Contra el poder

Los enemigos de las instituciones

Existen evidencias de que el narcotráfico y los paramilitares controlan las instituciones públicas en Colombia, un ejemplo de ello es el diario del paramilitar Don Mario, quien describía en detalle como administraban las partidas presupuestaria de gobernaciones y alcaldías, y como se adjudicaban los contratos con sus respectivas comisiones. En Estados Unidos, el ex presidente Bush, prácticamente desdibujo las instituciones públicas hasta el punto de que Obama gobierna un país quebrado, sin la posibilidad de regular un sistema financiero privado, estafador y el principal culpable de la pobreza de los norteamericanos. En dichos países, como en México o Perú, no existe el menor interés por el concepto de Estado, las acciones de esos gobiernos responden a intereses económicos privados y las consecuencias de sus insólitas decisiones son ocultadas por los medios de comunicación. Son países gobernados por grupos poderosos tras las cortinas de las instituciones públicas. Cuando el presidente Chávez denuncia el Pentagonismo, apenas deja ver una estructura de poder oculto que domina las decisiones políticas de la Casa Blanca. Son gobiernos que han sufrido golpes de estados silenciosos, de los cuales no se habla e la OEA, en la ONU, a pesar de que puede juzgarse por sus medidas inconstitucionales, un ejemplo de ello es la Reserva Federal de Estados Unidos, ente privado que emite dólares sin valor generando una deuda ilegal que quiebra las instituciones públicas de ese país.

En Venezuela, quienes trabajan en las instituciones trabajan por resarcir un virus incubado durante muchos años. Se trata de instituciones colapsadas y sumergidas en deudas y nóminas burocráticas que harían traumático cualquier intento de cambio. Sin embargo, son instituciones rescatables cuya trasformación obliga romper viejos paradigmas de organización pública, de allí la figura de Consejos Comunales, Mesas Técnicas de Agua, las Comunas, etc.

Los enemigos de las instituciones son muchos y complejos, por ejemplo, el sistema educativo, anárquico y sin regulación alguna tiene su último foco de resistencia en las universidades, cuyos estudiante simpatizantes de la oposición se oponen a cualquier protesta de cambio, desconociendo incluso las responsabilidades y decisiones de otras instituciones. Los desnudos en Internet del estudiante Rivas, son apenas una anécdota de la involución de la lucha estudiantil, como también lo es el fugado Nixon Moreno, quien convirtió la protesta estudiantil en una vulgar práctica paramilitar de sembrar el terror, curiosamente intentando asesinar y violar a una mujer policía. A esos estudiantes la institucionalidad les sabe a mierda, porque la institucionalidad que reconocen, o el poder estructurado que respetan es el capital y todo aquel grupo económico poderoso que pueda obtener la mayor cantidad de capital.

Sin embargo, en la revolución existe otro peligro y es la ineficiencia, la burocracia, el protagonismo y la corrupción. Las nuevas acciones del gobierno nacional se orientan a la coordinación entre todos los entes, porque se han dado cuenta de que un ministro aplicando políticas públicas sin coordinar con nadie y prácticamente a espaldas de las instituciones regionales, no solo es un peligro de despilfarro, sino una verdadera amenaza al funcionamiento de las instituciones. A pesar de los grandes beneficios a la población, se descubrió que muchos responsables de las misiones eran parcelas anárquicas que impedían una mínima coordinación. Por eso eran vitales las figuras de vicepresidencias, por eso urge fiscalizar todas las políticas públicas y mirar con sospecha todo discurso político cuyo único fin es destruir las instituciones.


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David Javier Medina


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