses, o bien haciéndolo directamente, como el caso de Macri en Argentina, Fox en México y Piñera en Chile. Por supuesto, con la supuesta división de poderes es preciso también dominar el poder legislativo.

En lograr todo eso se invierten fuertes sumas de dinero, campañas feroces por prensa, radio y televisión, se dibuja a los empresarios como hombres que dan empleos, generan riquezas para todos y bienestar, por el contrario el Estado es ineficiente, corrupto y obsoleto, todo lo que caiga en sus manos se pierde. Así es la lógica del neoliberalismo. Esa es la imagen creada e implantada en la colectividad.
Ahora, ¿en qué se relaciona todo esto con los CLAP? En el hecho de que el principal escollo que presenta el país para salir del atraso es la dependencia económica, y ella está ligada con las formas ideológicas de la conciencia social.

Es común escuchar en la calle hablar mal del país, hacer mofa de aquella frase de Hugo Chávez: “tenemos patria”, y lo primero que allí está presente es el hecho de ignorar que la patria son ellos también, es decir, sí la patria está mal o no sirve es porque nosotros no servimos, y es ahí donde debemos profundizar, es ese el pensamiento del “dejar pasar, dejar hacer” propio del neoliberalismo. Suponer que otros pueden hacer por mí lo que yo no hago. Se llega, de esta manera, el turno al bate de los empresarios: hombres sagaces y dinámicos, debido a que los políticos han fracasado. En pocas palabras: recetas de derecha.

Otra característica de las formas de pensamiento vigentes la encontramos en el inmediatismo, en el sueño de lograr fortuna pornta y rápidamente, sin mucho esfuerzo, a imagen y semejanza de los “sagaces” hombres de negocios. Ella se hace notar en las labores que se emprenden a diario: aumento de la economía informal, las líneas de taxis, los vendedores de comida chatarra y el crecimiento en la demanda de carreras universitarias como administración, contaduría o informática. Nada realmente productivo en el sentido propio del concepto, nada de agrónomos, técnicos en alimentación abandonados a su suerte, en fin, ahí está el molde, como también lo está en la gente que añora un crédito, no para sembrar o criar para la alimentación, no, eso implica sol, sudor, constancia y paciencia, sino para algo más expedito: un cyber, una venta de parley o cualquier tarantín para vender corotos. Otros esperan ansiosamente entrar en la administración pública, lo que además de beneficios y un trabajo donde hagas lo que se te dé la gana (porque el Estado es así, ineficiente) puedes tener acceso a un sin número de palancas… y poleas.

Los CLAP, aunque tal vez lo seguimos viendo como una simple repartición de bolsas con alimentos, llevan en su espíritu algo más profundo y la derecha lo sabe, parece que hay algo de acierto en su creación. Primeramente, comporta una nueva forma de organización: la organización popular, el germen de un nuevo Estado, terror del libre mercado. Asimismo, tiene como objetivo distribuir según la necesidad y la capacidad de cada quien, no es un asunto de obtener altas ganancias.

Representa, además, la posibilidad de generar una nueva cultura productiva. Los patios productivos, la economía urbana, banalizada y ridiculizada por los medios de comunicación y los políticos opositores, es en realidad una idea loable, la iniciativa para la fundación de una gran escuela del progreso real, que trastoca los cimientos de las formas ideológicas de la conciencia social propias del capitalismo, que es propensa a la autogestión, a la independencia. Por eso el constante bombardeo y el reforzar las viejas estructuras de pensamiento.

¿Cómo defender los CLAP? Es una tarea política colosal e inminente, se requiere forjar la conciencia colectiva sobre las potencialidades reales de este mecanismo, tomarse en serio aquello de “todo el poder a los CLAP”, ó lo que es lo mismo, al Poder Popular. Por eso no existe, ó no debería existir, contradicción con aquello de “¡COMUNA O NADA!”.

De ello depende la victoria. Evitar la institucionalización de los CLAP, porque ello significa romper con el anquilosado Estado, con la corrupción, la ineficacia, la ineficiencia y la “viveza” criolla, acabar con las cadenas materiales y espirituales, sepultar lo muerto y partear el luminoso porvenir. Atacar al CLAP, es atacar nuestra posibilidad de supervivencia. No lo defendamos sólo de la boca para afuera, hacer contraloría y evitar la corrupción (incluyendo la de cierto sector de desviados) es hacer patria.
 

guevarista26@hotmail.com



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