El mal del mundo es la ambición de poder (Joaquín Salvador Lavado, "Quino")
Todo auguraba que este año sería de muchos éxitos para Colombia y que se abrirían nuevas posibilidades para la tan anhelada paz. A menos de dos años de asumir el poder, el presidente Juan Manuel Santos logró el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos tan ansiado por la elite nacional, lo que no pudo hacer su antecesor, Álvaro Uribe durante ocho años de su presidencia (2002-2010).
También Colombia se colocó en el tercer lugar en América Latina detrás del Brasil y Argentina por el índice del crecimiento económico anual de 5.6 por ciento.
Hace poco Cartagena fue la sede de la Cumbre de las Américas, donde sorpresivamente el presidente Santos denunció “la hipocresía en el trato a Cuba” y subrayó la necesidad de la participación del país de José Martí en estas reuniones. En pocos meses, el nuevo presidente colombiano extendió la mano de reconciliación a Venezuela y Ecuador y mejoró las relaciones con los países integrantes de la Alianza Bolivariana de Nuestros Países de América (ALBA). A la vez el Congreso Nacional comenzó a debatir el proyecto de una ley denominada Marco para la Paz orientada hacia un posible diálogo con los insurgentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Precisamente en estos tiempos de esperanza y optimismo para Colombia aparece la voz discordante e irritada del controvertido ex presidente Álvaro Uribe acusando a su sucesor, Juan Manuel Santos, de formar una alianza con el dictador Hugo Chávez para buscar un acuerdo de la paz con las FARC. Inmediatamente como a una señal acordada, los medios de comunicación empezaron a reproducir literalmente y con un empeño sorprendente cada una de sus diatribas contra el actual gobierno colombiano, contra su enemigo acérrimo Hugo Chávez, contra las FARC y su supuesta colaboradora, la mundialmente conocida activista humanitaria y ex congresista colombiana Piedad Córdoba.
El frenético y permanente "twitteo" de Álvaro Uribe, de acuerdo al prestigioso periodista colombiano, Germán Uribe, “tiende no sólo a afectar el equilibrio mental suyo, sino a enloquecer a todo un país que, si con el presidente Santos a la cabeza, le sigue leyendo y controvirtiendo, terminará tan idiotizado y extraviado como jamás lo hubiésemos imaginado’’. Pero eso no es todo. A primeras horas del 15 de Mayo, el mismo día de la aprobación del Marco Legal para la Paz, las fuerzas de seguridad desactivaron un coche bomba cargado con 146 barras de explosivo Indugel al lado de la sede principal de la policía en el centro de Bogotá. Horas después explotó una bomba adherida con un imán al parabrisas del carro blindado del ex ministro del Interior y Justicia (2002-2004) Fernando Londoño Hoyos quien resultó herido. Posteriormente la policía anunció que en aquel atentado hubo dos muertos y 39 heridos.
Surge la pregunta ¿ quién se beneficia con este atentado y un simultáneo aumento de enfrentamientos entre los supuestos guerrilleros de las FARC y las unidades del ejército colombiano precisamente en la frontera de Colombia con Venezuela?. No es lógico que las FARC, bajo la dirección de su comandante “Timoshenko”, quien varias veces expresó el deseo de entablar el diálogo con el gobierno, dinamite este proceso de paz y paralice la negociación que se está llevando a cabo con el gobierno de Santos por la detención del periodista francés Romeo Langlois, actualmente en manos de la guerrilla.
Varios especialistas en el tema y entre ellos, el Director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, Visenc Fisas, consideran que el atentado en Bogotá beneficia a la derecha colombiana comandada por Álvaro Uribe que “no quería la paz, quería ganar la guerra”, en contraste con el “presidente Santos quien dice que quiere ser el presidente de la paz”. Un comunicado del Ejército de la Liberación Nacional (ELN) coincidió con este acierto de Fisas, declarando que ha sido “otra demostración de que a esa extrema derecha no le importa proceder contra sus socios en el poder, cuando se trata de sacar adelante sus propósitos, así tenga que sacrificar a sus propios miembros”.
