En su fase irremediablemente terminal, a Nicolás Maduro no se le pudo ocurrir otra cosa: que anunciarnos que afinara la represión, así sepa que en el fondo será fallido su intento de prolongar la agonía de un gobierno que luce cada vez más incompetente, corrompido, y que además, manipulado por quienes durante medio siglo ensayaron el cacareado Estado comunal, y ahora con el mayor desparpajo deciden negociar su rendición con EEUU, sin que en esas concesiones entre las partes figuren para nada los intereses de nuestro país.
Porque conocemos nuestro dramático cuadro político, llegamos a la conclusión que no son descarriladas las advertencias que hace Jorge Giordani, cuando diagnostica que al reciente cambio ministerial se le ve la costura. ¿Y es que acaso dudamos, que Maduro en su desesperado afán de retener el poder a como dé lugar, esta vez no esté dispuesto a echarle mano a cualquier odisea? Apuntando en esa misma dirección, acaba de designar a Tareck El Assami, como Vicepresidente Ejecutivo, quien sustituyo en el cargo a otro de sus fracasados acólitos que siempre se la da de chistoso y a la postre termina siendo bueno para nada, tal como se demuestra en estos diecisiete años que lleva enchufado en la manguangua.
Ciertamente, está claro que al ex gobernador de Aragua está consciente que le encomendaron arreciar brutalmente la represión con el propósito de intimidar la ciudadanía, y por ello en su debut acaba de anunciar la realización de ejercicios anti-motines para reprimir cualquier protesta contra un gobiernito que por su propia torpeza se condena a no dar pie con bola. Así que no hay que llamarse a engaño ni esperar juegos florales con el nuevo titular de la Vicepresidencia, pues se espera que en su desempeño sea tan bestial como lo fue el inefable Pedro Estrada cuando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
¿Y será que el ex gobernador de Aragua acepto inmolarse, a cambio de ahorrarse una aparatosa derrota en las venideras elecciones de gobernadores y que por cierto están en pico de zamuro? Total, la experiencia de la vida nos dice que cada quien hace con su trapo un camisón, y él es libre de escoger el tipo de fracaso que desea. Así son las cosas, como diría Oscar Yánez}.
