Las consecuencias del resultado que arrojó el referendo del 15 de febrero como que han hecho mella miope en algunas personalidades que viven de la acción-reacción de la confrontación de la reelección y, ligadas de por vida a la faena política del País, nos caen como si acabaran de llegar de la luna de paseo –oh sorpresa- y se hallan con el pueblo picado en dos toletes (non nova, sed nove), uno que sería el chavismo y, el otro, los sumandos de los minipartidos de la oposición que no es la sumatoria y con ellas: desalientan y nos asombran sembrando la angustia del abismo por donde hemos de rodar tarde o temprano. ¿Y ahora quién podrá salvarnos?
Los energúmenos no, ésos juegan siempre a la derrota, hay que ir más lejos, pensemos, quizás, la cabra mocha de Josefina Camacho. -¿No es así panita JV? –que es mocha de los dos cachos del rabo y las dos orejas, pero, tiene cuatro patas, ¿y nosotros qué?
Raciocinio acumulado a montón para derrotar las pasiones más perversas y disímiles que aquejan, desvinculando el sentir patrio que se lleva en el alma del pensamiento como una lanza de inquietud que, nos despierta unidos o desunidos en el río de nuestros tormentos y, no hay que obnubilarse por el odio y el sectarismo del aventurerismo que a diario nos amancillan de retruécanos oprobiosos los medios privados en mensajes falseados de política que van y vienen cruzados de lamentos.
La comparación que nos encajan no es nada extraño en ninguna parte del mundo de individuos con cuatro dedos de frente por donde se mida la inconformidad del analista que se zambulla patéticamente en mares agitados a sacar embriones de dinosaurios para meternos miedo. Y mire que el miedo es libre aquí y allá con arrogancia y sin arrogancia. ¿Se podrá afirmar que la arrogancia es un mal del capitalismo como una plusvalía más?
¿El País está dividido? Cuándo no. Siempre lo ha estado. Lo que pasa es que el escenario es otro, ahora los pobres tienen voz y voto. Se hacen sentir a diario, gritan con más bríos como atracción e intención de esperanza, porque quieren este su terruño y, no son apátridas como el maracucho aquel que cada vez que empreñaba a su mujer la llevaba a parir a Estados Unidos para obtener la doble nacionalidad y, mire que fueron varios hijos que tuvieron y que formaron como pitiyanquis y, como él, qué de cosas no han hecho otros nada ejemplar de emular y que jamás serán dignos de incluir en la arraigada placenta del modus vivendi de la mayoría de nuestro pueblo, porque son los eternos miserables.
Con ésa gente no se puede conversar porque no van aportar nada para la convivencia sana con el Gobierno revolucionario –carecen de ideas y de proyectos y se comportan como agentes del imperialismo- por tal motivo no entusiasma tenderle puentes de comprensión, siempre será más de lo mismo para perder el tiempo y fermentar el momento. El proceso venezolano necesita es recuperar el tiempo perdido y afincar sus raíces de perdurable aliento que nos lleve por la senda florida de la austeridad que corrija perversiones y cierre las llaves por donde se desbordan sutilezas depredadoras que carcomen como comején el erario que administran los distintos organismos públicos.
Perlita cultivada japonesa: televen se ganó el premio de la ecuanimidad oposicionista y, el País somos todos, en alguna parte leí eso, cómo quisiera creerlo, aunque sea como un pasatiempo light.
Mientras, por ahora sigo siendo chavista.
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