A la vez, Piedad Córdoba expresó que “Uribe anda como loco peligrosamente” y que existe una “versión de que hay un grupo de ex militares que están pensando en un golpe de Estado en Colombia” y que la frontera con Venezuela “será el teatro de guerra, el teatro electoral”. ¿Quién es Álvaro Uribe entonces y porqué solamente mencionar su nombre produce una polémica airada en toda América Latina? Los fieles servidores de las transnacionales los oligarcas regionales lo adoran igual como todos altos mandos militaristas, contratistas y empresarios parapolíticos. Los sectores progresistas lo detestan por su adoración y sumisión absoluta a Washington y por el siniestro legado que dejó al país después de ocho años de presidencia lleno de “falsos positivos”, fosas comunes, cuatro millones de desplazados, criminalización de la lucha social, paramilitarismo y narcotráfico.
Álvaro Uribe es asesor preferido de la oposición que está tratando de derrocar a los gobiernos populistas en Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela o neutralizar en cualquier país de la región el surgimiento de un discurso nacionalista. Vive mimado por los medios de comunicación que lo colocaron junto con todos sus protegidos en un mundo paralelo para poder guiar con mayor fuerza el mundo real. Por eso la explosión de una bomba de estruendo en el teatro Rex de Buenos Aires donde Álvaro Uribe tenía que desertar sobre la Transformación Colombiana, fue elevada por los escribidores a sueldo a un intento de atentado mortal. Resultó ser más publicitario para la figura política de Uribe que peligroso para su integridad física.
Actualmente este hombre consentido del ex presidente George W. Bush y del actual mandatario norteamericano Barack Obama es considerado por el Washington Speakers Bureau al servicio de las transnacionales como “uno de los cerebros más grandes del planeta” junto con George Soros, Jeffrey Sachs, Mario Vargas Llosa y tantos otros representantes del poder global. A tal “grandeza” fue elevado Álvaro Uribe que los medios de comunicación globalizados, llamados por el filósofo italiano Claudio Gallo “sacerdotes de la oligarquía mundial financiera”, se olvidaron fácilmente de las 14 páginas con la lista de los 104 narcotraficantes más influyentes en Colombia confeccionada el 23 de Septiembre de 1991 por el Servicio de Inteligencia Militar (DIA) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
En aquel informe Álvaro Uribe tiene el número 82 y lo describen como “un senador y político colombiano dedicado a la colaboración con el cartel de Medellín y tener relaciones cercanas con Pablo Escobar”. También hubo mención que “su padre fue asesinado en Colombia en 1983 por las FARC por sus conexiones con el narcotráfico”. Este documento fue reproducido en el libro de Oliver Villar y Drew Cottle “Cocaine, Death Squads and the War on Terror: US Imperialism and Class Struggle in Colombia”.
También se sabe que Uribe siendo gobernador de Antioquía fue uno de los propulsores principales del programa Convivir (Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada para la Autodefensa Agraria) que rápidamente se convirtieron en las organizaciones paramilitares de Colombia y posteriormente dieron origen a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) acusadas de masacre de inocentes, especialmente en las zonas rurales y del narcotráfico. Hace poco uno de los altos mandos de la AUC que actualmente están disueltas, Salvatore Mancuso, que fue extraditado a EE.UU. donde está cumpliendo cadena por el narcotráfico, reveló que las AUC apoyaron y financiaron la reelección de Álvaro Uribe como presidente de Colombia.
Es curioso que en estos tiempos cuando Washington está negando visas a los políticos, periodistas, científicos, profesores universitarios por cualquier sospecha, no tome en cuenta antecedentes de su seguro servidor Álvaro Uribe. Hace poco fue negado el visado a la titular ecuatoriana de la Secretaría de Pueblos y Movimientos Sociales y Participación Ciudadana, Rosa Mireya Cárdenas invitada a un foro de las Naciones Unidas por sus supuestos contactos en los años 1980 con el movimiento guerrillero “Alfaro Vive Carajo”. Otra vez Washington está aplicando su tradicional política de doble rasero que beneficia por el momento a sus fieles pero no tan limpios seguidores incondicionales como Álvaro Uribe. El problema es cuánto durará este momento.
Todo indica, que no mucho porque en las condiciones de la crisis económica actual norteamericana y la falta de recursos para dedicarse a América Latina a fondo, Washington, teniendo ocho bases militares en el país, prefiere estar cercano al pragmático y no menos su fiel servidor Juan Manuel Santos, que seguir apoyando al belicoso y conflictivo Álvaro Uribe. Por algo el pasado viernes 25 de Junio el actual presidente de Colombia Juan Manuel Santos fue honrado para abrir la jornada de New York Stock Exchange. Otros vientos soplan en Colombia pero en la misma dirección.
http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20120601/153921987.html