La educación convencional ha fracasado en la formación de mujeres y hombres capaces de desarrollar plenamente sus potencialidades y de vivir en armonía con la naturaleza y sus semejantes. ¿Falla de la educación? No. Falla del sistema capitalista, del darwinismo pedagógico diseñado para reforzar los privilegios de los retoños de las familias poderosas y para excluir o adocenar en la ignorancia a los hijos de los trabajadores.
Hoy Venezuela tiene la oportunidad de explorar nuevos paradigmas formativos. Tiene un Presidente impulsor de la paz, un Ministro de educación joven recién estrenado y alrededor de 100 escuelas en construcción, susceptibles de ser adecuadas e incorporadas experimentalmente como instrumentos de paz, libres de las restricciones programáticas y burocráticas del MPPE, en la Misión A Toda Vida Venezuela.
A título de ejemplo y como mínimo, se empezaría por adaptar las escuelas aún no terminadas a su entorno, se definirían espacios multiusos, se sustituirían los pupitres por mesones de trabajo y se diseñarían módulos para guardar materiales y útiles, evitando el ir y venir de muchachos y muchachas caleteando pesados bultos. En los centros urbanos, además se destinarían áreas para el cultivo de vegetales o la cría de animales.
En estos nuevos ambientes, se ofrecería a los futuros comuneros la posibilidad de desarrollar desde pequeños su curiosidad y sensibilidad, de apreciar la vida y la naturaleza, de cuidar de su salud, de respetar la diversidad, de trabajar en equipo, de cultivar sus talentos, de dar rienda suelta a su creatividad y de asumir responsabilidades personales y colectivas.
Estos centros educativos se centrarían en materias y otros elementos que estimulen la creatividad, la solidaridad y la no violencia, faciliten el uso de la razón y la intuición y propicien el desarrollo de talentos científicos, artísticos y deportivos, no en la difusión de contenidos e información, generalmente obsoletos, que se pueden encontrar en distintos medios. Finalmente, la eliminación de tareas para la casa, más bien para las madres, liberaría tiempo para jugar, compartir, practicar aficiones y ociar.