Ay mi Presidente que fin de año más intenso nos hizo pasar. Si algún año quería que se fuera pronto era este, por múltiples razones. Pero ese último día fue como mucho con demasiado.
Primero la alocución de Uribe, puso en ebullición las emociones, ese novelón que resultó cierto pero que en ese momento resultaba inverosímil. Intenté ponerme en sus pantalones
(¿será posible?) y la adrenalina me subía como montaña rusa. Luego usted habló y dijo lo que la mayoría sentíamos: que era mentira. Ay pero la realidad supera la imaginación. Qué papelón! Nos mintió Uribe y también las FARC. No hay caballeros ni en el gobierno, ni en la guerrilla.
Y como si esto no fuera suficiente, usted decide declarar una amnistía política y allí yo sentí que tenía un mal sueño, que no era cierto, que había escuchado mal, que no era posible… Pero nada, usted lo afirmaba y lo explicaba y uno sin derecho a pataleo… y entonces, el fin de año se volvió una mezcolanza de sentimientos infinitos: incredulidad, asombro, rabia y una gran guayabo político, de eso que hemos vivido varios en estos años que tenemos en este intento por tener patria, ese guayabo que quien no lo ha vivido, no logra ni siquiera imaginárselo…
Ay mi Presidente, qué día, qué fin de año, qué primero de enero, intentando entender lo inentendible, lo que “ no tiene juicio”. Pídame de todo, menos que no tenga memoria, que olvidé, que no recuerde cada uno de los días vividos, llorados hasta la saciedad, sintiendo que el país se nos iba de las manos, que ya no amanecía, que no teníamos futuro, que nos moriríamos sin ver luz. Pídame cualquier cosa menos que no tenga memoria.
Soy hija de un republicano español y durante 50 años, España no tuvo memoria. Hoy gracias a un vigoroso movimiento de recuperación de la memoria histórica, muchos combatientes están siendo rescatados de fosas comunes enterrados con dignidad, a otros se les ha reconocido sus sacrificio, a los hijos y nietos de ellos se les ha aceptados como parte de una sociedad que los expulsó en contra de su voluntad. Entonces con este antecedente que no es sólo mio, usted me pide que olvide?
Usted es el presidente y puede dictar esa medida, pero no nos puede obligar a olvidar, porque eso no se decreta. Están muy frescas esas heridas como para hacer algo parecido. Entonces Sr. Presidente, se lo reitero, tal como dice el título de esta nota: habrá amnistía pero no olvido!.
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