La humanidad casi entera ya conoce de la existencia de la peor Inquisición carcelaria puesta en práctica en la historia del mundo: la estadounidense. Todos los organismos que velan, incluyendo a los que sirven a los intereses del imperialismo, por el respeto a los derechos humanos de los seres que se encuentran en cautiverio, han denunciado y condenado, como atroces y antihumanos, los centros carcelarios, mal llamados de “máxima seguridad”, ideados y construidos por el oprobioso sistema penitenciario de Estados Unidos. Guantánamo, convertido en un cautiverio infernal para presos políticos o denominados de conciencia, lo que ha hecho es rebosar el vaso con agua turbia y putrefacta, causando no sólo un prolongado y perverso sufrimiento a los cautivos, sino también un acrecentamiento de indignación y condena a los métodos ultra –bárbaros que el imperialismo mayor, más sanguinario y salvaje que conozca la historia humana –el de Estados Unidos- ejecuta con burlesca impunidad contra los presos, ya desarmados y sometidos a la “injusticia jurídica” estadounidense. Lo lamentable, lo inaceptable, lo ridículo, es que hasta ahora la ONU, por ejemplo, conociendo todo el barbarismo y crueldad del sistema penitenciario de Estados Unidos, haya sido incapaz de aplicar sanciones al gobierno del señor Bush por tantas y descaradas y premeditadas violaciones a los derechos humanos. ¡Ah!, pero “olvidamos” que la mayoría de los embajadores de la ONU, empezando por su Secretario General, son epígonos y obedecen ciegamente los designios de la política imperialista estadounidense.
El gobierno de Fujimori, obedeciendo al FBI, construyó cárceles ocho metros bajo tierra rodeadas de explosivos en cuarteles de las Fuerzas Armadas. Los presos, miembros de Sendero Luminoso y de Tupamaros, ya sufren de enfermedades irreversibles. Toledo y ahora García, quienes acusaron a Fujimori de déspota y violador de los derechos humanos, han mantenido esas fosas para seres “vivientes”. En este momento, bajo el gobierno del señor Uribe, quien se autoproclama como un demócrata “ideal” y profundamente respetuoso de los derechos humanos, ha puesto en práctica el sistema penitenciario gringo para albergar en su seno a presos políticos y presos por delito delincuencial, tenidos como “terroristas de alta peligrosidad”, cuando en verdad, ya conocido por la opinión pública, los terroristas verdaderos siguen siendo jerarcas de las Fuerzas Armadas de Colombia, auspiciadotes de paramilitarismo y sicariato en la lucha contrainsurgente y en la lucha contra los sectores sociales o políticos de oposición a su gobierno. Ese nuevo sistema carcelario se llama “EPCAMS”, Establecimientos Penitenciarios Carcelarios de Máxima Seguridad”.
Cada cárcel está planificada para albergar a 1.600 presos; cada patio para 200 reclusos, los cuales deben permanecer en él desde temprana hora de la mañana hasta las 5 de la tarde, truene, llueve, relampaguee o haga un sol ardiente y quemador de la piel humana. A las 5 pm los presos son encerrados en celdas, apagándoles la luz a las 8 de la noche. Todo programado para que el preso carezca de lectura y viva lo más desinformado que se pueda.
Todo utensilio que favorezca al preso para aliviar o distraerse en ausencia de su libertad, no es permitida su entrada al recinto carcelario; no se le permite tampoco al preso tener dinero en efectivo, lo cual se traduce en un delito sancionando su tenencia. El dinero que se le lleve al preso, debe ser depositado en un banco de la penitenciaría, y ésta es quien lo maneja vendiéndole artículos de aseo y alimentos al preso, cobrando y dándose el vuelto ella misma. ¡He allí esa putrefacta y cínica mentalidad mercantilísta, usurera y especulativa del capitalismo! La penitenciaría le vende alimentos al preso pero no acepta que aquellos sean llevados por familiares. ¡He allí la basura de conciencia capitalista haciendo su agosto en todos los meses del año! ¿Es o no un vulgar negocio leonino que tiene la penitenciaría colombiana incrementando el sufrimiento de los presos y de sus familiares?
