En los actuales momentos ya la noticia ha recorrido el mundo: “murió Franklin Brito”; pero, lo que no dirán –los periódicos opositores – es la circunstancia mental que inyectó la bala en el cuerpo de Brito. Sí, una bala mental de la que él jamás quiso ni pudo dejar de lado. Una enfermedad que se enraiza en la terquedad, en la sinrazón, en el “me da la gana”.
Utro venezolano que no ha debido morir en esas condiciones donde fue empujado por esa infantilada que muchas veces se nos mete en la mente cual enjambre endemoniado, y que no nos permite ver más allá de nuestras narices.
Quizás Brito vería su cuerpo demacrado; quizás sabría que la falta de alimentos, además de restar energía destruye las neuronas cerebrales; quizás escuchó con mucha atención las voces opositoras de los capitalistas, quizás le pasó por la mente dejar a un lado esas tonterías de estar reclamando algo que ya se le había solucionado. Pero, no, su mente estaba sólo en querer conseguir algo que únicamente podía ser visualizado por la estructura opositora que le habían inyectado.
Ningún periódico se atreverá, ahora, a decir que el Gobierno siempre lo apoyó; que nunca sus predios de productor fueron expropiados; que la Cruz Roja, a través de Hernán Bongioanni, su secretario general, le prestó asistencia en varias ocasiones; que recibió respuestas satisfactorias del Estado, cada vez que las exigió; que fue el mismo Gobierno el que le dio la titularidad de las 290,20 hectáreas en el fundo La Iguaraya; que el año 2005 el Inti ratificó la propiedad privada de Brito sobre esas tierras; que en diciembre de 2009 fueron revocadas las cartas agrarias a los vecinos de Brito para que él pudiera trabajar sin perturbación, tal cual lo había solicitado; que cuando comenzó su desfallecimiento corporal fue enviado, a petición del Min Público, al Hospital Militar.
No obstante, ahora hasta los familiares de Brito achacan al Gobierno culpa en esa muerte, EEUU dice que está “entristecido”, la oposición dice que Brito fue “víctima de las atropellantes políticas agrarias del Gobierno”. En fin, una sarta de pareceres tan iguales en la carencia del argumento lógico que, hoy día, hicieron de este venezolano un ser que, aunque pensante, utilizó su entendimiento para sacrificarse a cambio de nada, pues ahora la oposición, después de llevarlo a la tumba, lo olvida como es su costumbre. Lo utilizaron, le pidieron que ofrendara su vida a una causa política perdida. ¡No, no, por esta y las miles de torpezas de estos grupos vendepatria reafirmamos que ¡No volverán!
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