EL HULA AGONIZA, Y UN GOBERNADOR QUE SE CREÓ LA IMAGEN DE SER JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ II
José Sant Roz
(ENSARTAOS.COM) El gobernador Marcos Díaz Orellana llegó al poder con la aureola de ser otro siervo de Dios, similar a José Gregorio Hernández. Hizo correr la especie de que era un ser sumamente caritativo, que vivía ayudando a los pobres, repartiendo sillas de ruedas, matándose por atender a los enfermos en los barrios. Hacía ver que su mano generosa llegaba a todas partes. Su dulzura de médico bueno llenaba la imaginación del colectivo pendejo de nuestra sociedad. Toda una imagen organizada con detalle porque desde que se desempeñaba como Director de CORPO-SALUD, tenía entre sus planes en firme propósito de llegar a ser el próximo gobernador de Mérida. Entonces aquel “José Gregorio II” andaba por todas partes con su bata de médico, con su cara compungida por el dolor ajeno, pendiente de las necesidades de dolor ajeno, pero con el sólo fin de lograr su objetivo.
En cuanto lograr llegar a la Gobernación se despoja de su bata blanca y de su cara angelical de protector de los pobres, y se encasqueta un poderoso casco de motociclista de motos de altas cilindradas, se dedica a volar un helicóptero de un alto empresario de Mérida y a pasear en caballo de buena raza en ferias y frivolisímas cabalgatas. Uno de sus más grandes orgullos, y lo dice sin tapujos de ningún tipo, es el de llevar la indumentaria de un vaquero de lujo. Lo dice en la televisión: “¡yo tengo sombreros buenos para tirar contra el piso”.
Pues bien, su imagen de “José Gregorio II” ya ha muerto.
Ayer, el HULA se encontraba en su máximo estado de locura trágica: NO HABÍA EN NINGUNA PARTE SUERO FISIOLÓGICO y se requerían unas 5 mil unidades. Aquello es permanentemente el frenesí del caos y ayer el Hospital fue tomado por una turba de desesperados que pedían atención para una niña. La compulsiva respuesta del “José Gregorio II” fue mandarla para Caracas a la niña, y que siga el estado de condenación de aquel infierno ardiendo por los cuatro costados. Son miles de denuncias las cursan contra el estado agónico de este Hospital, pero con el nuevo “José Gregorio II” la situación es de delirio y locura. El hacinamiento es desenfrenado y la sangre, los gritos, la demencia de familiares tratando de saber por sus seres queridos corren como tromba por pasillos y quirófanos. No se puede cuantificar si los que mueren lo hacen porque no tenían curan o porque el caos allí le adelante el calendario. No espacio físico para actuar con higiene y profesionalidad. La Sala de Emergencia se mezcla con todas las demás dependencias porque no hay suficientes camas, no hay suficientes medicamentos, no hay suficientes enfermeras ni médicos. Entrar en lo que se llama la Sala “Eres sufrir en vivo escenas como encontrarse en las puertas del Infierno: ayes, lamentos, seres desparramados por el piso como reses muertas y cubiertos con una pobre sábana. Imploraciones por doquier y la muerte dibujada en todos los rostros. Recordamos algo que fue escrito hace dos años por Aporres: “Señor presidente Chávez, si hablamos todos los días con dignificar al venezolano, en tiempos de revolución, por qué en Mérida las cosas tardan por llegar?...y concluimos que no habrá Socialismo, hasta tanto no se superen de una vez por todas, estas profundas debilidades en el sistema regional de salud...y en otras áreas del quehacer cotidiano del venezolano..."
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