La visita es de 4 horas cada 15 días si se trata de la familia; la visita conyugal o íntima es de 40 minutos o una hora, de acuerdo al estado de ánimo de los sádicos funcionarios de la penitenciaría. Además, los presos políticos no tienen posibilidad alguna de trabajar en la cárcel para aliviar, de tenerla, la pesada carga de sus necesidades materiales. La política del gobierno de Uribe, dictada desde Estados Unidos, es la de tratar de lograr la descomposición de los presos políticos mezclándolos con los presos denominados comunes; evitar que se organicen para que no puedan luchar en mejores condiciones por sus derechos humanos. Ya el FBI y el gobierno colombiano han construido sus llamadas “cárceles de máxima seguridad”, y que deberían identificarlas como cárceles de máxima violación a los derechos humanos, en Valledupar, en el Meta, en Girón (Santander), en Combita (Boyacá), en Girardot (Cundinamarca), en La Dorada (Caldas), en San Isidro (Popayán), en Palmira (Valle del Cauca), además de la célebre y triste de Itagüi. Nadie se extrañe que dentro de poco tiempo, de continuar gobernando políticos de la mentalidad terrorista de Uribe, sean soldados gringos de muy mala reputación quienes ejerzan la función de custodios de las cárceles de “máxima seguridad” en Colombia.
Un gobierno que pretenda logra un diálogo, sincero y de cara a la sociedad y el mundo, para buscar una salida política concertada a un conflicto armado y político, no debería –en sus delirios de presión –incrementar la violación a los derechos humanos de los presos políticos ni de nadie. Más bien, para dar prueba de su deseo de paz con dignidad, está obligado a reducir al máximo el nivel de penuria y de represión a que son sometidos los adversarios políticos encarcelados. La construcción sucesivas de cárceles, hasta lo dicen los especialistas de la ciencia criminológica, lo que evidencia es el aumento del delito y de la inseguridad pública, los niveles de la injusticia que se traduce en la ausencia de un régimen donde nadie se vea conducido a cometer un hecho punible; y, de otro lado, lo que refleja es el agravamiento del conflicto armado y la indisposición del gobierno para hallarle una sólida política negociada al mismo en una mesa de diálogo.
En una de esas cárceles tienen preso al camarada Ballestas, conocido de la opinión pública venezolana por haber sido capturado en Caracas y entregado, por el gobierno venezolano, en extradición al gobierno colombiano luego de algunos acuerdos, donde se destaca que no podía o debía ser condenado a más de 30 años de cárcel. ¡Tan solo palabras fueron los compromisos del gobierno colombiano engañando al gobierno de Venezuela! Pues, Ballestas, el camarada, el luchador social, el adversario político de la oligarquía colombiana, fue condenado a más de 30 años de prisión, y todos los días es víctima de violación de sus derechos humanos por parte del Estado colombiano en complicidad con el gobierno de Estados Unidos.
Aún así, con todas las adversidades que padece el camarada Ballestas, nunca de sus labios o de su boca ha salido una sola palabra para criticar al gobierno venezolano por haberlo extraditado a Colombia y ser juzgado por un Estado, que de antemano, ya lo tenía condenado fuera de todas las normas o leyes jurídicas para realizar un juicio en imparcialidad. Las revoluciones del proletariado son grandes y humanísticas, porque aunque tengan que juzgar y condenar a sus enemigos, jamás le violan sus derechos fundamentales, jamás los torturan y jamás los someten a vivir en condiciones infrahumanas por mucha inseguridad o seguridad que tengan las cárceles.
El juicio al camarada Ballestas es ilegal, porque se violaron todos los acuerdos a que llegaron los gobiernos de Colombia y Venezuela, para el que de ésta lo extraditara al de la primera.
La experiencia indica que nunca se debe creer integralmente en la palabra de un violador de los derechos humanos, porque jamás va a escribir, con lujo de detalles, sus crímenes y sus atrocidades. Y todo lo que escriba o narre lo argumentará que lo hizo por la democracia, la libertad y la felicidad de su nación. ¡Libertad para el camarada Ballestas!
Conste, que nunca lo conocí ni jamás he intercambiado opinión escrita o verbal –telefónica- con él. Además, quiero que le llegue mi sentimiento de pesar por la muerte de su padre, el Viejón, Libardo, Eliseo, Lino, Raúl, comandante, rebelde silvestre, genio de la táctica guerrillera.