Ayer corrió como pólvora que Nixón Moreno, el recién orlado con el título de politólogo en la Nunciatura, habría sufrido una severa crisis emocional, con lloros, estremecimientos y preocupantes depresiones. Habría dicho: “Nada de esto consigue hacerme feliz. ¿Señores, por qué quieren hacer de mí algo que no soy? Le he pedio a Dios que me ayude, y esta no es la ayuda que busco ni necesito. Esto, señores, no es ayuda para mí.” Pedía confesarse, pero con un cura sencillo de pueblo. Dos siquiatras y una médica de la Cruz Roja Internacional se trasladaron para atenderle. Ante el asombro de varias personas Nixon confesó que se sentía arrepentido de muchos de sus actuaciones en la violencia desatada en Mérida en los dos últimos años, y que sí, que en su retiro espiritual ha escuchado la voz de Dios. Que deseaba ponerse a derecho, expiar sus culpas y ser hombre de bien.
Severino Urriola, paramédico de la Clínica El Rosario le escuchó decir que estaba decidido a empezar a estudiar de nuevo otra carrera que no tuviese nada que ver con política. Añadió que él realmente jamás había tenido organización, disciplina, tranquilidad ni orden para ser un estudiante regular. “Qué pena. Todo esto ha sido una gran equivocación y desgracia, y me sobran razones para sentirme muy mal, muy triste. ¿Qué gano yo con esto?”, gritaba. Urriola, también desolado pudo ver el promedio de sus notas: 10.5. Toda una situación realmente insólita si se toma en cuenta que la Nunciatura se encontraba en gestiones para emplearlo como Secretario de Asuntos Culturales. Pero Nixon decía: “Los que aquí vinieron a este acto parecieran no darse cuenta que ellos sí fueron estudiantes dedicados a tiempo completo a sus trabajos. Yo nunca lo pude ser. No tuve esa gracia, esa honra, ¿entonces por qué ellos me hacen esto?”
Pronto llegaron a oídos del equipo rectoral estos clamores por lo que se ha estado llamando a un Consejo Extraordinario para esta semana, en el que se reconsiderará el título otorgado. Uno de los primeros en llamar al rector Lester Rodríguez fue el rector de la Universidad Simón Bolívar Benjamin Scharifker, quien ha considerado esta “pifia” de Nixon como “infamia”. Benjamin Scharifker llegó a decir que si cada estudiante de la ULA le cuesta por año once mil dólares, Nixon tiene un “mono” aproximado de 176 mil dólares, sin contar todos los traslados a otros países (Colombia, Estados Unidos, Canadá), viáticos, prebendas y donaciones recibidas por parte de otras universidades e instituciones privadas. En términos de Baltazar Porras, quien también se sienten “agredido” por está absurda rectificación, Nixon ha sido el estudiante más caro que le ha salido a universidad alguna en el mundo.
En esta situación hay muchas cosas que Nixon ya no podrá devolver a quienes tanto hicieron por él. Apesadumbrado no entiende este mundo. En definitiva se ha planteado: “¿para qué sirve un título cuando tú no te lo has ganado?”; pregunta que se hace una y otra vez en voz alta, “¿y por qué me lo otorgan los que sí saben lo que cuesta ganárselo?” “¿Por quién me toman?”
Lo más seguro, pues, es que esta semana Nixon sea despojado del título que recién acababa de recibir, regrese a Mérida, enfrente la justicia y cumpla una condena. A él ya no le interesa nada la política. “Volveré a la ULA –ha dicho- pero para estudiar raíces griegas y latinas, lenguas muertas. Allí debe encontrar uno otra razón más profunda y cierta de esta vida que nada tiene que ver con la jurisprudencia.”
Qué cosas pasan en este mundo.
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